The Ramones, punk para mascar chicle.
“Por culpa de Los Ramones, o cómo la música no cura nada, pero sí salva vidas”, es el más reciente libro de Manuel Carreño, hombre de radio y televisión que se hizo popular en “La Clase”, de la emisora Radiónica. Reseña de un libro autobiográfico con banda sonora incluida.
Manuel Carreño es un rockero sentimental. Un rockero de corazón abierto a todos los géneros. El punk y el new wave lo han formado, por ellos es un soldado de causas nobles, pero no desdeña lo considerado comercial o cierto rock en español que muchos no toman en serio –verbigracia, Miguel Mateos–. En su libro Por Culpa de Los Ramones (Editorial Planeta), Carreño nos deja ver –y escuchar– la banda sonora de su vida, las canciones que han dejado huella en él. Relata escenas de su paso por el mundo acompañadas de letras de canciones: una especie de lado B de lo que cuenta, lo que aumenta la universalidad de la historia; lo vivido por él es lo vivido por muchos, no estamos solos. Las letras hacen que el libro sea interactivo, leemos y visitamos YouTube y Spotify; lo que parece lineal es multidimensional, el libro puede ser infinito como un disco de Pink Floyd. Un buen logro de la editorial.
Carreño nos cuenta anécdotas con su familia, con sus amigos, con sus novias y las mujeres deseadas que no pudieron serlo, y siempre las canciones ahí, para seducir, para hacer del momento algo sublime, para consolarse o para hundirse más. Pero el libro no se queda solo en historias y sentimientos, también hace un recorrido por la rumba bogotana, por bares que fueron de culto y desaparecieron; por los años ochenta y noventa, décadas más inocentes, tal vez, más humanas, con mayor interacción social. Tiempos que hoy recordamos con nostalgia, que tal vez fueron peores, pero con menos pantallas, de más aventura. El autor es un nostálgico y un memorioso privilegiado, y el libro funciona como un buen álbum de fotos que imaginamos, como un casete grabado con problemas de audio, pero que regocija.
También hay reflexión, claro, y un ataque al purismo; una crítica al dogmatismo de muchos rockeros, y a que se crean más sofisticados que los demás. “Todos los que hemos sido rockeros en algún momento de la vida sentimos que somos mejores que los demás. Es una actitud soberbia que se ha tenido por el protagonismo cultural del rock en el siglo XX, y por el peso artístico de los rockstars… La verdad es que la música es música. Yo he aprendido con los años que escuchar determinada música no me hace superior. A cada persona lo mueve emocionalmente su género, y en vez de criticar hay que tratar de entender. Trato de entender como profesor, por ejemplo, porque a los estudiantes los convoca el reggaetón. Qué les está dando este género que el rock dejó de dar”, me comenta Manuel, que es politólogo de profesión.
El rock ha generado idolatrías apasionadas, Kurt Cobain, David Bowie, etc., son dioses para muchos. Le pregunto al autor si cree que jóvenes han idealizado el consumo de drogas, o la actitud depresiva, por seguir a algunos ídolos atormentados. “En mi libro hablo de la depresión porque es algo con lo que tengo que vivir. Digo que sí existe a veces un culto alrededor de la depresión, o del suicidio, de figuras como Cobain o Chester Bennington. Ahora bien, respecto al tema de las drogas la sociedad tiene unos prejuicios y estereotipos: músicos de todos los géneros han consumido drogas, las sustancias han sido un elemento de la creación artística, para bien o para mal, porque los excesos han sido muy negativos. Creo, en todo caso, que eso no es o no debe ser lo más destacable en el rock; sino su importancia política y cultural, y musical, claro”.
“Por el rock los jóvenes dejaron de ser una mala copia de sus padres, adquirieron personalidad, actitud crítica ante lo establecido; importancia social”.
Manuel Carreño, hombre de radio y TV nos trae este libro sobre la vida, el amor, la depresión y el rock.
Y es que el rock, además de arte, ha sido un arma política. El “género diabólico”, su cadencia, su ruido virtuoso, ha liberado a muchos jóvenes. Por el rock los jóvenes dejaron de ser una mala copia de sus padres, adquirieron personalidad, actitud crítica ante lo establecido; importancia social. “Creo que el rock ha sido más persistente que otros géneros como plataforma para hacer denuncias. Se ha mostrado como una alternativa poderosa para decir cosas, criticar lo establecido. Ha permitido que las subculturas –que aparecen en las ciudades– articulen un discurso alternativo al dominante de los mass media. También a generar identidades que no sucumben a la moda de la mayoría, la que impone la tradición, o el comercio, aunque luego este acoja estas modas y las masifique”. Me dice el autor que también destaca a los grandes artistas que ha dado el rock, como David Bowie: un “marciano” que ayudó a muchos jóvenes a salir del closet, a no reprimir su sexualidad, sus libertades profundas. El rock nos ha hecho soñar, ha sido ciencia ficción en realidades planas de las ciudades.
Manuel Carreño fue honesto en el libro. No temió confesar padecimientos que a otros avergüenzan, como la depresión, también hay una buena reflexión sobre esto. El rock no lo curó, pero sí salvó su vida. Al final nos recomienda buenas canciones, para todo tipo de momentos y emociones, para bailar, para poguear, para pasar un rato de melancolía. Ojalá se escriban más libros como este, o de corte más analítico, de rock y música en Colombia. Textos que nos ayuden a profundizar en esta, que nos afinen el oído.
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Juan Sebastián Lozano
Escritor y periodista colombiano. Su libro de cuentos, La vida sin dioses, fue publicado en 2021 por Calixta Editores.