Margarita Garcia

El político costeño conservador Evaristo Sourdis retratado mientras da un discurso. Sus ideas de integración costeña y desarrollo regional aún hoy están más vigentes que nunca. Foto: cortesía familia Sourdis Nájera.

En la entrevista de Contexto, un diálogo para recordar, a 50 años de su muerte, la figura y las ideas de Evaristo Sourdis Juliao, el político costeño que vio la oportunidad de que un país desangrado por la violencia política tuviera un futuro de paz, concordia e integración.

Evaristo Sourdis Juliao, nacido en el municipio atlanticense de Sabanalarga el 27 de marzo de 1905, y fallecido en Barranquilla el 22 de septiembre de 1970, fue un político conservador abanderado de la integración costeña. Abogado de profesión, Concejal, Diputado, Representante a la Cámara, Constituyente, Ministro del Trabajo, dos veces Canciller de la República, Jefe de Misión ante el Papa y ante Naciones Unidas, Contralor de la República y Gobernador del Atlántico, Sourdis presentó su candidatura presidencial en las elecciones de abril de 1970 —último cuatrienio del Frente Nacional, que correspondía a un conservador— con el sonado mensaje “Ahora o nunca con Sourdis”.

La decisión de Evaristo Sourdis de presentarse como candidato a las presidenciales de abril de ese año generó inmensas manifestaciones de apoyo en la Costa. La región se sentía marginada y existía una necesidad impostergable de participación y de ser tenida en cuenta para dejar atrás siglos de atraso. La candidatura de Sourdis, nacida en Barranquilla en 1968, tenía como aspiración obtener la votación suficiente para que la región Caribe exigiera una mayor participación en el poder y en los recursos económicos. Después de no ser elegido en la Convención conservadora, Sourdis lanza su candidatura por su cuenta como fórmula disidente del conservatismo y realiza una campaña por todo el país, principalmente en la Costa, el Valle, Nariño y Boyacá, así como una travesía por el río Magdalena, el cual recorrió en todo su curso navegable.

En medio de una gran controversia y acusaciones de fraude por parte del candidato de la Anapo, el general Gustavo Rojas Pinilla, Misael Pastrana resultaría a la postre elegido presidente en dichas elecciones. Los resultados oficiales de la votación fueron: Pastrana, 1.625.025; Rojas Pinilla, 1.561.468; Sourdis, 336.286.

El presidente Misael Pastrana le ofreció el cargo de embajador en Venezuela, pero la muerte lo sorprendió antes de tomar la decisión. Sourdis murió en Barranquilla de un infarto hace casi medio siglo, el 22 de septiembre de 1970.

Contexto entrevistó a Adelaida Sourdis Nájera, doctora en Ciencias Jurídicas e Historiadora, hija del notable político costeño, a propósito del ideario y la figura de su padre, a poco menos de un mes de que se cumplan 50 años de su muerte.

Redacción Contexto: ¿Por qué Evaristo Sourdis no fue Presidente de Colombia?

Adelaida Sourdis: Porque su candidatura no logró, salvo Álvaro Gómez, el apoyo político de los dirigentes del centro del país, Ospina y los dos Lleras, y porque 3 barranquilleros, Próspero Carbonell, José Víctor Dugand y Vladimiro Vélez de la Lastra se torcieron en la Convención conservadora y votaron públicamente por Misael Pastrana. Esto le representó a Sourdis 6 votos menos, 3 que perdía Pastrana y 3 que ganaba mi padre. Eso en la segunda votación, no se sabe cómo votaron en la primera vuelta secreta, que le hubieran dado la mayoría indiscutible y Ospina no hubiera podido hacer su felonía y frustrar la convención. Además, la Costa se dividió y votó en parte por Rojas Pinilla.

R.C.: ¿Cuáles son las 5 palabras que definen a Evaristo como persona y como político?

A.S.: Inteligente, católico, conservador, alegre, leal. Un hombre que sabía escuchar y amaba a Colombia en sobremanera. Se caracterizó por su sagacidad, infatigable capacidad de trabajo y tenacidad para enfrentar las dificultades sin darse por vencido. En épocas en que el enfrentamiento entre los partidos estaba a la orden del día, se distinguió por su ausencia de sectarismo y su ánimo indeclinable por la paz.

¿Qué hace falta para que Colombia tenga un Presidente oriundo del Caribe?

Vocación de poder. Desarrollo social y económico de la región Caribe para generar educación, igualdad de oportunidades, autoestima y empoderamiento de nuestras gentes.

