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Plano de la fortaleza y puerto de Santa Marta, imagen del Archivo General de Indias. Al fondo, una imagen de la actual Valledupar.

¿Tuvo la actual capital del Cesar en épocas de la colonia su propio “corralito de piedra”?

Valledupar, conocida por su rica tradición musical y cultural, guarda en sus calles secretos que se han desvanecido con el tiempo. En su corazón, entre el murmullo de las voces y las notas de vallenato, yace una historia intrigante y misteriosa: ¿fue alguna vez esta una ciudad amurallada?

El velo que ocultó esta pregunta fue desgarrado por el historiador Tomás Darío Gutiérrez, quien fue el primero en argumentar la existencia de murallas, pero su postura se vio cuestionada por la falta de evidencia física y a la incertidumbre que rodeaba la única fuente documental que citó: los cronistas de Indias. No obstante, se ha rescatado la verdad de las sombras perdidas. Dos cartas de 1583, una enviada por el cabildo de Santa Marta y otra por el cabildo de Valledupar, arrojan luz sobre la cuestión. Uno de estos documentos, recuperado con perseverancia por el investigador Carlos Liñán-Pitre, pinta un cuadro claro de los acontecimientos que rodearon la existencia de las murallas de Valledupar.

La carta del cabildo de Santa Marta, publicada en el libro De las Indias remotas… Cartas del cabildo de Santa Marta (1529 – 1640) de la Universidad del Norte de Barranquilla, narra cómo los indígenas se alzaron contra Valledupar en la oscuridad de la noche. La ciudad, hasta entonces pacífica durante más de treinta años, se encontró presa de las llamas y la destrucción. El gobernador Don López de Orozco se vio obligado a reconstruir el asentamiento y rodearlo con una muralla de más de nueve metros de altura, con el propósito de salvaguardarla de futuros ataques.

El testimonio del cabildo de Valledupar, conservado en el Archivo de Indias, complementa esta narrativa, describiendo la rebelión indígena que resultó en la quema de la ciudad y la iglesia mayor, junto con la pérdida de reliquias y ornamentos. La supervivencia de los ciudadanos se debió a su refugio tras las murallas, donde resistieron hasta que el gobernador López de Orozco llegó para restaurar el orden y la paz.

La rebelión indígena resultó en la quema de la ciudad y la iglesia mayor, junto con la pérdida de reliquias y ornamentos. La supervivencia de los ciudadanos se debió a su refugio tras las murallas, donde resistieron hasta que el gobernador López de Orozco llegó para restaurar el orden y la paz.

Estos documentos confirman la existencia de las murallas de Valledupar, que en la época eran llamadas “cercas”. La conexión entre el término “cercas” y murallas se encuentra respaldada por otros ejemplos históricos, como las cercas de Madrid que servían como defensa. Además, la solicitud del cabildo de Santa Marta que se encuentra en el mismo libro, para la construcción de una fortaleza, detalla una “cerca fuerte” junto a torreones, proporcionando evidencia adicional.

La certeza de la existencia de estas murallas suscita nuevos interrogantes que invitan a la investigación. ¿Dónde se ubicaban exactamente estas murallas? ¿Qué sucedió con ellas con el paso del tiempo? ¿Podrían sus restos ser hallados en futuras excavaciones? Además, se plantea la cuestión de si los trabajos de construcción en el centro histórico de la ciudad han respetado los protocolos de conservación arqueológica.

Valledupar tiene ahora una historia adicional que contar. La sombra de la duda se ha disipado, revelando evidencia documental de murallas olvidadas que alguna vez protegieron sus calles y habitantes, e invitando a aquellos que se aventuren en su pasado a descubrir sus secretos ocultos.

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Ernesto Altahona Castro

Investigador aficionado a la historia de Valledupar. Ha obtenido un MBA en Inglaterra y un Máster en gerencia ambiental. Se desempeña como Product Manager en Binance.US.