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Marlon Brando y el actor palenquero Evaristo Márquez en una escena de “Quemada”, filme de Gillo Pontecorvo.

Una reseña de la novela El hombre que hablaba de Marlon Brando, de J. J. Junieles, “un lienzo de recuerdos, vivencias y dramas en una ciudad cercana al paraíso y al infierno”.

En el año 1968, en la ciudad de Cartagena de Indias, inició la producción de la película Quemada, dirigida por Gillo Pontecorvo y protagonizada nada más y nada menos que por Marlon Brando, quien para la época ya se había hecho merecedor de un Premio Óscar por su actuación en Nido de Ratas y quien ya era uno de los rostros más reconocidos de Hollywood. El recuerdo de la grabación de la película, que involucró a toda la sociedad cartagenera de la época sin distingo de clase social, es el detonante de El hombre que hablaba de Marlon Brando, la más reciente novela de J.J. Junieles (Sincé, Sucre, 1970), publicada por Editorial Planeta este año.

La historia inicia cuando el italiano Giuseppe Tommasi decide regresar a Cartagena, ciudad donde trabajó en su juventud como asistente de producción en Quemada. En ese tiempo desarrolló una camaradería con Brando, con ‘el turco’ Alsino Bitar y otros personajes involucrados en la filmación. Es precisamente el turco Bitar quien presenta al italiano con Santiago Barón, un periodista que se encuentra realizando una crónica sobre la grabación de la película y la conmoción que esta causó en la sociedad cartagenera de entonces. En algún momento de las conversaciones entre Bitar, Barón y Tomassi, sale a relucir el nombre de Evangelina Saumeth, una cantante de reputada belleza cuyo cadáver fue hallado flotando en un lago, en las épocas de la grabación. La evocación de Evangelina remece las aguas de la historia y da origen a este relato apasionante.

 

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Portada de la novela de J.J. Junieles.

Junieles subvierte la fórmula de la novela negra, en las que comúnmente la historia principal gira alrededor de un asesinato y en que la memoria y la nostalgia son apenas elementos de contexto. Me atrevo a afirmar que en esta obra ocurre totalmente lo contrario, un crimen sin resolver actúa como telón de fondo para una novela sobre la nostalgia y el amor, amor al cine, al recuerdo, o a las mujeres, si se quiere.

En esta novela, Junieles toma la historia de un asesinato irresuelto que se enzarza en los recuerdos de la filmación y de las aventuras de los amigos Brando, Tomassi y Bitar por las calles de la Cartagena de finales de los años sesenta; mientras tanto, en el presente, Santiago Barón busca desenvolver la historia de Evangelina Saumeth y termina involucrado en un oscuro círculo de poder en el que participan miembros corruptos de la sociedad. Junieles pone en evidencia la desigualdad en Cartagena, cómo esta se convierte en caldo de cultivo para el crimen y cómo nuestras circunstancias marcan nuestras expectativas.

Es posible que quien se acerque a El hombre que hablaba de Marlon Brando esperando una novela negra se lleve una sorpresa —o una decepción— pues esta obra va más allá de simplemente exponer los enrevesados y corruptos hilos del poder. Junieles subvierte la fórmula de la novela negra, en las que comúnmente la historia principal gira alrededor de un asesinato y en que la memoria y la nostalgia son apenas elementos de contexto. Me atrevo a afirmar que en esta obra ocurre totalmente lo contrario, un crimen sin resolver actúa como telón de fondo para una novela sobre la nostalgia y el amor, amor al cine, al recuerdo, o a las mujeres, si se quiere.

El personaje de Evangelina Saumeth es un elemento encantador. En la cantante podemos ver cómo la belleza puede ser causa de fortuna como de desgracia, en la medida en que su hermosura y talento, que tanta admiración causaban, también fueron los desencadenantes de su desdicha y la de quienes se enamoraron de ella. Evangelina, con todas sus virtudes, funciona como un símbolo de cuán difícil es para una mujer prosperar en un contexto de desigualdad y machismo como Cartagena, de los problemas que acarrea recibir atención no deseada, una situación que Karina, el nuevo interés romántico de Tomassi, también llega a sentir de primera mano. A través del recuerdo de Evangelina, Junieles explora hábilmente las pasiones que despierta la belleza, la frustración que produce el desamor y la consecuente ira, sentimientos con los que el lector se sentirá identificado a plenitud; y por supuesto en ese sentido es inevitable recordar a Rilke, “pues la belleza no es nada sino el principio de lo terrible, lo que somos apenas capaces de soportar, lo que sólo admiramos porque serenamente desdeña destrozarnos. Todo ángel es terrible.” 

 

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En su novela Junieles juega con los géneros literarios y periodísticos para llevarnos hábilmente por un viaje en el tiempo.

Por supuesto, es imposible hablar de esta novela sin mencionar la evocación del gran Marlon Brando, sus excentricidades y vivencias en la ciudad amurallada, y su inigualable carisma. Valiéndose de la crónica, el autor recopila varias anécdotas que dan cuenta de la personalidad del actor, de las convicciones que lo convirtieron en ícono de una época de reivindicaciones políticas y sociales. Hallaremos en el Brando recordado a un hombre de acciones consecuentes con los ideales que pregonaba, como cuando rechazó el Óscar por el trato que se daba a los nativos americanos en las películas de Hollywood, especialmente las de John Wayne, más allá de su escandalosa vida privada, que no le concernía sino a él.

No exagera el periodista Erick Duncan cuando afirma que, en esta obra, J.J. Junieles se lanza en busca de la novela total. Tampoco Elena Chafyrtth, en diario El Espectador, cuando dice que “Junieles nos habla de un pasado que puede volver en cualquier momento y hacernos latir el corazón con más fuerza”. Por su parte, el crítico Ernesto Gómez Mendoza, comentó que “Junieles es un santo de la nostalgia. Al fin conozco a un auténtico alumno de García Márquez que como el alumno emblemático consigue volverse en un artista parangonable con el maestro” De otro lado, María Angélica Pumarejo, expresa en el diario El Pilón, que “la poesía ha elevado esta historia a un buen lugar en la narrativa actual. Se compadece con el mundo creado, lo hace aprehensible, hace que nos toque en lo elemental y en lo extraordinario, flexibiliza lo que podría, sin ella, ser un simple cálculo de tiempos o de coincidencias” Y por su parte, Gustavo Tatis Guerra, en el periódico El Universal, expresa, “con el rigor del reportero, la audacia del cronista, la sensibilidad del poeta y la versatilidad del que cuenta una historia salvada de la memoria fragmentada del tiempo, Junieles construye su novela, que es un lienzo de recuerdos, vivencias y dramas en una ciudad cercana al paraíso y al infierno.»

Se trata entonces de una apuesta literaria ambiciosa al exponer una diversidad de géneros que enriquecen la experiencia de lectura. En ella podemos encontrarnos con una novela negra, monólogos poéticos, crónica periodística o narrativa pura, que configuran una obra con una historia fascinante y de lectura ágil y placentera cargada de memoria, un tributo a la nostalgia y al cine, que en palabras del autor “es una de las cosas que no ha dejado que el mundo se acabe”.

Jesús Ovallos

Escribió los libro de cuentos Mártir (Ediciones Exilio, 2018) y Las malas decisiones (El Taller Blanco, 2019). Ganador del concurso de Crónica Un Norte Por contar (Editorial Planeta – Gobernación de Norte De Santander, 2017).

 

 

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