Margarita Garcia

El representante a la Cámara Miguel Polo Polo fue protagonista de una enconada polémica por atentar contra una instalación artística de las madres de víctimas de ejecuciones extraoficiales. Foto: revista Semana.

Conflicto armado, memoria y posturas ideológicas en Colombia. Una polémica.

El conflicto armado colombiano sigue vigente con sus múltiples formas de violencia, pese a diversos acuerdos en pro de acabarlo, bien en conversaciones con el Movimiento 19 de abril en el año 1990; con las Farc – EP en La Habana, en 2016, con leyes previas como la de Justicia y Paz de 2005 o el desarme del EPL y el Quintín Lame. Como escribiría la reconocida periodista María Teresa Ronderos, tenemos guerras que se reciclan o mutan en nuevos tipos de confrontación alimentados por fenómenos como el narcotráfico y feroces disputas por el territorio y sus riquezas. Hemos tenido más víctimas de desapariciones forzosas que todo el cono sur, pese a sus sangrientas dictaduras. Según la Comisión Nacional de la Memoria Histórica, estas alcanzan por lo menos 80.000 personas en más de medio siglo. 

Resulta una paradoja que inmersos en una democracia relativamente estable como la colombiana, la violencia haya superado todos los límites de civilidad y crueldad por parte de los actores de la guerra. Es decir, bandoleros, guerrilleros, paramilitares, mafiosos y Fuerza Pública degradaron los niveles de la confrontación. Y justo ahora, quiero referirme a las millones de víctimas de la violencia, en homenaje a quienes están erigiendo museos de memoria, monumentos y exposiciones para no olvidarlas, luego de los testimonios que hemos conocido a través del Informe de la Comisión de la Verdad y muy diversas fuentes especializadas. 

El pasado 6 de noviembre se cumplieron 39 años del holocausto en el Palacio de Justicia, hechos que enlutaron al país y sobre los cuales aún no conocemos toda la verdad. Se trate de cualquier confrontación contemporánea como la Primera y Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil Española, las dictaduras del cono sur –obsesionadas en su lucha contra el enemigo interno–, en todas ellas hubo millones de víctimas. No gratuitamente surgieron en la década de los años 70 organizaciones como las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo en Argentina, quienes por décadas llevaron la vocería de familias a quienes les arrebataron a sus hijos para adoptarlos y reeducarlos. O en Colombia, las Madres de Falsos Positivos de Soacha y Bogotá, colectivo de mujeres víctimas del asesinato de sus familiares, constituido en 2008 por reclamantes de justicia y verdad.1 Tal como lo sostiene Martha Luz Abello, “la memoria también es un recurso terapéutico para las víctimas, pues sirve para resignificar las marcas y recuperar los lugares en donde ocurrieron hechos lamentables”2.

Por todo lo anterior, resulta indignante el profundo desprecio hacia las víctimas de los 6.402 homicidios extrajudiciales –en hechos ocurridos entre 2002 – 2008, corroborados por la Justicia Especial de Paz y reconocidos por muchos victimarios–, y particularmente hacia las Madres de Soacha, protagonizado por el representante a la Cámara Miguel Polo Polo frente al Congreso, quien fungiendo de autoridad policial y de la moral pública tiró a la basura una exposición artística con 30 símbolos para reconocer a las víctimas del Estado, titulada Con las botas bien puestas. 

En palabras del representante Polo Polo este calzado “ensuciaba la Plaza Rafael Núñez”, hecho con el cual intentó negar “el derecho a un grupo de víctimas del Estado a ocupar, con su dolor, el espacio público”.3 Cabe señalar que las Madres de Soacha y Bogotá se unieron con artistas plásticos de todo el país y con la Fundación Rinconesarte para crear y exponer desde el 8 de marzo de 2024 un espacio artístico itinerante en distintas plazas públicas a nivel nacional con el propósito de conservar la memoria de sus seres queridos. Sobre estos hechos, el Centro Nacional de Memoria se pronunció considerándolo “un acto infame y de agravio, ya que revictimizó a las familias de las víctimas”. 

En palabras del representante Polo Polo este calzado “ensuciaba la Plaza Rafael Núñez”, hecho con el cual intentó negar “el derecho a un grupo de víctimas del Estado a ocupar, con su dolor, el espacio público”.

En los tiempos del socialismo en la Unión Soviética, el régimen decidía lo que merecía o no ser clasificado como arte, y censuraba lo que les resultaba irreverente o alejado del realismo socialista. Asimismo, elaboró una historia que negaba los vejámenes del totalitarismo. Tal como lo anota el historiador Stefan Peters, la mejor opción para afrontar el pasado no es la no-memoria, al tiempo que resalta la importancia de la memoria colectiva como condición para evitar la repetición de la violencia.4 

Concluiríamos diciendo que el negacionismo de aspirantes al diploma de terraplanistas como Miguel Polo Polo, con la pretensión de silenciar a las víctimas, nunca podrá sepultar hechos crueles y dolorosos de nuestra historia. Tampoco, como lo sostiene Peters, “cantando la canción de reguetón de Thalía y Natti Natasha borraremos la historia”, pues decir “yo no me acuerdo, no me acuerdo. Y si no me acuerdo no pasó, eso no pasó”, bastará para sepultar el pasado. Lo que debe primar es el derecho de las víctimas a vivir su duelo como mejor les parezca y respetarlo, pues evidentemente la memoria no se bota a la basura, ni siquiera vandalizando sus símbolos. 

Adenda. Triste noticia la finalización de la emisión del Noticiero CM&. Cada día nos estamos quedando con más cenizas de lo que otrora fue el buen periodismo investigativo.

Referencias

1 Sobre este tema, véase: Social movement Madres de Soacha, González- Malabet, María, González Arana, Roberto, Historia Caribe, Vol XVIII, No 43, 2023. 

2https://www.uninorte.edu.co/web/grupo-prensa/w/la-memoria-en-medio-de-la-guerra-un-analisis-del-contexto-colombiano.

3 Camila Osorio, El País, noviembre 13/ 2024).

4 Peters, Stefan. “La no-memoria: silencios y exclusiones en el enfrentamiento del pasado”. En: Violencias y resistencias. América Latina entre la historia y la memoria, Arias, Enrique, González Arana, Roberto Kemner, Jochen Peters, Stefan. Editorial Doce Calles, 2022.

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Roberto González Arana

Ph.D en Historia del Instituto de Historia Universal, Academia de Ciencias de Rusia. Profesor Titular del Departamento de Historia y Ciencias Sociales, Universidad del Norte.

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