Para Meisel una universidad diversa en cuanto a talentos y grupos sociales encarna el espíritu de lo que debe ser la educación en la región Caribe.
A propósito de los 55 años de la Universidad del Norte, una entrevista con su Rector, en la charla de Contexto.
El nacimiento de la Universidad del Norte nos remite a la Barranquilla de fines de la década del 50 y comienzos de los años 60, época de crecimiento económico y progreso en la ciudad. En ese entonces, un grupo de dirigentes empresariales liderados por Karl C. Parrish, en representación de la Asociación Nacional de Industriales (Andi), la Fundación Barranquilla, hoy Fundación Mario Santo Domingo, y el Instituto Colombiano de Administración (Incolda), suscribieron el acta que constituyó a la Universidad del Norte como centro de educación superior el 24 de enero de 1966, dando inicio a la historia educativa de esta alma mater en el Caribe colombiano.
En el marco de la conmemoración de los 55 años de la Universidad del Norte, Contexto conversó con Adolfo Meisel Roca, economista barranquillero que asumió la rectoría de esta institución en julio de 2018.
Meisel, doctor en Economía y magíster en Sociología de la Universidad de Yale, cuenta que las dos prioridades de la Uninorte son ofrecer una educación de calidad y diseñar mecanismos para lograr atraer a estudiantes que no cuentan con los recursos para formarse como profesionales.
En entrevista con este medio digital, el académico explica cómo esta institución universitaria ha logrado sortear los efectos de la pandemia, y, entre otras ideas, aporta su visión sobre la educación en Colombia aduciendo que es necesario erradicar la doble y triple jornada escolar, llevar a cero el analfabetismo y reducir la brecha en la calidad de educación primaria y básica.
Redacción Contexto: En estos 55 años la Universidad del Norte ha construido una notable historia: un grupo de empresarios de ayer y hoy, junto con los profesores y los alumnos, han hecho de Uninorte una de las mejores de Colombia. Tú sigues la ruta de Julio Muvdi, José Tcherassi Guzmán, Boris Rosanía y Jesus Ferro, quienes como rectores hicieron y consolidaron esta gran institución. ¿Qué prioridades tienes, junto a tu equipo, para seguir ofreciendo educación superior de la más alta calidad?
Adolfo Meisel: La dos prioridades que nos hemos trazado son las de ofrecer una educación de calidad y diseñar los mecanismos para lograr atraer más estudiantes con talento que no tienen a veces los recursos para estudiar. La Universidad del Norte se inició como una universidad de elite. Lo sigue siendo, pero ahora es sobre todo una elite del talento. Digo esto debido a que en la actualidad el 60 % de nuestros estudiantes son de estratos 1 – 3. Esta es una nueva Uninorte. Estos estudiantes están muy motivados y han elevado el nivel académico de nuestra universidad con su esfuerzo y talento. Esto hace que los demás estudiantes tengan que emularlos: una externalidad positiva de la presencia de estos jóvenes brillantes y con ganas de salir adelante.
R.C.: Para estar al alcance de todos los estudiantes se hace necesario desplegar esfuerzos para brindar ayudas financieras a quienes no tienen recursos. ¿Cómo se refleja este propósito de facilitar el acceso por méritos?
A.M.: Tenemos algunas becas que son por mérito académico únicamente. Sin embargo, la mayoría son tanto por mérito como por escasez de recursos. Lo ideal sería, creo yo, poder hacer como en la Universidad de Yale, donde el 100 % de las becas son solo por escasez de recursos. Lo que pasa es que tienen un fondo patrimonial enorme y podrían becar a todos sus estudiantes si necesitaran ese apoyo. En Uninorte hay algunas becas que son un porcentaje pequeño del total, donde no se tiene en cuenta los recursos con los que cuenta el estudiante pues queremos atraer también jóvenes brillantes de todos los grupos sociales. Eso va en beneficio de la diversidad y crea nexos de solidaridad entre grupos socioeconómicos distintos.
La pandemia ha significado un desafío enorme para las instituciones de educación superior. ¿Veremos de aquí en adelante una combinación de virtualidad y presencialidad en la educación superior? Y un tema relacionado con esta situación… ¿más allá del campus, cómo tener mayor presencia en las cotidianidad de las comunidades?
Después de la pandemia habrá algo de virtualidad pero se reducirá mucho. Pienso que será sobre todo para reuniones cortas, pues el exceso de virtualidad deteriora la calidad de la interacción social. Muchas de las cosas positivas que suceden en un campus universitario transcurren de manera no estructurada en los jardines, cafeterías, bibliotecas. Las charlas entre los jóvenes o con sus profesores sin una agenda predeterminada sirven mucho a la formación de los profesionales para ampliar los conocimientos y para establecer redes de amistad y de intercambio profesional.
La presencia más allá del campus se da en las prácticas profesionales, en los intercambios, en los encuentros interuniversitarios de todo tipo y a través de las organizaciones estudiantiles que canalizan los intereses de cada estudiante hacia aquellas actividades que los entusiasman y apasionan.
