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Acción del Castillo de Maracaibo (1840), obra del pintor José María Espinosa.

El 24 de junio de 1821, La Heroica fue testigo del asalto comandado por José Prudencio Padilla. La sangrienta lucha llevó al destierro del enemigo español.

Cartagena, 30 de Septiembre de 1821. Con Cartagena en manos realistas la independencia definitiva de los colombianos no podía ser.

En agosto de 1815, cuatro años después de la emancipación absoluta, el Rey envía a su mejor militar, el General Pablo Morillo, para asediar por tierra y mar a la plaza inexpugnable. Tres meses duró el cerco, falleciendo la tercera parte de la población. ¡Fácil decirlo! Pero resulta que esa cifra representaba a nuestras familias, quienes valientemente persistieron hasta que sus fuerzas no dieron más. Los sitiadores entran el 6 de diciembre de 1815.

Saltemos a 1821: estábamos bloqueados ¿Otra vez? Desde hacía un año, por el General Mariano Montilla, del ejército libertador.

Y algo muy curioso sucede. El gobernador, Gabriel de Torres y Velasco, quien era muy apreciado por los cartageneros –esto lo sabemos por tradición oral también–, ese día, el 30 de septiembre, envió un manifiesto a todos los habitantes de Cartagena, dándoles un informe, como les había prometido: “no perdonando al efecto medio alguno de cuantos estuvieron á su alcance para conciliar ambos objetos (rendición e intereses particulares) antes de decidirse á alejarse de vosotros”.

Él estaba despidiéndose de nosotros, con quienes había compartido su vida de 1815 a 1821. Los cartageneros: ¡Angustiados! Tan pronto estábamos en el bando monárquico como en el republicano, después al rato estábamos en el bando monárquico, y de vuelta al bando republicano. Y a decir verdad, el hombre se portó bien.

¿Por qué se vio obligado el Gobernador a dejar por escrito este documento “y de manifestaros en consecuencia las comunicaciones tenidas con los Gefes de las fuerzas sitiadoras después de la perdida de los castillos de Bocachica, ocurrida el día seis de Julio último”…?

Aquí es donde aparece en escena Padilla, nuestro victorioso héroe naval. Con una trayectoria de varios años en la Armada Española, tomó parte en la Batalla de Trafalgar contra Nelson, a bordo del navío San Juan Nepomuceno, ascendido a contramaestre por su audacia, astucia, inteligencia y coraje. Su capitán, Cosme Damián Churruca, es representado en el óleo, Muerte de Churruca, del pintor español Eugenio Álvarez Dumont, obra que muestra al Contramaestre José Padillla sosteniéndolo, herido de muerte, en sus brazos. Fue preso Padilla, llevado a Inglaterra y después de tres años fue amnistiado y liberado. Entonces Padilla regresa a Cartagena en 1808, el Apostadero Naval lo nombra Contramaestre en el Arsenal.

Padilla, el prócer marino

El 11 de noviembre de 1811, los getsemanicenses obligan a la Junta de Gobierno a declarar la independencia absoluta. Ya vemos a un Padilla enarbolando la bandera republicana. Luego conoce a Bolívar, en 1812, aceptándolo como líder.

Cuando en 1815 ya la situación de hambruna y mortandad en Cartagena era insostenible –cientos de cadáveres de nuestros familiares regados por las calles, dentro de las casas, y la escasez de víveres–, el Gobernador Juan de Dios Amador decide evacuar la plaza; embarcar a todo soldado que “1udiese cargar un fusil”, muchos líderes del gobierno, y una que otra familia pudiente; se desalojaría la plaza con los 13 barcos corsarios, fondeados en la bahía. El día D: el 5 de diciembre de 1815.

Y ¿quién abre camino en Bocachica para romper el cerco naval? El Alférez de Fragata, José Prudencio Padilla. Al mando de su goleta libra una batalla infernal contra los dos castillos, San Fernando y San José, certeramente dando en el blanco, manteniendo ocupados a los españoles, y dejando pasar a los cartageneros. De los trece barcos, tan solo tres llegan a su destino.

La Noche de San Juan

Pasan los años, en mayo de 1821, Mariano Montilla, como Comandante en Gefe del Ejército de la Costa, comisiona al Capitán de Navío, José Padilla a liberar Cartagena. Penetra por el Estero de Pasacaballos a la Bahía con “una escuadrilla de fuerzas sutiles, compuesta de 43 canoas ligeras pero bien armadas y tripuladas aún mejor”, cuenta Eduardo Lemaitre en La Independencia, Historia General de Cartagena.

