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Santa Marta se ha llenado de gatos. La cuestionable costumbre de abandonar a estos animales en el Polideportivo ha creado problemáticas de maltrato animal y salubridad. Foto: El Heraldo.

El doloroso caso de los 31 gatos incinerados en un refugio animal evidencia las profundas falencias en materia de protección animal por parte de las autoridades de la ciudad. Animalistas le exigen a la Alcaldía Distrital pronta solución a la sobrepoblación animal.

Ha pasado una semana desde el incendio del refugio animal en el que perecieron 31 cachorros de gatos y la sociedad de Santa Marta aún no se ha repuesto del shock. Con el pasar de los días, la imagen del pequeño albergue de madera arrasado por las llamas sigue fija en la retina de los samarios. Este espacio, ubicado en la Unidad Bolivariana del Polideportivo de la Villa Olímpica, calle 22 con carrera 19, se ha convertido en una especie de lugar de peregrinación para muchos, que asisten a visitarlo con una especie de sentimiento de deuda. Esa sensación que queda, después de una tragedia, de que se pudo evitar. Que hay mucho por hacer, y también, por exigir. 

Del dolor, aún vivo en muchos, se pasó a la indignación y a la acción. Los colectivos ambientalistas y de protección animal no han dejado de reclamar a la administración distrital cumplimiento a la política pública de protección, solidaridad y bienestar animal, ‘Santa Marta, libre de maltrato animal’, a cargo de la Secretaría de Gobierno Distrital, la cual fue instaurada en 2018. 

El documento está disponible en la web. Su lectura, en medio de este tipo de hechos, generan una serie de interrogantes. Desde el título de la política, hasta su objetivo: “Protección y atención integral a los animales en el distrito de Santa Marta”, pasando, además, por lineamientos como el Acuerdo 024 con el Concejo distrital, que autoriza “Crear el Centro de Bienestar Animal Distrital”, un albergue con reglamentación oficial que no ha entrado en funcionamiento. En la página 11 hay un párrafo que opera como ‘mea culpa’, pero que además, sigue describiendo el panorama actual: “Estos esfuerzos y acciones no han sido suficientes para garantizar la protección, solidaridad y bienestar de los animales del Distrito, por lo que motiva esta política a reunir y encaminar todos los esfuerzos para tal fin”. 

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Los restos incinerados del del antiguo albergue que fue quemado con 31 gatos dentro. (Der.) Ana Karina Castañeda Salas, abogada, edilesa de la localidad 2 de Santa Marta y animalista. 

Ana Karina Castañeda Salas, abogada, edilesa de la localidad 2 de Santa Marta y reconocida activista de protección a los animales en la ciudad, fue una de las líderes del plantón que se realizó el pasado viernes 24 de marzo por la muerte de los 31 gatitos (la mayoría de los animalistas dicen que en realidad eran más de cincuenta). La manifestación se realizó frente a las puertas del edificio de la Alcaldía, pero ningún funcionario atendió los reclamos. Por lo cual, la protesta se movilizó hasta la calle 30 con carrera cuarta en horas de la noche, donde el equipo de la administración distrital, encabezado por la alcaldesa Virna Johnson, realizaba evento de rendición de cuentas. La protesta fue ignorada. 

“Debido a los hechos que ocurrieron con los gatos, pedimos que se aceleren las investigaciones y se ejecute una pena ejemplar para los autores de estos hechos”, afirma Castañeda Salas. 

La activista precisó que si bien hay acciones de prevención contra el maltrato animal por parte del Distrito, el abandono masivo de perros y gatos, de caninas y gatas preñadas, los envenenamientos, entre otros, siguen siendo pan de cada día en la ciudad. Por lo cual, solicita a las autoridades la ejecución de la política pública animal, ya en marcha, para que no se repitan estos hechos. “Hay que pensar de qué manera podemos incentivar la cultura de la adopción, y el tema de cuidado y respeto por los animales en los colegios”, dijo Castañeda Salas. 

La activista aseguró que junto a otros colectivos visitaron el espacio del posible Centro de Bienestar Animal, en la vía a Gaira. Sin embargo, la administración distrital no ha anunciado cuando podría entrar en funcionamiento. 

La Veeduría de Bienestar Animal Santa Marta fue uno de los colectivos que ayudó a levantar el pequeño albergue para gatos en el Polideportivo que fue quemado y se ha mostrado especialmente crítica con la Alcaldía Distrital en el manejo de este tema.  

A la falta de un albergue que permita el adecuado cuidado de los animales en Santa Marta y que debería ser operado por el distrito con el fin de evitar improvisados refugios para mejorar la dramática situación de cientos de animales en “situación de calle”, para los animalistas samarios palpita el sentimiento de impotencia por la reciente “masacre” felina. Si bien un día después de la muerte de los gatos la alcaldesa Virna Johnson aseguró que se investigaría el caso para encontrar a los culpables y ofreció una recompensa de hasta 15 millones de pesos, hasta el momento no se ha dado con el paradero de los culpables. Solo queda el nebuloso recuerdo de algunos trasnochadores, quienes aseguraron a las autoridades que minutos antes del incendio del albergue, ocurrido a las 12:40 a.m., vieron a dos hombres en moto merodeando por las cercanías. La investigación policial estableció que los responsables rociaron líquido inflamable al refugio y prendieron fuego.

Si bien hay acciones de prevención contra el maltrato animal por parte del Distrito, el abandono masivo de perros y gatos, de caninas y gatas preñadas, los envenenamientos, entre otros, siguen siendo pan de cada día en la ciudad.

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El nuevo refugio para los gatos del Polideportivo, construido por iniciativa ciudadana, en su nuevo hogar. Fotos: Ricardo Rodríguez.

Mientras, como es conocido en Santa Marta, los gatos pululan por todos los espacios del Polideportivo. Es costumbre arraigada en la ciudad, ya cuestionada por los animalistas, que todo aquel que quiera deshacerse de un gato lo suelte en este inmenso parque. 

Muchas personas dejan agua y comida a los felinos. La enérgica constitución de estos animales y su sentido de independencia les ayuda a sobrevivir. Sin embargo, deportistas y usuarios del parque también han expresado su molestia, pues argumentan que no es el lugar para mantener estas colonias gatunas. 

La falta de medicina y cuidados especiales para los felinos pueden convertirse en vector de enfermedades, entre ellas, rabia y toxoplasmosis. Hay áreas del parque que apestan a excrementos. 

Finalmente, el ciudadano Luis Felipe González Rubio, junto a un grupo de amigos, decidieron recoger fondos y construyeron un nuevo albergue de madera, que dispusieron en el mismo lugar de la conflagración. González Rubio, de profesión ingeniero, asegura que aunque lo movió la compasión por el destino fatal que tuvieron los felinos, este nuevo refugio “debe ser temporal. No es la salida a este problema”. Por lo cual, añade, le corresponde al distrito plantear una solución. Tal solución podría ser el tan esperado Centro de Bienestar Animal que la ciudad necesita.

 

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Ricardo Rodríguez Vives

Editor y periodista monteriano, Especialista en comunicación y periodismo digital de la Universidad Pontificia Bolivariana. Creador del proyecto de ilustración informativa cultural Tertoons.blogspot.com