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Juan Luis Londoño, un líder irrepetible. Foto: Portafolio.

Escrita a dos manos, una evocación del economista y político antioqueño que enriqueció la discusión sobre el desarrollo social en Colombia.

Siempre tuve la convicción de que mi querido amigo Juan Luis Londoño sería Presidente de Colombia. Inteligente, preparadísimo, trabajador incansable, curioso, riguroso y con algo tan necesario como escaso en estos tiempos: tenia un formidable don de gentes. De sonrisa fácil, sincero y de mirada clara, hubiera sido un político imbatible frente a la impostura, la falta de liderazgo y la poca capacidad de transmitir confianza y entusiasmo de la mayoría de los políticos actuales. Juan Luis era un líder muy especial: escuchaba, convencía, emocionaba, gustaba.

Su talante empezó a vislumbrarse desde muy temprano: un entusiasmo desbordante fue el causante de haber tumbado a su pareja en un baile de 15 años mientras intentaban bailar un vals. Su vocación lectora, inculcada desde muy temprana edad por su abuelo Julián de la Cuesta era tal, que madrugaba todos los días para capturar de primero los periódicos que en esa época los repartidores metían por debajo de la puerta. Su afán de conocimiento lo llevó a la osadía de matricularse en dos universidades al tiempo, en Eafit, que era donde estudiaba “oficialmente” y  en la Universidad de Antioquia donde estudiaba Economia a escondidas de la familia. Para movilizarse fácilmente entre ambas instituciones rompió la alcancía y con sus ahorros compró una moto en la que se andaba a toda velocidad para aprender de Economía y Administración. Ese era Juan Luis Londoño de la Cuesta.

Pero el destino tenía otros planes. “Juancho” murió en un absurdo accidente aéreo el 6 de febrero de 2003 mientras cumplía sus tareas como Ministro de Protección Social. Como los grandes hombres, su figura y sus obras se engrandecen con el paso del tiempo Hoy lo recuerdo con admiración, cariño y nostalgia.

Antonio Celia Martínez-Aparicio

Empresario y expresidente de Promigas, es ingeniero del Instituto Politécnico de Worcester en los Estados Unidos y profesor visitante en práctica del London School of Economics.

Juan Luis llegó a Planeación Nacional como subdirector en la segunda mitad de 1990 –al inicio del gobierno de Cesar Gaviria– con su título de doctorado de la Universidad de Harvard obtenido con una investigación sobre el “Capital humano y la distribución del ingreso en el país  (1938-1988)”. 

Estábamos iniciando la elaboración del plan de desarrollo e inmediatamente puso manos a la obra en la coordinación del trabajo. Orientaba al equipo con su entusiasmo desbordante y contagioso, su acelere, su optimismo, la multiplicidad de sus ideas y la forma franca de expresar su pensamiento. Mientras discutíamos los temas, caminaba de un lado a otro de los salones, en medias o descalzo (nunca soportó los zapatos), repartiendo  sus planteamientos, discutiendo posiciones y ofreciéndonos su maravillosa sonrisa.

Con Armando Montenegro, el director, formaron un equipo  formidable que se complementaba muy bien. De una parte, Armando con su formación de economista ortodoxo, su gran conocimiento de la macroeconomía y su agudeza. Y de la otra, Juan Luis con su formación en el análisis de las variables sociales, la certeza de que las acciones del Estado podían transformar las condiciones de vida de los colombianos y su convencimiento de que lo social no podía ser considerado en forma aislada de las cuestiones macroeconómicas y de los problemas del desarrollo. Fue un privilegio asistir a esas largas discusiones en donde se gestó un plan que propuso notables reformas estructurales y que por primera vez le dio prioridad a la política social, especialmente a la educación.

Al poco tiempo de conocerlo nos dimos cuenta de que desplegaba el mismo entusiasmo, optimismo y calidez en las relaciones con su familia y sus amigos. 

