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El economista antioqueño Rodrigo Botero Montoya y Luisa Nicholls de Botero, en una fotografía de Hernán Díaz. Fuente: Banco de la República.

Una reseña del libro “Pionero. Apuntes sobre la vida de Rodrigo Botero Montoya”, de Armando Montenegro. Obra clave para entender la historia económica del país y sus personajes.

La emergencia del grupo de técnicos que contribuye al buen manejo de la economía mediante la utilización del conocimiento experto fue un hecho trascendental en la historia del siglo XX en Colombia. Tuvo lugar en la segunda mitad de los años sesenta. Un hito definitivo para su consolidación fue la fundación de Fedesarrollo en agosto de 1970, al término de la administración de Carlos Lleras Restrepo y en la cual se dio amplio juego al equipo de economistas e ingenieros quienes, desde el Departamento Nacional de Planeación, dejaron su impronta en las realizaciones de ese gobierno.

Rodrigo Botero Montoya, secretario económico del presidente Lleras Restrepo a lo largo de todo ese cuatrienio, fundó Fedesarrollo y fue su director en los primeros cuatro años de vida de la entidad. En diciembre de 1970, al renunciar abruptamente la cúpula técnica del Departamento de Planeación enfrentada con el nuevo Presidente de la República, Rodrigo Botero la invitó a hacer parte de la nueva entidad, que aspiraba a convertirse, como en efecto lo logró en sus ya 52 años de existencia, en un centro independiente de investigación económica y social, de gran reputación nacional e internacional. La institución no solamente influye en la adecuada conducción de la política económica colombiana, sino que forma a un numeroso conjunto de hombres y mujeres como formuladores de política pública en el país. Fue entonces, en enero de 1971, cuando aterrizaron en Fedesarrollo individuos de la talla intelectual de Roberto Junguito, Guillermo Perry y Antonio Barrera.

En abril de 1971, Fedesarrollo publicó el primer número de la revista Coyuntura Económica. Un medio especializado que comenzó a analizar trimestralmente la marcha de la economía en una época en la cual era muy difícil contar con cifras y estadísticas, estudiarlas y evaluar su comportamiento en el corto plazo. Rodrigo Botero y María Mercedes Cuellar prepararon el primer número de la revista.

Botero renunció a la dirección de Fedesarrollo en agosto de 1974 para ocupar el Ministerio de Hacienda al iniciarse el gobierno de Alfonso López Michelsen. El diseño y la puesta en marcha de la reforma tributaria de 1974, una de las más ambiciosas y trascendentales entre las muchas de esta naturaleza que se han aprobado en el país, fue su responsabilidad. Estuvo en el Ministerio hasta diciembre de 1976 y al retirarse fundó otra revista: Estrategia Económica y Financiera, de enorme repercusión en los círculos económicos, empresariales y políticos del país, cuyo primer número vio la luz en junio de 1977 y que, infortunadamente (porque hace mucha falta) desapareció al final de los años ochenta. Junto con Rodrigo, Rudi Hommes, María Mercedes Cuellar y Marta Lasprilla fueron artífices de la publicación, pero fueron muchos y de alto calibre los colaboradores de la revista. En 1988 Botero tomó la decisión de radicarse con su esposa en Cambridge, Massachusetts, en donde vive en la actualidad. A sus 87 años continúa pendiente del devenir colombiano, escribe columnas para El Colombiano de Medellín y se preocupa por la marcha de Fedesarrollo.

Armando Montenegro ha publicado un libro sobre la vida de Rodrigo Botero Montoya en el cual se se hace justicia a un colombiano protagonista fundamental de nuestra historia.

Los lectores se preguntarán, con razón, quien es Rodrigo Botero Montoya, cuál es su trayectoria vital, en dónde nació, en dónde se educó, en dónde realizó sus estudios universitarios, cómo fue su paso por la vida pública antes de fundar Fedesarrollo, cuáles fueron sus ideas y las influencias importantes en su vida.