Rápidamente, Padilla se apodera de varios puntos en la bahía; Bocachica queda aislado, cortando comunicación y vías para aprovisionarse de Cartagena.

La proximidad de la fiesta de San Juan, el 23 de junio, llamada también Noche de San Juan, celebrada hace doscientos años, con fandangos y ron fue el momento perfecto para un ataque sorpresa.

Dos cosas muy importantes sucedieron.

Una: fue el secreto mejor guardado.

Dos: el Coronel Federico Adlerkreutz, conde sueco por más decir, simuló un ataque por tierra a media noche, y a la señal de un cohete, la acción naval empieza. “… Padilla dio un golpe decisivo, realizando la hazaña de raptarse, de debajo de los fuertes de la plaza, toda la escuadrilla sutil que los españoles tenían allí refugiada, al amparo de los baluartes del Reducto, de Santa Isabel y de Barahona (en el Arsenal); y de echar a pique, además, el bergantín Andaluz. La operación se realizó silenciosa y sorpresivamente, aprovechándose de que esa noche, en la plaza, se celebraba una “tenida” masónica a la que asistía la alta oficialidad española…” sigue narrando Eduardo Lemaitre.

La proximidad de la fiesta de San Juan, el 23 de junio, llamada también Noche de San Juan, celebrada hace doscientos años, con fandangos y ron fue el momento perfecto para un ataque sorpresa de las fuerzas navales del almirante Padilla.

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El Almirante Jose Prudencio Padilla (Riohacha, 1784 – Bogotá, 1828), militar, prócer y marino colombiano que participó en las guerras de independencia.

Aquí el mismo Padilla da un parte de la batalla a su compañero de hazaña, el Coronel Adlerkreutz:

 

“Señor Coronel: Organizado el plan que con V.S. había acordado, y comunicadas las señales de inteligencia con la línea de tierra para figurar un ataque general a la Plaza y hacerlo efectivo sobre sus fuerzas sutiles, mi escuadrilla se apostó en el “Manzanillo” a las ocho de ayer noche. A las doce se retiró la ronda para ser relevada, y aprovechando esta oportunidad seguí sus aguas hasta llevar al enemigo el estrago, la muerte y el espanto, sacando por despojo del centro de los peligros las lanchas, barcos y bongos situados en el Arsenal y bajo las baterías del Reducto, Cerro (San Felipe), Santa Isabel y Barahona y baluarte de San Ignacio, únicos buques de guerra con que contaba el enemigo gobernador Torres, dejando a pique el bergantín Andaluz y el bongo No. 10. Lo horroroso del combate, que se empeñó a lanza y a la espada, precipitó la muerte a más de cien soldados enemigos, y se infiere que dos de ellos son el arrogante Cordero, Comandante General de Marina y su segundo D. Juan Carranza. Yo ofendería el valor de mis soldados, si exceptuara a alguno de esta victoria… (Siguen sin embargo los nombres de varios). La adjunta nota impondrá a Ud., muchos años. Cospique, junio 25 de 1821, José Padilla. Señor coronel Mariano Montilla, Comandante en Jefe del Departamento de la Costa. Nota de los efectos tomados: 11 buques de guerra con piezas correspondientes, que ascienden hasta 19 del calibre de a 24, 66 fusiles, muchas lanzas y 12 barriles de pólvora.” Eduardo Lemaitre, concluye.

 

A consecuencia de la victoria del 24 de junio, a las dos semanas, el 6 de julio, los castillos de Bocachica se rinden a Padilla.

Al día siguiente, 7 de julio, Padilla envía la primera misiva al Gobernador: “Intimación hecha a la Plaza, por el Comandante general de las fuerzas sutiles, (a) enemigos que ocupan la Bahía”. Es Padilla quien navalmente, culminó la tarea de independizar a Colombia.

Un total de 16 hojas –aportadas por Roberto Carlos Martínez Méndez–contiene las “intimaciones a la rendición de la Plaza” y las capitulaciones entre el ejército colombiano y el español. A este manifiesto nos referimos al principio, y con el cual el Gobernador Gabriel Torres y Velasco, en un gesto muy generoso, manda a la Imprenta Calvo e Hijo el 30 de septiembre de 1821 a estampar toda misiva y hacerlo público a los cartageneros.

María Victoria García Azuero

Académica cartagenera, Miembro Correspondiente de la Academia de Historia de Cartagena de Indias. La Editorial Seleer en Málaga, España, publicó el primer tomo de su libro Biografías de Personajes Cartageneros a través de la historia… (Genealogías de las familias cartageneras).