Hay una gran diferencia en los escalafones de las pruebas Saber Pro entre Uninorte y el resto de instituciones públicas y privadas de la región, las cuales, en su gran gran mayoría, son muy deficientes a pesar de que algunas ostentan la acreditación de calidad. En general la oferta educativa no es buena, ¿qué hacer?, ¿elevar los requisitos de la acreditación es una opción?
Creo que la acreditación es un mínimo. Es necesario que exista pero no diferencia mucho entre unos y otros. Creo que hay otros indicadores muy relevantes, como las pruebas Saber Pro que presentan los jóvenes próximos a graduarse como profesionales. La prueba es muy buena y refleja bastante bien los rangos de calidad. Me parece que el Ministerio de Educación haría bien difundir estos resultados y el Concejo Nacional de Acreditación debería ponderarlo más a la hora de dar acreditaciones, pues en ocasiones las instituciones que acreditan tienen resultados muy mediocres en las Saber Pro.
Con más de medio siglo de actividades académicas, la Universidad del Norte es un referente de educación superior a nivel nacional.
Los efectos sobre la educación básica y primaria de los grupos más vulnerables ha sido muy grande. En las zonas rurales de muchos puntos del Caribe nuestro la deserción ha sido enorme y los que no han desertado han recibido muy poca formación en esta época pues no hay ni los equipos ni la conectividad.
A pesar de algunos avances, la educación básica y primaria en Colombia aún deja mucho que desear y con la pandemia la situación será peor en la medida en que se retrase el regreso a las aulas. La diferencia entre educación rural – pública y urbana – privada se ha profundizado. Moisés Wasserman hace poco anotaba que mientras el 90 % de los profesores del país salen bien evaluados, al 75 % de sus alumnos les va mal. ¿Qué hacer con esta desconexión?
Los efectos sobre la educación básica y primaria de los grupos más vulnerables ha sido muy grande. En las zonas rurales de muchos puntos del Caribe nuestro la deserción ha sido enorme y los que no han desertado han recibido muy poca formación en esta época pues no hay ni los equipos ni la conectividad. Creo que en las evaluaciones de la calidad de la formación de esta generación que se haga en los próximos años se va a reflejar ese daño al capital humano. Habrá entonces que poner en práctica campañas de reforzamiento de emergencia en su instrucción.
Uninorte ha desarrollado un muy exitoso plan de lectura al interior de la universidad. Nuestros jóvenes leen muy poco, lo que no ayuda a mejorar sus expresiones orales ni a agudizar su pensamiento crítico. El rezago de nuestros niños en comprensión lectora, en especial en el Caribe, es inadmisible. ¿Qué hacer? ¿Habrá que modificar el pensum?
En Colombia todo lo queremos resolver con reformas. Reformas que no llevan a nada. Yo diría que hay que crear bibliotecas en todos los municipios y en todos los colegios, hay que editar bibliotecas básicas para dotar esas bibliotecas con libros adecuados para los jóvenes. Estas son acciones concretas que fueron llevadas a cabo hace más de dos siglos en países como Estados Unidos.
Pasemos a otro tema en el que tu liderazgo ha sido clave: el rezago del Caribe colombiano. Además de estudiar el caso con rigor, como lo hace Casa Grande Caribe, ¿cuáles serían las acciones clave para cerrar esas brechas en los próximos 15 o 20 años?
En el tema de las grandes reformas que necesita el país yo soy un liberal radical del siglo XIX. Muchas de las cosas que ellos se proponían se lograron finalmente. Sin embargo, una esencial que no hemos logrado es ofrecer educación básica de calidad para todos los niños. Se habla de construir un tren de alta velocidad entre Cartagena y Santa Marta. Una obra faraónica si se tiene en cuenta que los niños de Tasajera, el Pozón y Arroz Barato van sin desayunar a la escuela y no reciben instrucción adecuada pues no hay computadores, no hay libros, no hay un buen baño o buenas instalaciones deportivas en sus colegios. Un tren de ese tipo vale unos 10.000 millones de Euros. Con eso construiríamos todos los colegios que necesitamos en la costa Caribe.
Si fueras Ministro de educación por 4 años seguidos y te piden que te comprometas con 3 objetivos concretos, ambiciosos y medibles, ¿cuáles serían?
Yo lo que quiero es sentarme cuatro años seguidos a leer en el balcón de mi apartamento, desde donde veo en las mañanas la Sierra Nevada de Santa Marta, el rio Magdalena y a lo lejos el mar Caribe. Pero le diría a un ministro de educación tres cosas que debe hacer: erradicar la doble y triple jornada escolar por falta de instalaciones; llevar a cero el analfabetismo, y reducir la brecha en la calidad de la educación primaria y básica durante esos cuatro años. Con eso se puede ir con la cabeza en alto cuando termine su periodo ministerial.