¿Qué razones movieron a Sourdis para lanzar su candidatura por fuera del Frente Nacional, después de la traición que impidió que fuera el candidato oficial del conservatismo?

Primero, mi padre fue el candidato oficial legítimo de las mayorías del conservatismo. Pastrana lo fue del liberalismo, el gobierno y la minoría conservadora. Sourdis siguió adelante con su candidatura pues creía firmemente en la facultad exclusiva y el deber del Partido Conservador de escoger el último candidato del Frente Nacional a la presidencia de la República, de acuerdo con lo pactado con el liberalismo en los Acuerdos de la Casa de Moneda, en los cuales él representó al conservatismo, y en la oportunidad de la Costa de ofrecerle a Colombia —desangrada por la violencia política que asolaba el interior del país— un futuro de paz, concordia y alegría tan propios del talante Caribe.

Sourdis se caracterizó por su sagacidad, infatigable capacidad de trabajo y tenacidad para enfrentar las dificultades sin darse por vencido. En épocas en que el enfrentamiento entre los partidos estaba a la orden del día, se distinguió por su ausencia de sectarismo y su ánimo indeclinable por la paz. 

Una de las enseñanzas insistentes de Evaristo era la integración del país, a diferencia de algunas voces de independencia regional. ¿Comparte esta apreciación?

Sí, nuestra primera guerra civil ocurrió en 1810 en la Primera República, precisamente entre Centralistas y Federalistas y ello nos llevó a la pavorosa reconquista de España entre 1815 y 1816. El estudio de la historia me ha demostrado que desde esas fechas, a pesar de continuidades y rupturas, el país se caracteriza y vale por su diversidad geográfica y cultural ejercida, o mejor dicho, vivida, en la unión política, que exige de nosotros entendimiento y respeto por el otro; ese otro “nuestro prójimo” como decía Sourdis.

Sus abuelos sefarditas se casaron con damas colombianas católicas (Navarro y Tatis). ¿Era esta la forma como los judios se integraban a la sociedad local? ¿Sus antepasados sintieron alguna discriminación por su origen?

Los abuelos de mi padre, mis bisabuelos sefarditas, llegaron a Barranquilla y Sabanalarga, esta última parte entonces de la provincia de Cartagena, a mediados del siglo XIX. Se casaron con cartageneras católicas en ceremonia civil ante el juzgado único de dicha población y protocolizaron su unión en la Notaría de la localidad. Existía entonces el matrimonio civil y el de mixta religión pues regía la Constitución de 1863. Las mujeres bautizaron a sus hijos y fue una manera, aunque no la principal, de integrarse a la comunidad local. El Librito de Memoria de mi bisabuelo David Henriquez Juliao, que felizmente poseo, se refiere con amorosas palabras a mi bisabuela Cristina Tatis. Mercedes Navarro y Evaristo Sourdis Marchena se enamoraron y casaron también en Sabanalarga. Sufrieron discriminación eclesiástica, no social. Mercedes Navarro fue excomulgada. Cuando murió mi bisabuelo, muy joven, a los 33 años, pidió al cura de Sabanalarga que le levantara las sanciones y éste solicitó autorización al Obispo de Cartagena para recibirla de nuevo en la feligresía.

Como este debió haber muchos casos no solo en la Costa sino en el país. No obstante, la sociedad del hoy departamento del Atlántico fue receptiva y tolerante y recibió a los judíos con las puertas abiertas. Fueron precisamente los descendientes de los sefardíes españoles y portugueses quienes integraron una elite de comerciantes e industriales que junto con otros extranjeros y nacionales en el siglo XIX llevaron a Barranquilla, una pequeña población de Cartagena, a convertirse en la ciudad milagro de Colombia cuyo crecimiento no tuvo parangón en el país.

En 1962 Evaristo fue nombrado Contralor General de la Nación. Apenas se posesionó y constató el desmesurado poder que tenía la contraloría, dijo: “Esto hay que modificarlo, pues es un Estado dentro del Estado”. Muy distinto a lo que se ve en estos tiempos.

Siendo mi padre Presidente del Directorio Nacional Conservador en 1967 fue nombrado Contralor por decreto del presidente Carlos Lleras Restrepo. Ante el enredo del Congreso que no se ponía de acuerdo para elegir Contralor, el Presidente, considerando que el país no podía continuar sin ese órgano de control asumió la situación y escogió al jefe del partido contrario para cumplir esa función. Su nombramiento cayó bien y no hubo obstáculos al ejercicio de su cargo. La contraloría fue toda una experiencia para él.