Armando Montenegro ha publicado un libro titulado Pionero. Apuntes sobre la vida de Rodrigo Botero Montoya en el cual se responden los interrogantes anteriores y se hace justicia a un colombiano protagonista fundamental de nuestra historia quien, por su discreción y por “su tratado de límites” con el entorno, como él mismo lo afirmó, corre el riesgo de no ser reconocido por las nuevas generaciones de economistas y tecnócratas colombianos.

La vida de Rodrigo Botero es la de un antioqueño, hijo de un ingeniero de petróleos que fue a dar a los cinco años a las instalaciones de El Centro, cerca de Barrancabermeja, porque su padre trabajaba allí en la concesión petrolera de la Tropical Oil Company. Muchas veces oí decir a Rodrigo que había aprendido a hablar inglés en Barranca, en donde hizo sus estudios de primaria con profesores de excelencia y no solamente conoció la vida en un enclave petrolero moderno sino, como escribe Montenegro, “la cara trágica de la pobreza de Barrancabermeja, un pueblo que según el censo de 1938 tenía apenas 15.041 habitantes, y exhibía los signos del atraso y de las altas tasas de mortalidad infantil de gran parte del resto de Colombia”. Esa impresión temprana lo marcó profundamente, fue decisiva en la formación de sus ideas y en el interés siempre presente de promover la modernización del país, el crecimiento de la economía y la superación del atraso.

 

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La vida de Rodrigo Botero, fundador de Fedesarrollo y ministro de Hacienda del gobierno de Alfonso López Michelsen, es reseñada en este libro, obra de Armando Montenegro publicada por Naranjo Editores.

Por el traslado de su padre a Bogotá en 1945, Botero terminó sus estudios secundarios en el colegio de San Bartolomé, regentado por los jesuitas, en donde, paradójicamente, formó su mentalidad de demócrata liberal, opuesta tanto a la intolerancia religiosa como al autoritarismo y la violencia partidista. Al terminar el bachillerato y gracias a la actividad de su padre, obtuvo apoyo financiero para realizar estudios universitarios en MIT, en Cambridge, en donde comenzó a estudiar ingeniería, pero terminó de economista, apasionado por los problemas del desarrollo económico. Allí conoció y contrajo matrimonio con Luisa Nicholls, su compañera de toda la vida, fallecida hace un par de años, y estableció una fructífera relación con sus profesores y compañeros que le sirvió para moverse como pez en el agua por todo el mundo.

Al regresar a Colombia inició su vida pública en el Banco de la República. Fue posteriormente funcionario del Ministerio de Fomento (el cual, según Botero, “no fomentaba nada”) y el primer director de la CVM, la Corporación de los Valles del Magdalena y el Sinú, antes de desempeñarse como secretario del presidente Lleras Restrepo.

Rodrigo Botero ha sido, sin duda, el colombiano más conocido a nivel internacional. Además de un relato preciso y claro, el libro de Montenegro incluye un buen número de fotografías y caricaturas alusivas al paso de Botero por el Ministerio de Hacienda y permite comprobar el ámbito dentro del cual se desenvolvió su actividad desde sus estudios iniciales por MIT, los profesores, los compañeros, y los personajes latinoamericanos y mundiales con los cuales interactuó, hasta su relación actual con la academia en Cambridge.

Gracias a Armando Montenegro por la publicación de este libro, importante en la biblioteca de la historia económica colombiana y de sus protagonistas. Gracias, también, en nombre de quienes trabajamos en Fedesarrollo en los primeros años de su existencia, liderados por Rodrigo Botero, por este merecido homenaje en vida. En mi caso personal hice en Fedesarrollo la transición de la ingeniería a la economía. Y, corrigiendo los textos de Coyuntura Económica en la casa de Rodrigo, en el frío nocturno del barrio Bosque Izquierdo en Bogotá, aprendí a escribir sobre temas económicos. Razones poderosas para vivir agradecido con el padre de la tecnocracia colombiana.

Carlos Caballero Argáez

Escritor y columnista. Ingeniero Civil de la Universidad de Los Andes. Magíster en Ciencias de la Universidad de California en Berkeley y Magíster en Asuntos Públicos de la Universidad de Princeton.