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Foto: come libros.com

La solución al bajo nivel de lectura en los estudiantes puede ser resuelta siguiendo las siguientes recomendaciones.

Hace unas semanas dije en este mismo medio que el mayor problema educativo en Colombia es no aprender a leer a tiempo, y mencioné algunas cosas que se podrían hacer para resolver el problema. Me han preguntado por más detalles sobre el tema. En esta nota señalo la importancia que la neurociencia tiene para identificar cómo enseñar a leer de una manera efectiva.

Primero, a diferencia de otros sectores importantes para el desarrollo de un país, en el caso del sector educativo no hay paradigmas científicos que permitan diseñar soluciones a los problemas que el sector enfrenta. Por ejemplo, en el sector agricultura hay ciencia que permite incrementar producción de productos agrícolas (tipo y calidad de semillas, fertilidad del terreno, etc.); en el sector salud hay ciencia que permite identificar cómo se puede disminuir la mortalidad infantil (medicinas, vacunas, etc.); o en el sector infraestructura hay ciencia que permite construir puentes que soporten terremotos de grados altos en la escala sismológica de Richter. 

En el caso del sector educación, estos paradigmas no existen. Sin embargo, desde hace varias décadas, expertos han estado tratando de vincular la neurociencia y la educación y, últimamente, ha habido un consenso sobre el papel que la neurociencia tiene en la educación. De hecho, con base en la investigación de la neurociencia, algunos científicos argumentan que la forma en que el cerebro aprende y procesa la información debe ser un paradigma para ser tomado en cuenta en el diseño de políticas educativas, específicamente cuando se trata de impulsar la alfabetización (aunque también para el aprendizaje y el desarrollo cognitivo en general).

Nuestros cerebros no están preprogramados para traducir letras en sonidos, aprendemos a leer reutilizando partes del cerebro destinadas a hacer otras cosas, tales como el procesamiento visual, la comprensión del lenguaje y la producción del habla. Se ha comprobado que la lectura depende de la capacidad del sistema visual para reconocer conjuntos de objetos pequeños, tales como letras, como patrones o pautas. Es decir, la ciencia cognitiva nos dice que las personas comienzan a aprender con pequeños fragmentos de información, como una letra, luego conectan estas letras en palabras hasta que el cerebro las reconoce de la misma manera que el cerebro reconoce las caras de las personas. Una vez que esto se logra, los estudiantes pueden leer; y sólo entonces pueden comprender y aprender.

Aprendemos a hablar oyendo. Oyendo a nuestros padres cuando hablan entre ellos, oyendo a nuestros familiares, a amigos, a gente hablando en la TV, pero para poder leer alguien tiene que enseñarnos. La neurociencia indica que la mejor manera de hacerlo es basarse en la fonética para aprender a leer desde el pre-escolar hasta el tercer grado. Es el camino más efectivo a seguir, especialmente cuando el lenguaje es ortográfico (que se pronuncia como se escribe), como es el caso del Español. En muchos países ya han acogido a la fonética como el método a seguir. En efecto, inclusive países donde el lenguaje nacional no es ortográfico como en los Estados Unidos con el Inglés, más de treinta estados también lo han acogido como política formal de enseñanza de la lectura.

Algunos científicos argumentan que la forma en que el cerebro aprende y procesa la información debe ser un paradigma para ser tomado en cuenta en el diseño de políticas educativas, específicamente cuando se trata de impulsar la alfabetización. 

Las herramientas que ofrece la neurociencia mejoran nuestra comprensión de los vínculos entre la audición, el procesamiento de sonidos lingüísticos y el desarrollo de la lectoescritura, y esto es cada vez más crítico para garantizar que los niños de todo el mundo aprendan a leer. Como lo anoté en el mencionado artículo, las herramientas para enseñar a leer y escribir basadas en esta nueva investigación ya han demostrado ser efectivas, especialmente para niños de bajos ingresos. De hecho, la información emergente del campo de la neurociencia se puede aprovechar para ayudar a garantizar que todos los jóvenes aprendan a leer a la edad adecuada.

La fonética es saber que los sonidos y las letras tienen una relación. En otras palabras, es el vínculo entre lo que decimos y lo que podemos leer y escribir. Ofrece a los lectores principiantes las herramientas que necesitan para pronunciar palabras. Por ejemplo, los niños aprenden que la letra m tiene el sonido de /m/ como en mamá. Aprenden cada letra, una a la vez, y por medio de un proceso llamado mapeo ortográfico, las palabras se alojan en la memoria del niño, quien llega a reconocerla a simple vista. Y resulta que la ruta más eficiente y eficaz para este mapeo es vincular los sonidos, letra por letra, con las palabras escritas. ¿Recuerdan de la m con la a, ma? ¿Y de la m con la i, mi? ¿De mi mama me ama? Etc.

¿Cómo se puede enseñar a los estudiantes a leer de manera más efectiva y temprana? Sugiero usar lo que algunos donantes, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil están desarrollando y probando en algunos países del mundo. La idea es mejorar la comprensión mediante los siguientes elementos: (i) mejorar la eficacia de la enseñanza con lecciones que incluyen un guión a seguir, con instrucción directa y supervisión; (ii) garantizar el uso eficiente del tiempo de instrucción (reclamando tiempo de lectura específico durante la semana dentro y fuera del aula, incluido el hogar); (iii) proporcionar materiales de lectura relevantes (con elementos visuales apropiados como letras grandes, con espacios, pocas imágenes y pequeñas, pero principalmente libros de texto con suficiente material de práctica); (iv) cambiar la práctica pedagógica siguiendo este ciclo: enseñar las letras una por una, desarrollar la automaticidad, y aumentar la conciencia fonológica de forma tal que los niños reconozcan, identifiquen y usen los sonidos –fonemas– que componen las palabras); (v) desarrollar un estándar simple de evaluación/desempeño/competencia que todas las partes interesadas puedan entender y medirlo para monitorear el progreso, incluyendo brindar retroalimentación a todos los estudiantes (por ejemplo, número de palabras leídas por minuto o fluidez, porque según la neurociencia, existe una fuerte correlación entre la velocidad y la comprensión); y (vi) involucrar a los padres para que motiven a sus hijos a aprender a leer.

 

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Eduardo Vélez Bustillo

Profesor Visitante en Peking University, en China, y en Kobe University, en Japón.

 

 

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