El congreso más grande sobre América Latina se tomó Bogotá

Hace poco más de un mes, en el interior de una farmacia de Chapinero, Bogotá, tres hombres murmuraban sospechosamente. El tema de conversación era el famoso poeta del siglo XVI, el Inca Garcilaso de la Vega. “Seamos serios”, dijo el más bajito de los tres, “es poco creíble que el Inca hubiera dicho eso con esa intención. Lo que pasa es que usted es un adornista.” Siguieron unas inexplicables risas. 

Sin duda, la botica Farmatodo –en esta ocasión más digna de la Bogotá del chileno José Antonio Soffia y del maestro Miguel Antonio Caro– rara vez había acogido una conversación tan erudita. Sencillamente, era la prueba de que los asistentes al congreso de Lasa (Asociación de Estudios Latinoamericanos) se habían tomado Bogotá del 12 al 15 de junio de 2024. 

Lasa, fundada en 1966, es la asociación más grande para los académicos especializados en estudios de América Latina. Hoy cuenta con más 13.000 miembros, más del 60 por ciento de éstos residentes fuera de los Estados Unidos. 

La misión de Lasa, como bien lo demuestra la conversación sobre el Inca Garcilaso, es fomentar la discusión intelectual, la investigación y la enseñanza sobre América Latina y el Caribe, así como promover los intereses de su comunidad diversa, sus vínculos y el debate público. Lasa organiza anualmente un congreso que reúne a expertos de América Latina. Este año, el turno fue para Bogotá.

La temática general de este año fue “Reacción y resistencia: imaginando futuros posibles en las Américas”. Bajo este título se reunió uno de los congresos más grandes y diversos de la historia de esta organización. La organización colombiana atrajo a 5.477 participantes –que se presentaron tanto de forma presencial como virtual–, oriundos de 63 países diferentes. Esta multitud de especialistas dio lugar a la notable cifra de 1.459 sesiones entre paneles, mesas redondas, workshops y presentaciones de libros, sumando un total de 4.386 exposiciones. El espectro de disciplinas y áreas de estudio representadas también reflejó esa diversidad. La historia, las humanidades, las ciencias sociales, las políticas públicas, la economía, la cultura, la sociedad: el congreso mostró los resultados más recientes de los estudios internacionales sobre América Latina.    

Esta masiva reunión tuvo lugar en la Universidad Javeriana de Bogotá. A diferencia de otros congresos que se organizan en salones de hoteles y auditorios de eventos corporativos, las aulas universitarias ofrecieron un ambiente especialmente cálido. Las exposiciones fueron atendidas por estudiantes y académicos, dando lugar a ricas discusiones.

Es difícil insistir demasiado en la importancia de un evento de esta envergadura. Los intercambios intelectuales del congreso bogotano mostraron los resultados de muchos proyectos de investigación que se vienen desarrollando desde hace años, fortalecieron a otros que están en sus etapas iniciales y sembraron las semillas de futuras colaboraciones. El congreso anual de Lasa es siempre una oportunidad única para el aprendizaje mutuo entre las academias del norte y del sur, de Europa y las Américas. Un acontecimiento que esta vez le tocó a la capital colombiana acoger con gracia  eficiencia. 

Pero el impacto del evento sobrepasó el ámbito formalmente académico. La ciudad, con sus cafés, hoteles, restaurantes e incluso, como ya se ha dicho, farmacias, fue testigo de estimulantes conversaciones, aunque por desgracia, a veces, demasiado breves. No se equivocaba Inca Garcilaso al recordarnos que “la vida es corta: viviendo todo falta, muriendo todo sobra”.