Juan Luis tiene el gran mérito de haber posicionado la discusión sobre el desarrollo social entre los académicos colombianos utilizando la investigación y la evidencia en la formulación de las políticas públicas. Consideraba que en la visión tradicional de la economía “se le había asignado un papel bastante restringido a la política social”. Por esto, en 1991 participó activamente en las discusiones de la Asamblea Nacional Constituyente. Fui testigo de su permanente presencia en el centro de convenciones, y en las múltiples conversaciones con los constituyentes, buscando influir en los textos finales de una Constitución que priorizó los temas sociales.

Juan Luis tiene el gran mérito de haber posicionado la discusión sobre el desarrollo social entre los académicos colombianos utilizando la investigación y la evidencia en la formulación de las políticas públicas.

Todo esto explica que no haya dudado un instante en aceptar la  designación, en noviembre de 1992, como Ministro de Salud del gobierno de César Gaviria. Asumió este cargo con la convicción de que a través del aseguramiento en salud se lograría la cobertura universal, se le introduciría eficiencia al sector, se mejoraría la calidad de vida de la población y se impactaría positivamente el desarrollo del país. 

Desplegó una actividad inusitada en la estructuración y el trámite de la Ley 100, que fue sancionada en diciembre de 1993. Lo vimos en el Congreso discutiendo con enjundia el articulado, desplegando su capacidad de traducir complejos análisis en exposiciones convincentes, con sus gráficas que lograban expresar los problemas que vislumbraba y sus posibles soluciones. Con un potente arsenal para convencer y persuadir –como solo los buenos líderes saben hacer–, logró la aprobación de una ley que después de 30 años ha mostrado múltiples beneficios para la salud de los colombianos, transformando de manera significativa la infraestructura con la que tradicionalmente se había prestado un servicio a todas luces ineficiente .

Al término del gobierno, en 1994, se fue a trabajar a Washington, primero en el Banco Mundial y en 1996 al BID, instituciones en las que continuó en su tarea de promover la importancia de las políticas sociales en el desarrollo a nivel del continente, entusiasmando gobiernos para emprender ambiciosas políticas sociales. En este periodo tuvo una amplia producción académica con publicaciones en diferentes revistas y  la publicación de su reconocido libro Distribución del ingreso y desarrollo económico.

Desde su regresó a Colombia en 1997, cuando llego a dirigir las publicaciones y la revista Dinero, busco tener injerencia en la opinión para aclimatar las transformaciones sociales. 

Entre 2000 y 2002, y con el mismo fin de construir un mejor país, se incorporó  como coordinador y director programático en la campaña de Noemí Sanín. Una vez se decidió la elección de 2002 a favor de Álvaro Uribe, este lo llamó a ser parte del gabinete al nombrarlo Ministro de Protección Social, cartera que reunía lo que antes eran los ministerios   del trabajo y el de salud.

Como siempre, Juan Luis emprendió esta tarea con su incomparable entusiasmo, con su inmensa capacidad de trabajo, su optimismo y su entrega. Lo vimos discutiendo en el Congreso la concepción de sus reformas centradas en el aseguramiento en salud y bienestar de los ciudadanos, recorriendo todo el país, siguiendo la vacunación de los niños, revisando la situación de los hospitales, conversando con los usuarios. En una de esas correrías, el jueves 6 de febrero de 2003, la avioneta que lo transportaba se estrelló cerca de Cajamarca, Tolima.

Sus amigos que nunca lo olvidamos quedamos huérfanos de esa mente brillante que nos ponía a pensar. Para recordarlo, algunos allegados decidieron crear en 2003 el premio Juan Luis Londoño, que distingue a los mejores investigadores en ciencias sociales menores de 40 años cuyos trabajos impactan el diseño de políticas públicas. En las sucesivas versiones hemos visto cómo cada vez hay más y mejor investigación que busca transformar la calidad de vida de los colombianos. El legado de Juan Luis perdura y su huella se hace más profunda.

 

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Cecilia María Vélez White

Economista. Ex Ministra de Educación de Colombia (2002 – 2010) y Secretaria de Educación de Bogotá (1998 – 2002).