Estudiantes de un colegio de Quibdó hacen sus pruebas Saber en marzo de 2024. Foto: Alcaldía de Quibdó.
Los estudiantes de algunas regiones y ciudades colombianas tienen ventaja sobre otros al tener acceso a docentes mejor preparados.
No fueron los costeños del Caribe colombiano, sino los jacobinos de 1793 quienes prohibieron el uso del “usted” porque consideraron que no era un trato igualitario, sino aristocrático, e impusieron el tuteo; como se pretende hoy con el “lenguaje inclusivo”. Los jacobinos de la Convención revolucionaria francesa creyeron que con el tuteo “habrá menos orgullo, menos distinciones, menos malas intenciones, más familiaridad, un mayor sentido de fraternidad: y por consiguiente más igualdad”.
El Reino del Terror por la igualdad sigue siendo una de las páginas más sangrientas de la historia francesa, solo superable, más de cien años después, por la revolución rusa de 1917. Se calculan entre 16.000 y 35.000 guillotinados y, no siendo suficiente la guillotina para tantos sospechosos, el río Loira se usó para matar más ahogándolos. Quizás por ello, Thomas Piketty inicia su obra, Una breve historia de la igualdad, afirmando que “no se trata de una historia pacífica y ni mucho menos lineal. Las revueltas y las revoluciones, las luchas sociales y las crisis de todo tipo juegan un papel central en la historia de la igualdad”.
Para el Banco Mundial, la educación es “uno de los instrumentos más eficaces para reducir la pobreza, mejorar la salud y lograr la igualdad de género” y “a nivel mundial, los ingresos por hora aumentan un 9 % por cada año adicional de escolarización”. Según el Banco Mundial, “antes de la Covid, era claro que había una crisis mundial del aprendizaje” y el “70 % de los niños de 10 años se encuentra en situación de pobreza de aprendizajes y no pueden leer y comprender un texto simple”. Se trata de los atrapados en la periferia.
Los estudiantes de las carreras de educación tienen el puntaje más bajo en las Pruebas Saber, en 2020, entre veinte carreras universitarias.
En Colombia, se han publicado dos libros que reflejan las preocupaciones por la educación como medio para superar la desigualdad. Primero, el de Moisés Wasserman, La educación en Colombia (2021), y el otro, el del historiador Adolfo Meisel Roca, rector de la Universidad del Norte, y Ángela Granger Serrano, titulado Desigualdades regionales en la educación colombiana (2023). Según Meisel Roca y Granger Serrano, el modelo de periferia y centro se ajusta a la situación desalentadora de los escolares y de su futuro, pues existen “enormes brechas entre los municipios y departamentos de la periferia respecto de los del centro del país”. Por ejemplo, “en Bogotá, tan solo el 15 % de los estudiantes de grado 11 entre 2017 y 2020 estuvieron matriculados en colegios clasificados en la categoría Icfes más baja (D), mientras que en el Chocó alrededor del 81 % de los estudiantes pertenecían a colegios en dicha categoría, y en la región Caribe en promedio el 44 %” y, por ende, los resultados de las pruebas del Icfes o la Prueba Internacional Pisa siempre serán deficientes en la periferia, lo que profundiza la brecha.
Además, “los estudiantes de algunas regiones y ciudades tienen ventaja sobre otros, en la medida en que tienen acceso a docentes mejor preparados”. Por eso, es importante que las maestrías y los doctorados no sean los negocios que se montan en algunas universidades, que reproducen una clientela deseosa de ascenso social fácil y cuya mayor complejidad es la habilidad de llenar los formatos institucionales. Según los autores, “resulta difícil atraer a los mejores bachilleres a la profesión docente”. Además, los estudiantes de las carreras de educación tienen el puntaje más bajo en las Pruebas Saber, en 2020, entre veinte carreras universitarias, “el puntaje promedio de medicina, ingeniería y economía es entre cinco y tres veces más alto que el de los futuros educadores” y “el 75 % de los estudiantes de la carrera de educación tienen un puntaje insatisfactorio o mínimo en razonamiento cuantitativo, y el 64 % clasifica dentro de estos niveles en lectura crítica”. La matrícula puede ser gratuita, pero la calidad de la educación es pésima, así que los jóvenes seguirán atrapados en la periferia y en la desigualdad.
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Vladimir Daza Villar
Magister en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Su área de estudio es la historia económica colonial del siglo XVIII y la etnohistoria. Es fundador del Archivo Digital de fotografía histórica de la Universidad de Caldas, donde es profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales.