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El puente Ferrans en la Barranquilla del sigo XIX.

El explorador Georges Sogler, a su paso por
Colombia para estudiar las poblaciones indígenas del Caribe colombiano, visitó Barranquilla y consignó sus percepciones de la ciudad.

El 17 de julio desembarcamos en Sabanillas, en Colombia. El puerto era inmenso pero poco profundo. Una vía ferrea que pasaba sobre el mismo muelle nos condujo a Barranquilla. El trayecto fue de dos horas.

Barranquilla, cabecera de la provincia del mismo nombre en el departamento de Bolívar, es el principal puerto de Colombia. Fundada en 1629, hasta hace unos cincuenta años esta ciudad no era más que una aldea de 4.000 o 5.000 habitantes. Sin embargo, su estratégica posición geográfica entre el delta del río Magdalena y Puerto Colombia (Sabanillas), aunada al rápido desarrollo del comercio y el laborioso espíritu de sus habitantes, la han convertido en una de las ciudades más florecientes del país. Desde hace algunos años ha marchado tan intrépidamente hacia el progreso que puede ser comparada con algunas ciudades de los Estados Unidos. Su población actual sobrepasa los 35.000 habitantes y en ella se realizan construcciones todos los días.

Sus alrededores son notables. Los comerciantes europeos y colombianos a quienes la fortuna les ha sonreído, y que en este caso son casi todos, han levantado hermosas villas de techos rojos y postigos verdes. Cada villa está rodeada de jardines repletos de frutas y flores cercados, al estilo europeo, mediante pequeños muros coronados de rejillas. Su aspecto es tan alegre que debo reconocer que, después de recorrido todo el resto de la provincia del Magdalena, el desierto de Río Hacha, Ciénaga y Río Frío, creía encontrarme en el Paraíso en este floreciente suburbio citadino.

El puerto fluvial de Barranquilla es el punto de partida de los barcos a vapor que, remontando el río, se dirigen a diferentes localidades ribereñas. Barranquilla es un paso obligatorio para los viajeros y para casi todos los bienes que se importan y exportan por el Atlántico. El muelle de Sabanillas es el tercero del mundo tanto por su solidez como por sus dimensiones. El mercado de la ciudad es el más importante del país. Fue construido por el más rico de sus propietarios, don Esteban Márquez, quien además se ha encargado de dotar a la ciudad de sus más bellas edificaciones. Entre los monumentos puedo citar un lindo teatro en construcción, un bello hospital, una iglesia presbiteriana, tres iglesias católicas, una casa bancaria (el Banco de Barranquilla) y en fin, escuelas y colegios para muchachos y jovencitas.

La fiesta más popular y curiosa es el carnaval. Todo el mundo se disfraza. Nunca se verán máscaras de personajes de la corte, sino hombres vestidos de mujeres, unos de asnos, algunos en caballos y la gran mayoría a pie.

La población

Los profesionales se hallan muy bien representados en la ciudad. Hay médicos instruidos, abogados eméritos y hombres de letras. Todos son poetas. A las calles se han abierto salones llenos de encantadoras mujeres con trajes claros que se balancean perezosamente sobre mecedoras, en poses voluptuosamente castas. Solo se tienen ojos para este espectáculo viviente de impresiones indescriptibles. De todas las embelesadoras criaturas, no se sabe a cuál adorar. Su magnífica indiferencia tiene la particularidad de ser involuntaria, pero infinitamente provocadora y uno termina por amar el país.

Las fiestas y el carnaval

Cualquier acontecimiento sirve de pretexto a las fiestas y a las vacaciones escolares y obreras. Se prende la pólvora en pleno día, se celebran bailes públicos en las noches, se realizan marchas musicales y corridas de toros en plena calle. La fiesta más popular y curiosa es el carnaval. Todo el mundo se disfraza. Nunca se verán máscaras de personajes de la corte, sino hombres vestidos de mujeres, unos de asnos, algunos en caballos y la gran mayoría a pie. Durante ocho o diez días, podrán reencontrarse los mismos individuos portando, como signo de adhesión a la fiesta pública, una sencilla falda de mujer hasta las rodillas que cuelga de uno y otro hombro y a veces sujeta con alfileres. La mayoría, y sobre todo, las mujeres, tienen la cara pintada. Esta es una antigua costumbre india, conservada por una raza que pareciera estar fuertemente mezclada con su sangre.

Todas las clases sociales están representadas en el carnaval. En las ciudades de la costa, por lo general, se organizan tres bailes. El baile primero está compuesto por jóvenes y jovencitas de la buena sociedad; el baile segundo es el de la pequeña burguesía; el baile tercero es del pueblo.

Tomado de “Indios y viajeros. Los viajes de Joseph de Brettes y Georges Sogler por el Norte de Colombia 1892-1896”, Editorial Universidad Javeriana.