Performer, artista y feminista, la barranquillera Hellvira ha encontrado en la piel de sus personajes una coraza a prueba de odio. Fotos: archivo personal de la artista.
Entrevista a la ‘performer’ costeña que encontró en el sexo su mejor armadura.
Hellvira no es completamente humana ni completamente un monstruo. Su habilidad para transformarse de mujer a diosa del inframundo la ha hecho sentirse separada de los otros, incluso de sí misma, como si parte de ella perteneciera a otro plano aunque habite el mismo espacio.
Hellvira es una artista performática que muestra muchas formas de ser mujer. Ella revela a través de su performance sus ideas sobre la libertad sexual, la censura, la religión, lo queer, el placer y el deseo. En su última obra, La Loba, se transforma en un animal peligroso que inspira miedo y rechazo, y que no necesita a nadie para cuidar sus heridas: Hellvira está convencida de que no tiene que pertenecer a una manada para vivir.
Elvira Lavey Dracul, el nombre que identifica a Hellvira en su cédula de ciudadanía, también es mi vecina. Desde la intimidad de nuestro edificio en el Centro de Barranquilla me ofrece esta entrevista que hemos ensayado, sin querer, muchas veces, con el placer del café de la mañana, antes de que la conversación tomara la forma que viene a continuación.
Hellvira antes de transformarse en “La Loba”.
Estefanía Mejía: ¿Por qué elegiste personificar un monstruo? “Hellvira, la que viene del inframundo”.
Hellvira: Decidí personificar demonios porque creo que ser mujer genera miedo, por el poder que tenemos de dar vida y por el deseo que despertamos. Me gusta jugar con el complejo de virgen-prostituta y más con el de prostituta que el de virgen, por supuesto. Me gusta utilizar mi imagen como escudo y decir: sí soy. Incluso, estando muy chiquita en el colegio me decían coya. Entonces yo decía ¿ah sí? Y uso esas palabras, que buscaron ser hirientes, como armadura.
E.M.: Y ¿cómo te hemos tratado los mortales?
H.: Me reciben con mucha confusión. Nunca he buscado ser complaciente, no es mi manera de ser para nada. Yo no me quito la ropa para complacer a nadie, lo hago por mí. Para mí desnudarme es como un acto de liberación, el momento en el que más poderosa y más vulnerable, al mismo tiempo, me siento, y es una mezcla de sentimientos muy potente.
En Colombia ser mujer puede ser letal ¿Por qué viniste a este plano terrenal?¿Qué nos viniste a traer?
Yo creo que vengo a romper toda una tradición y un linaje de mentiras, rebelándome ante las máscaras y los convencionalismos sociales.
Me contabas que te hartaste de las “preguntas picantes” ¿Qué te gustaría que te preguntaran de la sexualidad femenina que no te hayan preguntado hasta ahora?
Pues a mí me gusta hablar del placer y del sexo, pero desde nuestra perspectiva, desde la perspectiva femenina que es la que ha estado siempre silenciada. La pornografía por ejemplo ha estado en su gran mayoría hecha desde un punto de vista masculino; luego, la educación sexual que muchos reciben es viendo porno, entonces por eso los manes no saben follar, porque crecen con eso. El deseo y la sexualidad tienen tantas capas, y las mujeres, las personas en general, tienen diferentes cosas que las excitan, que las emocionan, entonces me gusta hablar desde ese lugar.
Para mí desnudarme es como un acto de liberación, el momento en el que más poderosa y más vulnerable, al mismo tiempo, me siento, y es una mezcla de sentimientos muy potente.
Collage digital por Elvira Lavey.
Sé que te han propuesto hacer porno, y dijiste que no ¿Por qué?
Sí me interesa hacer porno, pero he dicho que no porque me lo han propuesto desde una industria pornográfica mainstream, que además es una industria poco ética, es muy mala paga con las mujeres. Y no solamente es mala paga, hay mucho maltrato. Detrás de esa industria hay cosas muy pesadas y oscuras, como el tráfico humano. Y bueno, tampoco no es la manera ni estética ni artística como yo quisiera verme, representarme, o representar algo. Porque la sexualidad es infinita, todos somos tan diferentes y tenemos diferentes necesidades y maneras de buscar el placer, y el placer es infinito. No es nada más el mete y saca, que es donde la gente comúnmente se queda; el mete y saca, y la leche en la cara. Baby no, no seamos tan básicos. Leche en la cara sí, pero no así.
