El cubano Carlos Manuel Álvarez, Natalia García Freire, de Ecuador y la uruguaya Fernanda Trías, son algunas de las voces literarias latinoamericanas incluidas en este importante ejercicio de la memoria. Fotos, de izq. a der.: María Fernanda García Freire; Ángel Soto; Fernanda Montoro.
Nueve reconocidos autores y escritoras de Latinoamérica leyeron el Informe de la Comisión de la Verdad y narraron, en el libro Verdades compartidas, su mirada sobre el conflicto colombiano desde el poder de la literatura.
La firma de los acuerdos de paz entre el Estado colombiano y las Farc-EP en 2016 fue “un momento de humanidad redimida; (ese) en que América Latina muda parcialmente una piel muerta que ya no le pertenece”.
Entonces viene la búsqueda de la historia que no siempre conocemos porque se nos ha negado o mutilado, dice el escritor y periodista cubano Carlos Manuel Álvarez en el texto “La invención del secreto”, el cual hace parte del libro Verdades compartidas. Nueve lecturas latinoamericanas de los archivos de la Comisión de la Verdad de Colombia (Seix Barral, 2023), proyecto de Hay Festival y el Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ).
En el interés urgente de seguir visitando el pasado para no dejar de nombrarlo, como lo afirma el colombiano Juan Gabriel Vásquez en “Los círculos de la palabra” −texto que abre el libro−, nueve autores y escritoras de la región fueron convocados para que contaran sobre lo que vieron y leyeron en el informe Hay futuro si hay verdad, publicado en 2022.
Desde países y miradas diversas, Natalia García Freire (Ecuador), Antonio Ortuño (México), Nona Fernández (Chile), Junot Díaz (República Dominicana), Ana Paula Maia (Brasil), Carlos Manuel Álvarez (Cuba), Fernanda Trías (Uruguay), Claudia Hernández (El Salvador) y Leila Guerriero (Argentina) asumieron con honor, cierta reserva, algo de temor y muchas preguntas la lectura de este documento trascendental para imaginar la posibilidad de la verdad, el perdón y la no repetición en un periodo −aún de transición– en Colombia.
Primero vino el pudor
“Me pregunté qué tan válida podía ser mi mirada porque quizá no había palabras que pudiera poner. Tenía el reto de desde dónde pensarlo y la responsabilidad de escuchar todo lo que está ahí”, dice la periodista y escritora ecuatoriana Natalia García Freire, cuyo texto tituló “Las lumbres”.
La autora cuenta que recibió con miedo y mucho pudor la invitación a este ejercicio de pensarse casi como un instrumento de escucha que, de alguna manera, podría transmitir esas voces.
Con una inquietud como ciudadana −más que como escritora− asumió el reto de acercarse a un conflicto marcado por violencias a lo largo de nuestros territorios y sobre los cuerpos.
La experiencia fue similar para la escritora y docente de creación literaria uruguaya radicada en Colombia Fernanda Trías, ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz de la FIL Guadalajara, quien se encontró con el desafío ético que le implicó la lectura de cientos de páginas de los nueve capítulos que recibieron para esta iniciativa.
Las dos se enfrentaron a la compleja decisión autoral de borrar sus propias voces para prestarse a escuchar, mediar un testimonio, pensarlo y obligarse a agudizar los sentidos, mirar e invitar a la memoria, como lo explica García Freire.
“Escuchar es un acto de comunidad”
“Sufrir la guerra y rehacer la vida. Impactos, afrontamientos y resistencias”; “Cuando los pájaros no cantaban (volumen testimonial)”;“No matarás. Relato histórico del conflicto armado interno en Colombia”, y “Mi cuerpo es la verdad. Experiencias de mujeres y personas LGBTIQ+ en el conflicto armado”, son algunas de las nueve secciones escogidas del informe, a las que se sumaron documentos de referencia como “Recuerdo mi origen” y “Caso violencias sexuales AUC”, documentales como El silencio es el hijo del miedo y el podcast Luz de la noche.
Trías escogió el capítulo “No es un mal menor. Niñas, niños y adolescentes en el conflicto armado” y a partir de este, dice, escribió a cuatro manos con una niña, Olga María. Fue un texto en el que la uruguaya intervino lo menos posible para dejar su propio lugar y entregar el protagonismo a la voz de la víctima.
