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Foto: Presidencia de la República.

Un breve análisis al documento “Colombia, potencia mundial de la vida”, Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026.

El Gobierno Nacional presentó las bases del Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2022-2026 titulado “Colombia, potencia mundial de la vida”. El PND debe ser aprobado por el Congreso Nacional y en su versión definitiva contará con el plan de inversiones y las disposiciones instrumentales en el articulado. Intentaré hacer un muy breve resumen del contenido del documento.

El propósito del nuevo PND es sentar las bases para que Colombia se convierta en un líder en la protección de la vida a partir de la construcción de un nuevo contrato social que busca la superación de injusticias y exclusiones históricas, la no repetición del conflicto, el cambio del relacionamiento con el ambiente y la transformación productiva sustentada en el conocimiento y en armonía con la naturaleza.

Los elementos constitutivos son tres: (i) el ordenamiento del territorio alrededor del agua; (ii) la transformación de las estructuras productivas para que las economías limpias y biodiversas reemplacen la producción intensiva en el uso del carbono; y (iii) la sostenibilidad que debe estar acompañada de la equidad y la inclusión.

En las bases se definen cinco transformaciones: (a) Ordenamiento del territorio alrededor del agua, (b) Seguridad humana y justicia social, (c) Derecho Humano a la alimentación, (d) Internacionalización, economía productiva para la vida y acción climática, y (e) Convergencia regional. Dadas las limitaciones de espacio, profundizaré solo en esta última por considerarlo de interés regional.

La convergencia regional parte de la necesidad de reducir las brechas territoriales y socioeconómicas. Propone fortalecer los vínculos entre los territorios, el Estado y los ciudadanos. Una de las estrategias planteadas es una gobernanza descentralizada que promueva transformaciones institucionales, sistemas de gestión de recursos eficaces y transparentes, promoción en el desarrollo de capacidades para la toma de decisiones, enfoque de innovación y participación ciudadana. Además, contempla la planeación supramunicipal, la conectividad física, digital y de comunicaciones entre los territorios, y la recuperación del capital social.

Algunos elementos positivos de las bases del PND es su extensión, ya que se logró sintetizar en un poco más de 200 páginas. Un avance frente a los documentos de anteriores gobiernos que en algunos casos rondaban las 1.000 páginas. Además, se limitó el número de indicadores de resultados, lo cual puede ayudar a realizar el seguimiento y la rendición de cuentas.

Sería bueno conocer los pormenores de los mecanismos que regirán la estrategia porque es conocida la debilidad institucional local, que podría ser una barrera al éxito de lo propuesto.

Si bien, en general, se podría estar de acuerdo con lo propuesto, las bases del PND no mencionan cómo se implementarán las estrategias y, como dice el adagio, el diablo está en los detalles. Por ejemplo, propone que las dinámicas urbanas financien los procesos de sostenibilidad ambiental y las necesidades del campo. Lo anterior implicaría una concurrencia de varias fuentes de financiamiento a la estrategia nacional, ya que los gobiernos locales son los encargados de extraer recursos de las dinámicas urbanas a través de herramientas como la plusvalía o la contribución de valorización. Sería bueno conocer los pormenores de los mecanismos que regirán la estrategia porque es conocida la debilidad institucional local, que podría ser una barrera al éxito de lo propuesto.

El documento señala la necesidad de aumentar la tributación para cerrar las brechas. Nuevamente se recalca la importancia de las ciudades, especialmente las grandes e intermedias, por el gran potencial fiscal que tienen los impuestos al suelo y las rentas derivadas de los procesos urbanísticos. Valdría la pena conocer algunos números sobre el potencial de estas fuentes, dados los conocidos problemas catastrales y la falta de capacidad de gestión fiscal en muchas urbes.

Por otro lado, esta visión de fiscalidad en la urbanización contrasta con el enfoque de sostenibilidad esbozada, ya que señala que las ciudades no pueden crecer de manera indefinida. Por ejemplo, podría esperarse que una mayor tributación sobre el suelo y los procesos de urbanización frenen el crecimiento del suelo urbano habilitado y, en consecuencia, los recursos fiscales potenciales. Esto sin contar que impulsaría la urbanización ilegal, que tarde o temprano se daría para resolver la demanda de suelo urbano que podría presentarse.

El nuevo PND está en proceso de construcción y hay diferentes espacios en donde la ciudadanía puede participar. En esta nota abordé solo una de las tantas propuestas incluidas. Valdría la pena que tomáramos un momento para dar una mirada al documento y realizar los aportes que consideráramos pertinentes. No debemos olvidar que este PND será la hoja de ruta que guiará las acciones del Gobierno en los próximos cuatro años.

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Jaime Bonet

Economista de la Universidad de los Andes con una maestría en Economía y un doctorado en Planeación Regional de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. Desde 2013 se desempeña como gerente de la sucursal de Cartagena del Banco de la República, en donde ejerce como director del Centro de Estudios Económicos Regionales (CEER).