Efraim Medina Reyes (Cartagena, 1967) regresa con “La mejor cosa que nunca tendrás”, una novela sobre el dolor de crecer.
Contexto dialogó con el escritor cartagenero, quien está de paso por Barranquilla para presentar su más reciente novela “La mejor cosa que nunca tendrás”.
Efraim Medina regresa a Colombia recargado de amor, sexo y música. Vuelve el más sexy e ingenioso artista caribeño para presentarnos su más reciente obra titulada La mejor cosa que nunca tendrás (Seix Barral). Efraim Medina Reyes nos cuenta en esta entrevista instántanea la forma de su cuerpo, su alma y su vacío. Nos entrega este libro como algo que, tal vez, no merecemos.
John Better: ¿Qué forma, color o aroma tiene esa mejor cosa que nunca tendremos?
Efraim Medina: Tiene la forma del vacío.
J.B.: ¿Has visto esa cosa alguna vez?
E.M.: No es algo que se pueda ver o tocar, no está en los límites de nuestra comprensión, simplemente duerme en el corazón, en los nervios, es algo que intuyo, que presiento. Una puerta que se cierra hacia la realidad y abre agujeros en el alma.
¿Podría ser el amor ‘esa cosa’?
Es todo menos el amor, al menos no el amor en el sentido pedestre y funcional que hemos concebido. Esa cosa es exactamente lo que nunca será el amor.
¿Qué geografía recorre La mejor cosa que nunca tendrás, tu nueva novela?
Varias, por supuesto. Ciudad Inmóvil, Bogotá y Europa donde están la mayor parte de las huellas de mi paso por este puerco mundo. También contiene la novela la geografía de mis muertes: mi padre, mi perro, mi inocencia, Ciro Díaz, el amigo esencial que tuve y otros amigos entrañables que se fueron. Mi geografía como hombre y padre son el centro de las pesquisas que me llevaron a escribir este libro. Y más y más sutiles mapas de dolor y dicha, de ilusiones y desencantos: la geografía de mis músicas, las que me alimentaron y las que he ido diseñando. Y todo eso que existe en mí y que de alguna forma soy.
La sinopsis que leemos sobre tu nuevo libro parece querer recobrar algo perdido…
Soy amoroso, pero nunca nostálgico. Estoy en perenne construcción y mi curiosidad no tiene límites. No puedo buscar lo perdido porque jamás perdí nada, estoy impregnado de mi existencia y viven en mí cada tiempo y matiz del tiempo que pasó. Cada experiencia y rasgo. Mis libros, mi arte, no busca, sino que expresa y define.
¿Te sientes desligado de eso que llaman “literatura colombiana”? ¿Existe tal cosa?
Me siento desligado de cualquier etiqueta, del mercado editorial o cualquier otro, de esa pila de grumo y babosa y trasnochada retórica que hace ya décadas llaman “la nueva generación de escritores colombianos”. Tengo dos pasaportes y múltiples mundos, vivo hace mil años en Europa y tengo ya raíces profundas allí, mi hijo y mi hija son del norte de Italia, allí nació también la madre de ellos. La cifra de lo que escribo no tiene una nación precisa, mi aventura se extiende más allá de identidades y marketing parroquial.
“La mejor cosa que nunca tendrás” es un longplay, un álbum doble influenciado por el blues y el más clásico rock. Por eso al abrir el libro encuentras que se trata del Vol. 1. El Vol. 2 será lanzado en marzo.
¿Qué sonidos, músicas, filmes nos cruzaremos en este libro?
El sonido de mi banda 7 Torpes y su historia está en las páginas de esta novela, también las músicas que me constituyen: la infancia bajo el influjo de los ritmos antillanos y el blues, el rock y sus tendencias que acompañó mi legendaria amistad con Ciro Díaz y Tico Cortes. Carlos Jacquin, Joe Arroyo y Miles Davis y tantas claves y sortilegios que los melómanos van a disfrutar. En cuanto al cine, siempre tendrá lugar en mi modo de concebir el oficio de escribir y vivir. Viviendo en Europa he tenido acceso a una gama más amplia de cine independiente y propuestas experimentales de las que incluso estoy siendo parte.
