Margarita Garcia

El Caudillo Liberal Jorge Eliecer Gaitán (1898 – 1948). Foto: Luis Alberto Gaitán.

Para el expresidente colombiano el poder por el poder solo podía traer corrupción. Evocación del talante de un liberal progresista.

La noche del 9 de abril de 1948, en medio del caos y la furia desatada a raíz del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, director del Partido Liberal, un grupo de dirigentes de ese partido, entre ellos Carlos Lleras Restrepo y Darío Echandía, acudieron al palacio presidencial. Hay varias versiones de esa reunión con Mariano Ospina Pérez. Algunas afirman que el Presidente los invitó para buscar salidas a la crisis generada, otras que los liberales fueron por cuenta propia al fragor de la revuelta general, luego conocida como el Bogotazo. Unos afirman que le pidieron la renuncia al Presidente. Lo cierto es que permanecieron largas horas en el palacio presidencial. En medio de esos hechos le preguntaron a Echandía si iban a tomarse el poder. Este respondió con su famosa frase: ¿El poder para qué?

La enigmática frase se quedó sin respuesta. Hoy, a la luz de la evolución de la política en Colombia, es más que pertinente hallarla. La discusión pública parece ciega frente a los problemas del país. Una narrativa de negación alimentada por el rechazo del otro y la mentira, aleja la atención a los problemas que siguen ahí y que la gente sufre. El Estado no es eficaz ni eficiente, hace rato, como lo ha manifestado la ciudadanía una y otra vez: es 2024 pero parece 1948.

El liberalismo había alcanzado el poder en 1930, iniciando lo que se denominó la República Liberal. Para la elección presidencial de 1946, el Partido escogió a Gabriel Turbay como candidato, sin embargo, Gaitán decidió postularse como disidente. A Echandía le propusieron asumir una tercería, pero en otra de sus frases famosas, manifestó: “No voy a dividir en tres lo que ya está dividido en dos”. Con esa división, y ante una sorpresiva candidatura de Mariano Ospina, el Partido Conservador ganó las elecciones. Los liberales ratificarían sus mayorías en las elecciones parlamentarias de 1947, siendo el ala gaitanista la de mayor arraigo y por ello Gaitán fue nombrado director.

El gobierno minoritario de Ospina comenzó a buscar cómo mantener a los conservadores en el poder, incurriendo en excesos que motivaron  el crecimiento del fenómeno conocido como La Violencia. En uno de los actos políticos más sentidos y multitudinarios de la época, Gaitán encabezó la marcha del silencio haciendo un llamado a deponer los odios. Pero ya el proceso no tendría reversa. Muchas regiones colombianas sufrieron la violencia de uno y otro lado, y llegaría el 9 de abril.

¿Sobre la frase “¿El poder para qué?”, se tejieron muchas interpretaciones. Una, que la dijo Echandía abrumado al ver ese 9 de abril de 1948 desde el Palacio Presidencial los incendios que consumían buena parte de Bogotá y escuchar multitud de disparos. Otras afirman que el destacado dirigente le tenía aversión al poder. No solo no aceptó la candidatura en 1946, tampoco lo hizo en 1942. Posteriormente, en 1949, siendo candidato del Partido Liberal, la retiró luego de hechos violentos en una manifestación en donde le dispararon a él y al grupo que lo acompañaba. Murió su hermano Vicente. Aun así, dos veces ejerció la Presidencia en calidad de designado por varios meses, lo que le da la condición de expresidente.

El político y expresidente tolimense Darío Echandía.

¿Sobre la frase “¿El poder para qué?”, se tejieron muchas interpretaciones. Una, que la dijo Echandía abrumado al ver ese 9 de abril de 1948 desde el Palacio Presidencial los incendios que consumían buena parte de Bogotá y escuchar multitud de disparos.

Más allá de los hechos, el significado, o su intención detrás de la frase, la respuesta hay que buscarla en su filosofía política. En un discurso en la fallida campaña de 1949, expresó: “El beneficio que el hombre recibe de la sociedad debe darse para beneficiar a la sociedad de quien la recibe”. Insistía en los deberes sociales del Estado y de los particulares, en la reducción de desigualdades, y en las libertades como la de prensa y la religiosa. Si se llegaba al poder era para trabajar por ello.

Ya mayor, retirado de la política, pero con gran claridad mental, en una entrevista que concedió a Margarita Vidal, y donde crítico el monstruo clientelista en que se había convertido el Partido Liberal, aclaró  claramente el trasfondo de la frase:

“La gente cuando va a votar, es decir a ejercer el poder realmente, debería preguntarse para qué quiere el poder y para quién debe ser. Y uno, si pide que lo elijan, debe decir para qué; qué es lo que va a hacer con el poder. Esa es la base… la gente civilizada es así, y lo que yo quise decir es que seamos civilizados. Antes de matarse pregunten, para qué quieren el poder”

Y prosiguió: “Es por burros… porque la cosa es demasiado clara. Hay que preguntarse siempre para qué se quiere el poder. Porque si no, el poder es para poder, ¡claro! Y aquí en este país es para eso. Porque esto aquí lo que es, es una cafrería. Un orangután con sacoleva.”

Ante la pregunta de Margarita Vidal sobre si esa no era una frase muy fuerte, Echandía respondió:

“Pues últimamente lo que me parece es que calumnié a los cafres”.

Lo que se ve en la mayor parte de la arena política hoy más que se ajusta a esa descripción. Con magníficas excepciones, quienes integran los partidos son más unas empresas electorales que han capturado partes del Estado, especialmente a nivel regional. Es hora de verdaderos liderazgos interesados en resolver los problemas de los ciudadanos, y con el talante y capacidad de hacerlo, sin odios y aceptando que se trata de una construcción colectiva.

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Arnold Gómez Mendoza

Ingeniero Industrial, con MA in Politics y estudios de Doctorado en economía.

 

 

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