Como Hellvira o como Elvira Lavey, ¿qué quieres hacer en tu presente en Barranquilla?
El Diabolique Cabaret fue un proyecto que creé, lideré y dirigí por siete años de los diez que viví en Bogotá. Logré muchas cosas: gané becas con Idartes, con el Ministerio de Cultura. En la última etapa del Diabolique, por ejemplo, estábamos trabajando con mujeres diversas, con diferentes arquetipos de mujeres, normalmente fetichizados y marginalizados y fue un trabajo muy bonito. Decidí salir de Bogotá porque me parece una ciudad muy hostil, unas personas que consideraba mis colaboradores y amigos hicieron un hate-page anónimo y público, una página de odio en Instagram. Eso me hizo cuestionar dónde estaba poniendo mi confianza y mi energía, entonces volví a Barranquilla para reconstruirme y sentar bases más firmes que soporten mi proyecto. Incluso hice un año de celibato para lograr limpiar mi energía sexual. Entonces compré mis máquinas de coser, monté mi taller de vestuario, me construí mi capullo, mi útero con mis gatos, y la Elvira de ahora se está dedicando a sanar a través de la creación y de mi marca Doña Elvira. Entonces estoy en ese proceso de regeneración que es constante y nunca acaba, pero ya me siento lo suficientemente fuerte como para volver a salir al escenario con la presentación de La Loba, que tú viste.
Yo vi el performance de La Loba, en vivo, en Bogotá. Lloré porque para mi fue muy emotivo y poderoso verte en el escenario después de escucharte ensayar una y otra vez desde mi casa. ¿Qué hay detrás de La Loba?
La Loba es una mujer que ha sido herida, mancillada, burlada y que buscó el amor desesperada en muchas partes, hasta que por fin se dio cuenta de que todo eso que ella buscaba en tantos amantes y en tantos lugares estaba dentro de ella misma. Entonces es eso: transformo mi rabia en fuerza y no dejo que esas experiencias me llenen de odio sino aprender de ellas.
En su documento de identidad Elvira encarna a una vampiresa tropical.
¿Qué música estás escuchando ahora?
Estoy súper pegada con una banda de California que se llama Twin Temple, que es una banda satánica, y pues hacen doo-wop, rockabilly, soul con letras muy satánicas. Estoy pegadísima con Brian Eno, uno de mis productores favoritos de todos los tiempos. Soy una chica Led Zeppelin. En todo caso nada de esa verga del reggaetón…
¿Por qué no te gusta el reggaetón, oye?
El reggaeton es una expresión de ser latino y lo valgo por eso pero es una parte muy pequeña de la riqueza de nuestra cultura y se está llevando demasiado protagonismo frente a la música deliciosa que se hace aquí. A veces escucho letras de reggaeton y pienso ¿Con eso están creciendo nuestros niños? ¿Eso es lo que estamos viendo ahora? ¿Esos son nuestros referentes? O sea, el acabose. Soy una señora, lo siento.
Me parece raro e inusual que te llames a ti misma señora a los 34 años.
Baby porque ya soy Doña Elvira. Además, Elvira es un nombre que heredé de mi abuela y siempre me sentí incómoda con él por lo aseñorado. Y ya, fui creciendo y siento que hoy me sienta divinamente y que soy una señora regia. Me siento mejor ahora que en mis veintes, definitivamente.
¿Qué tan diferentes son Hellvira y Elvira? Y no es que Elvira sea menos monstruosa, porque además te cambiaste el nombre legalmente a Elvira Lavey Dracul.
Y en la foto de mi cédula soy un vampiro, además. Hellvira es una extensión de Elvira, una exageración, pero soy yo. En realidad esa hipersexualización de mi personaje es mi armadura también, me protege. Yo prefiero mostrarme peor de lo que soy, y dar miedo.
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Estefanía Mejía P.
Vecina del Barrio Abajo. Su gusto por el electropop escandinavo y por el sistema nórdico de medios públicos la llevaron a completar un MPhil. en Media Studies en la Universidad de Oslo. Comunicadora Social y Periodista de la Universidad del Norte, Barranquilla.