El expansionismo de los Estados Unidos y las intrigas de la quebrada Compañía Nueva del Canal, de propiedad francesa, en una caricatura que ilustra los intereses que condujeron a la separación de Panamá de Colombia, ocurrida después de la Guerra de los Mil Días y en medio de un contexto de grave crisis económica.
En Contexto, lecciones de Historia para entender el pasado y presente de Colombia.
Conocer aquellos hechos históricos que determinaron el proceso de formación de Colombia como Nación y Estado nos permite hacer una lectura de las causas y circunstancias de nuestra realidad actual. Por eso, poner en contexto la denominada Guerra de los Mil Días, ocurrida entre 1899 y 1902, nos permite como colombianos tener una perspectiva histórica de los procesos que han incidido en la existencia de diversas formas de violencia política que marcaron a nuestro país.
El siglo XIX en Colombia comenzó con una guerra, la llamada “de la Independencia” y terminó con otra guerra, la referida “de los Mil Días”, que a su vez recibe al siglo XX, el cual engendra otras formas de violencia armada que se mantienen hasta la actualidad. En el siglo XIX, de acuerdo a los estudios históricos, los colombianos nos enfrentamos en nueve guerras civiles de carácter nacional, esto es, que cubrían la gran parte del territorio nacional y tenían como eje el levantamiento armado de unos sectores en contra de los gobiernos de turno, y cincuenta y cuatro enfrentamientos regionales, entre poderes locales, algunos de los cuales sirvieron de chispa para incendiar la pradera del país.
Y todo esto en el marco del enfrentamiento por el control del poder político del Estado, una vez nacimos al mundo como una organización que se quería abrir camino con los principios republicanos de la modernidad. Pero en los albores de nuestra vida independiente empezaron a aparecer las diferencias y contradicciones, que no encontraron formulas civilizadas para ser resueltas, y se recurrió a diversas formas de violencia política para hacer valer puntos de vista y posiciones en el ejercicio del poder.
En el fragor de la lucha contra el colonialismo español, ya habían aparecido enfrentamientos entre centralistas y federalistas. En la tercera década del siglo XIX, las contradicciones entre bolivarianos y santanderistas van a marcar la historia del país, lo que llevó al mismo Bolívar a considerar que “el no haberse compuesto con Santander nos perjudicó a todos”. Muertos los dos líderes de la Independencia, no desaparecieron sus diferencias, que poco a poco se van definiendo en la llamada Guerra de los Supremos, en 1840.
A mediados del siglo XIX se define la formación de los dos partidos políticos en Colombia, denominados Liberal y Conservador, con sus correspondientes manifiestos y programas que delimitan creencias ideológicas basadas en intereses económicos y sociales. Comerciantes, artesanos, intelectuales, van a acoger las ideas liberales, influenciados por las corrientes revolucionarias europeas, mientras que terratenientes, descendientes de la aristocracia y nobleza formada en la colonia, con el apoyo del clero católico, defendían el statu quo y los privilegios adquiridos.
La Constitución liberal y federal, adoptada en la denominada Convención de Rionegro por el partido liberal en 1863, marcaría un hito en la historia de nuestro país. Los liberales de esos tiempos, conocidos como Los Radicales, y llamados El Olimpo, creyeron que el ejercicio absoluto y pleno de la libertad sería la llave maestra para abrir las puertas de la felicidad humana. En su proyecto político que deseaba imponer en nuestro país los principios ilustrados y modernos de sociedades como la norteamericana y europea, tuvieron que enfrentar la reacción de la iglesia católica y terratenientes que se aferraban a los ideales del orden con autoridad y a los sueños de nobleza y aristocracia heredados de la colonia.
Comerciantes, artesanos, e intelectuales, van a acoger las ideas liberales, influenciados por las corrientes revolucionarias europeas, mientras que terratenientes, descendientes de la aristocracia y nobleza formada en la colonia, con el apoyo del clero católico, defendían el statu quo y los privilegios adquiridos.
El proyecto de Los Radicales no logra sostenerse, por lo que aparece la figura de Rafael Núñez, antiguo liberal, quien derrota definitivamente en la guerra de 1885 al Olimpo Radical y se alza con el poder político con lo que se denominó el Movimiento de la Regeneración, implantando el denominado periodo de La Hegemonía Conservadora entre 1886 y 1930.
Entonces lo que aparece en el centro de la escena es el uso de la violencia armada para lograr acceder al poder político del Estado. Liberales y conservadores se habían organizado militarmente para tales fines y el recurso del levantamiento armado se pone al orden del día en las agendas de los dirigentes colombianos.
Por eso, ante la adopción de la Constitución Conservadora de 1886 bajo el liderazgo e inspiración de Rafael Nuñez y Miguel Antonio Caro con sus medidas centralistas, autoritarias, y que desconocían a los liberales, estos no dudan, bajo el liderazgo Rafael Uribe Uribe y Benjamín Herrera, en levantarse en armas en contra del gobierno conservador en una guerra cruel con miles de muertos e incontables daños materiales. El país quedó prácticamente destruido, con el agravante de la perdida del Istmo de Panamá ocurrida el 3 de noviembre de 1903 cuando los panameños, con el decidido apoyo y maniobras de los Estados Unidos, que tenía definidos intereses geopolíticos para la construcción del canal interoceánico, decretan su independencia de Colombia.
Como toda guerra comienza en un campo de batallas y por fuerza de necesidad termina en una mesa de negociación, liberales y conservadores, oposición y gobierno, ante la evidente derrota de los primeros, sellada en la tristemente recordada de Batalla de Palonegro, cerca de Bucaramanga, firman en tres reuniones la paz para terminar ese triste episodio. Por eso los nombres de Chinácota, en Norte de Santander, del buque Wisconsin, fondeado en el Istmo de Panamá, y la finca Neerlandia, cerca de Ciénaga en el departamento del Magdalena, deben permanecer en la memoria de los colombianos como referentes de un hecho que ha dejado profundas huellas en nuestra memoria histórica y que hoy recordamos como algo que no debió ocurrir. La forma en que hoy nos seguimos enfrentando requiere encontrar fórmulas para erradicar definitivamente el uso de las armas y de la violencia para el logro de fines políticos.
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Oscar Arquez Van-Strahlen
Miembro de Número de la Academia de Historia de Santa Cruz de Mompox.