En “Todavía Olga” Trías acogió el ritmo de la queja, de las frases que se repiten como una letanía, buscando generar una especie de ritmo y una musicalidad interna.
Crear estos textos implicó para sus autores respetar los testimonios registrados en el informe y honrar el propósito de ese documento en su verdadero peso y valor, histórico y humano, que era recoger y recuperar las voces, poniéndoles rostro, lugar y nombre a las atrocidades.
Del informe valora la manera el gesto de no quedarse mucho tiempo en las versiones de un determinado bando, desatendiendo los otros sino, más bien, intercalando las voces de víctimas y victimarios, guerrilleros y paramilitares, narcotraficantes, secuestradores, soldados, niñas, madres: “Así es como se trabaja la memoria histórica: recuperando testimonios de todas las partes”.
Crear estos textos implicó para sus autores respetar los testimonios registrados en el informe y honrar el propósito de ese documento en su verdadero peso y valor, histórico y humano, que era recoger y recuperar las voces, poniéndoles rostro, lugar y nombre a las atrocidades para que no fueran simplemente una enumeración de horrores, explica Trías.
La escritora estadounidense Ursula K. Le Guin dice que escuchar es un acto de comunidad que implica espacio, tiempo y silencio. Para la autora uruguaya la existencia misma de Hay futuro si hay verdad ya es un acto de reparación para quienes sienten que alguien, en algún lugar, está prestando atención a su historia. Los autores de estos nueve textos escucharon para escribir. Al leerlos, escuchamos esas verdades compartidas.
Nada en la Historia puede darse por perdido
Algunos de los textos de este libro hacen un recorrido desde la no ficción por el conflicto colombiano, y el del cubano Carlos Manuel Álvarez resulta particularmente valioso en su mirada sobre la Revolución cubana como germen del estallido político que inspiró la lucha armada en países como Colombia.
La Habana fue “el meridiano ideológico de un continente insurrecto” que dio a las guerrillas de la región “un carácter internacional y una dirección definida en el equilibrio geopolítico” en su búsqueda de la unidad latinoamericana, explica.
Esa lucha, dice el autor de La tribu, se desfiguró en “un reducto anacrónico, cargado de refugiados revolucionarios de un momento anterior (…), criminal y abiertamente reaccionario” que pasó de la utopía al error.
Guerrilleros colombianos asilados en Cuba, brigadas que fueron semilla del ELN fundadas en las montañas de ese país, la intercesión de Fidel Castro en el proceso del Caguán, son algunas de las acciones que, en palabras de Álvarez, agotaron el arco de la revolución.
Portada del libro “Verdades compartidas” publicado por Seix Barral, una mirada sobre el conflicto colombiano desde la pluma de nueve reconocidos escritores.
Que nunca perdamos la palabra
Trías comparte lo que aprendió con este ejercicio inédito de escritura: a leer con empatía y lejos de una mirada simplista para comprender la extensión del daño que sufrió el tejido social en Colombia.
Al preguntarle sobre su noción de verdad después de este ejercicio de lectura y escritura, García Freire destaca el que se hayan vuelto a poner sobre la mesa esas palabras que parece que han perdido totalmente su poder y su significado.
Reconoce la importancia de volver a construirlas desde lo común, desde la emoción, el cuerpo y la herida: “Tratar de reconstruir una palabra o tratar de que vuelva a una mesa entre todos y recupere su valor. Mi sensación es que se puede volver a tener esa palabra, que ya no sea una cosa que se te vaya de las manos, sino abrazarla entre todos”.
Para la autora de Trajiste contigo el viento el informe pone las voces en el centro de un debate entre territorios que comparten y se hermanan a través de ese proceso que ella considera es un faro para toda Latinoamérica: “Es un enorme proceso de verdad y de memoria histórica que no conocemos del todo. ¿Por qué no estamos hablando de esto? Las violencias actúan de forma igual; la violencia se sistematiza de manera parecida y ese es el lugar que compartimos. Tenemos que contarlas”.
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Juan Camilo Rincón
Periodista, escritor e investigador cultural.