Si ese libro fuese un disco, en ¿qué género lo ubicarías?
En realidad La mejor cosa que nunca tendrás es un longplay, un álbum doble influenciado por el blues y el más clásico rock. Por eso al abrir el libro encuentras que se trata del Vol. 1. El Vol. 2 será lanzado en marzo. Escribí una novela de ochocientas páginas dividida en dos partes que funcionan en modo independiente, pero están conectadas en todos los sentidos. El género sería rock alternativo.
Tres músicos, tres poetas y tres mujeres a quienes les leerías las primeras páginas de esta nueva novela
Solo a tres mujeres: mi hija Elisa, mi madre Elisa y mi sobrina Laura Elisa.
Boxeaste alguna vez, ¿con quién te subirías hoy a un ring?
No creo que nadie esté dispuesto a subirse al ring con una máquina de destrucción de mi talante. Peso aún 83 kilos y mido 187 centímetros, no fumo, pero bailo
¿Te molesta que aún algunos insistan en que eres solo un provocador?
¿Cómo podría molestarme? Es solo la opinión de alguien, su asunto. Como ya escribí: Tienes razón, tienes toda la razón, pero es lo único que tiene.
Cítame de memoria una frase de una película que hayas repetido frente al espejo.
Soy solo un hombre normal con una verga enorme.
En donde radica el placer (si hay) a la hora de escribir.
En el inolvidable dolor y la insondable lucidez que subyace en cada línea que escribí y que espero inocular a quien me lee.
Portada de la más reciente obra de Medina, publicada por Seix Barral.
“La mejor cosa que nunca tendrás”, por Efraim Medina (fragmento)
“Uno tiende a vivir en el pasado, por más que quiera ir hacia adelante. Uno patina sobre la extremadamente lisa y mojada superficie tratando de salir de allí, de dejar atrás cada maldita cosa que lo hiere. Pero el pasado vuelve, se superpone, es un obstinado forúnculo en la frente que aplastas y nace una y otra vez. ¿De dónde viene esta patética costumbre de amenazar? ¿De dónde sale esta voz hosca y este vivir a la defensiva? No sé ni siquiera si lo hizo adrede, que yo sepa no es una asesina.
Quizá solo quiso darme un escarmiento o agregar emoción a mi juego. La imagen del sujeto titila en mi mente. ¿Realmente estaba allí o fue una señal apocalíptica? Nunca he sido bueno para distinguir entre sueño y vigilia, entre ilusión y resaca, entre realidad y alucinaciones. Me saqué la aguja y oprimí la vena por un par de minutos. Me levanté y fui al baño. Luego volví a la habitación, a recoger mis cosas ante la mirada indiferente de otra pequeña y horrible enfermera. Me despedí con un gesto de mis tres compañeros. Dos dormían y el chico estaba pegado al celular. Salí de allí y me planté en la entrada del hospital. Emma llegó con media hora de anticipación. También por eso la adoraba. En el auto, mientras íbamos al apartamento, permanecimos silenciosos escuchando la información del tráfico y deslucidas canciones que despedía la radio. Durante ese trayecto la miré muchas veces de reojo, su belleza era más eficaz para mis heridas que los antibióticos. Amaba a esa mujer y me prometí jamás decirle cuánto. Ya antes había cometido aquel desliz y aún estaba pagando las consecuencias”. [Página 58-59]
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Efraim Medina Reyes
Nació en Cartagena de Indias y vive entre Colombia e Italia. Ha escrito, entre otras, las novelas Érase una vez el amor pero tuve que matarlo, Técnicas de masturbación entre Batman y Robin, Sexualidad de la Pantera Rosa, Lo que todavía no sabes del pez hielo, Los infieles Vol 1. Acto de pudor y Hombres de humo y mujeres que los aman. El cine y la música son parte de sus oficios. En Italia reactivó su banda 7 Torpes y en 2022 ha lanzado el álbum La forma del vacío (Greatest flops).
John Better
Poeta y escritor barranquillero autor, entre otros, de los libros China White (2006), Locas de Felicidad (2009) y las novelas A la caz(s)a del Chico Espantapájaros (2016) y Limbo (2020).