La COVID-19 llegó a América Latina y arrasó. Hoy, América Latina y el Caribe (ALC) son las regiones más afectadas por la pandemia: 13.1 millones de personas (20.5 % del total) se han contagiado y casi 450 mil personas han muerto (30.3 % del total). Las tasas de contagio y mortalidad muestran un panorama aún más dramático. La tasa de contagio, 2.074 por cada 100.000 habitantes, es 2.5 veces la mundial mientras la tasa de mortalidad, 71 por cada 100.000 habitantes, es 3.7 veces la mundial.

No es claro que sucedió en ALC. Muchos países de la región han puesto en marcha estrictas medidas de confinamiento, campañas para promover el distanciamiento social y medidas preventivas y el uso de tecnologías para detectar, rastrear y confinar. Si ALC fue un “estudiante aplicado”, ¿Qué explica entonces estas altas tasas de contagio y mortalidad? Factores estructurales de vieja data y que han persistido pueden ser en parte responsables por este impacto desproporcionado de la pandemia. Discuto a continuación algunos posibles responsables.

Los sistemas de salud de ALC presentan aún muchas deficiencias. Aunque la cobertura en salud ha aumentado en todos los países, es baja en varios países y es sumamente fragmentada. Es decir, el aseguramiento, acceso y calidad del servicio no es igual para toda la población. Los ricos tienen más y mejores servicios, mientras los pobres, cuando tienen acceso, reciben servicios de mucho menor calidad. La capacidad del sistema para detectar casos de COVID-19 y contenerlos fue limitada. La oferta de servicios resultó además insuficiente, llevando a escenas dantescas, de cadáveres en las calles, en algunas contadas ciudades. Esta deficiencia del sistema de salud puede explicar en parte el porqué la tasa de mortalidad frente a la mundial es bastante más alta que la de contagios.

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Deficiencias de los sistemas de salud y alta informalidad laboral, entre las causas para el alto impacto de la pandemia en la región. Foto: Artur Tumasjan: Unsplash.

El Observatorio Laboral del BID estima que, hasta finales de septiembre, se habían perdido 24.8 millones de trabajos en 11 países de la región. Con el agravante que la alta contribución del sector de servicios en la estructura productiva de la región ha implicado, por un lado, un mayor desempleo y, por otro, una mayor necesidad de trabajar de manera presencial lo cual aumenta el riesgo de contagio.

La alta informalidad laboral en ALC empujó a mucha gente a salir a trabajar pese a los riesgos en salud que esto representaba. En promedio, un 41.5 % de los trabajadores en ALC son formales. Existe además una alta heterogeneidad. En los países Andinos, este porcentaje es 26.7 % mientras en los países del Caribe es 80.9 %. Los trabajadores informales debían escoger entre dos males: no recibir ingresos o enfrentar un alto riesgo de contagio. Muchos países hicieron esfuerzos fiscales significativos para proveer transferencias monetarias a la población más vulnerable, que estaba principalmente compuesta por trabajadores informales, y así cubrir sus necesidades básicas. Estas transferencias no fueron sin embargo suficientes para cubrir las necesidades básicas de muchas familias o no llegaron a otras familias por deficiencias en las bases de datos de focalización. No salir a trabajar no era entonces una opción.

Además, la alta pérdida de empleos en la región y las deficiencias de las redes de protección social pueden haber empujado a muchas personas a vincularse a empleos informales. Si bien existe el seguro de desempleo en algunos países, este suele ser por un monto bajo y cubre sólo unos cuantos meses. El Observatorio Laboral del BID estima que, hasta finales de septiembre, se habían perdido 24.8 millones de trabajos en 11 países de la región. Con el agravante que la alta contribución del sector de servicios en la estructura productiva de la región ha implicado, por un lado, un mayor desempleo y, por otro, una mayor necesidad de trabajar de manera presencial lo cual aumenta el riesgo de contagio.

Las dos causas anteriores pueden explicar parcialmente por qué las muertes por COVID-19 han sido más altas para los hombres que para mujeres. Unas estimaciones iniciales de un estudio que estamos haciendo con María Adelaida Ortega y Norbert Schady encuentra que, para Colombia y Perú, dos tercios de las personas muertas son hombres. Esto se puede explicar porque mientras los hombres salen a trabajar, así sea en trabajos muy precarios, las mujeres permanecen en el hogar para cuidar a los hijos. Un estudio de Oscar, Becerra, Marcela Eslava, Manuel Fernández y Margarita Isaacs de la Universidad de los Andes pareciera corroborar que este es el caso.

La baja confianza de los ciudadanos hacia algunos gobiernos de la región puede derivar en una menor adherencia a las medidas de prevención y distanciamiento social. De hecho, algunos estudios han encontrado una fuerte asociación entre una alta confianza hacia el gobierno y la adherencia a las medidas de distanciamiento social, prevención y confinamiento. Por otro lado, un estudio Ajzenman, Cavalcanti y Da Mata (2020) encuentra que los mensajes contradictorios y erráticos de los gobiernos reducen la adherencia a las medidas de distanciamiento social y prevención.

Pasará un tiempo para entender qué pasó en ALC. Parecemos el estudiante que, a final de semestre, estudia con ahínco para el examen final y así compensar el tiempo que perdió en fiestas a lo largo del semestre. El impulso no le alcanzó empero para pasar. La región necesita hacer las reformas estructurales por varias décadas aplazadas y la pandemia muestra, de una manera bastante dramática, porqué es importante hacerlo.

Ana María Ibañez

Ph.D. en Economía Agrícola y Recursos Naturales, University of Maryland at College Park. Asesora Económica Principal de la Vicepresidencia de Sectores y Conocimiento del Banco Interamericano de Desarrollo. Es profesora titular de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Fue decana de esta Facultad y Directora del CEDE.

 

 

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