La desigualdad social y económica existente hoy en Colombia se debe en buena parte al excesivo centralismo ejercido desde Bogotá. Lamentablemente la fórmula política de Núñez: “centralización política y descentralización administrativa”, se olvidó muy pronto después de su muerte y el centro del país absorbió los recursos y el poder político en detrimento de las costas Caribe y Pacífica y de las regiones allende los Andes hacia el sureste.

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Evaristo Sourdis, descansando en su finca “Río Dulce”. Foto: cortesía Familia Sourdis Nájera.

Quedó sorprendido con el inmenso poder que tenía el contralor, a quien nadie controlaba, para nombrar en todo el país al número de funcionarios que quisiera y para ejecutar un enorme presupuesto a su arbitrio. Igualmente le impactó el grado de politiquería que se ejercía en los “feudos” de las regiones que se disputaban los cargos de control como si fueran un coto de caza. De ahí lo que nos manifestara a mi madre y a mí: “Esto es imposible, esto hay que modificarlo, pues es un Estado dentro del Estado..”. Al Contralor nadie lo controlaba y muchos auditores actuaban con prepotencia y autoritarismo entorpeciendo la administración.

Recuerdo una anécdota. Cierta vez lo llamó el Presidente para pedirle que explicara al auditor de palacio que los pasa bocas ordenados por la Primera Dama para atender a visitas ilustres hacían parte de las funciones de representación del primer mandatario. La sorpresa de mi padre fue mayúscula, ordenó el pago inmediato de la factura y supongo que reprendió al ‘acucioso’ funcionario.

Sourdis planteó las bases para reformar la institución pero no duró lo suficiente en el cargo para hacerlo pues se acercaba el último período del Frente Nacional y fue llamado nuevamente a la dirección del Partido Conservador.

Sourdis fue muy amigo de Alfonso López Pumarejo. ¿Qué coincidencias ideológicas podría haber entre estos dos grandes hombres?

Sus ideas modernas, de avanzada, ajenas a todo dogmatismo. El buen hablar y sus gustos por la elegancia y el buen vestir.

La candidatura presidencial de Evaristo no fue regional, sino ¡descentralista! La descentralización se dio en 1991. Se anticipó a su tiempo. Un desarrollo a partir de las regiones es cada vez más necesario. ¿No te parece?

Desde luego. La desigualdad social y económica existente hoy en Colombia se debe en buena parte al excesivo centralismo ejercido desde Bogotá. Lamentablemente la fórmula política de Núñez: “centralización política y descentralización administrativa”, se olvidó muy pronto después de su muerte y el centro del país absorbió los recursos y el poder político en detrimento de las costas Caribe y Pacífica y de las regiones allende los Andes hacia el sureste. Mi padre decía sobre los Institutos Descentralizados, con sede en la capital, que su mismo nombre era una ironía pues manejaban más presupuesto y poder que cualquier departamento.

Sourdis se sintió traicionado. ¿El dolor del engaño lo acompañó hasta su muerte?

Creo que sí. Ospina era un paradigma para él y lo sirvió siempre con lealtad, desinterés y afecto. Puso su vida en juego en los terribles momentos del 9 de abril de 1948 a su lado en el Palacio de la Carrera, como se llamaba entonces el Palacio de Nariño. Renunció a la embajada de la ONU en Nueva York en 1952 donde en nombre de Colombia formaba parte del Consejo de Seguridad, para venirse a Bogotá y asistir al banquete en el cual Ospina lanzó su candidatura a una segunda presidencia, y encabezar la campaña ospinista. Creyó en Ospina y le preguntó varias veces ─sobre todo después de que en nombre del conservatismo firmaran con él como presidente del Directorio Nacional Conservador, los pactos de la Casa de la Moneda─ a quien quería el expresidente como candidato para el último período del Frente Nacional. Sólo después de que el antioqueño manifestara públicamente en varias oportunidades que era neutral y que su candidato sería el que eligiera la convención estatutaria del partido conservador, máxima autoridad de la colectividad, Sourdis decidió asumir la candidatura a la presidencia, que le ofrecían los departamentos del Caribe, el Choco y la intendencia de San Andrés y Providencia. Lo mismo hicieron otros prestigiosos conservadores que buscaban la primera magistratura por sus regiones y que luego resignaron su aspiración en favor de Sourdis. Álvaro Gómez y el grupo laureanista respaldaron esa determinación. José Elías del Hierro, Hernán Jaramillo Ocampo, Castor Jaramillo Arrubla y Misael Pastrana se aprestaron con Sourdis a la confrontación en la convención conservadora. Belisario Betancur, apoyado por Guillermo León Valencia se lanzó por fuera en disidencia de la Convención.