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Para Echavarría hay evidencia disponible de que el nivel de restricciones al comercio en Colombia es uno de los más altos del planeta.

Juan José Echavarría, ex gerente del Banco de la República, en la entrevista de Contexto.

Contexto diálogo con Juan José Echavarría, ex gerente del Banco de la República e investigador asociado de Fedesarrollo, sobre la economía colombiana –descrita por diversos estudios como una economía cerrada con un pobre intercambio comercial– y diferentes medidas que le permitirían encontrar el camino para un apropiado crecimiento.

Echavarría, ingeniero administrativo de la Universidad Nacional de Colombia de Medellín, Máster en Economía de la Universidad de Boston y Doctor en Economía de la Universidad de Oxford, ve en un fortalecimiento del sector agrícola, al igual que en la el mejoramiento de la educación, uno de los factores decisivos para el crecimiento económico de nuestro país.

Redacción Contexto: Sostienes con bastantes evidencias que Colombia sigue siendo un país cerrado, con un intercambio comercial muy pobre. La apertura de los años noventa del gobierno de Gaviria se devolvió en el gobierno de Samper y desde entonces seguimos rezagados en comercio exterior, lo que ha impedido que nuestra economía crezca más. ¿Es este un buen resumen?

Juan José Echavarría: Se redujeron los aranceles durante la llamada apertura del gobierno Gaviria pero al mismo tiempo comenzaron a implementarse un conjunto de medidas proteccionistas conocidas en la literatura como para arancelarias: cuotas, licencias, derechos antidumping, reglamentos técnicos, subsidios, medidas relacionadas con la protección a la salud, etc.

No fue únicamente durante la administración Samper. En el libro publicado por el Banco de La República y editado por Jorge Garcia y coautores –yo fui uno de ellos– se muestra que el número de restricciones para arancelarias pasó de 407 en 1990 a 77.673 en 2012, con una reducción parcial entre 2012 y 2014 hasta 50.380 restricciones. Todos los gobiernos contribuyeron. Algunos trabajos disponibles muestran que el nivel de restricciones al comercio en Colombia es uno de los más altos del planeta.

Terminamos en el peor de los mundos, pues la protección que brindan los para aranceles, a diferencia del arancel, es escondida, lleva a pérdida de recursos reales, y no pone límite a los altos márgenes oligopólicos que cobran las empresas colombianas.

Los empresarios colombianos se quejan del llamado “costo Colombia”, un costo substancial, equivalente a un 27 % según una encuesta y las comparaciones de precios efectuadas por Garcia y coautores en el libro mencionado. Este incluye el IVA y otros impuestos, autorizaciones, operaciones en puertos, inspecciones, y transporte en el país, entre otros. Pero el sobreprecio que conlleva el para arancel es mucho mayor, y oscila entre 44 % y 77 % hoy día. El consumidor colombiano paga un precio promedio que dobla el precio internacional.

Año tras año crece la demanda mundial de alimentos e insumos agrícolas, y siempre se ha afirmado que Colombia tiene grandes oportunidades en el campo, con más de 10 millones de hectáreas de tierra cultivable no utilizadas y agua en abundancia.

R.C.: La economía cerrada perjudica en especial a los litorales. Parte de nuestro rezago en el Caribe se debe a esto. Incluso algunos historiadores panameños le dan peso a las restricciones al comercio en la decisión de separarse de Colombia, como hace poco lo recordaba Jorge García García. Sin embargo no parece que la dirigencia política y gremial de la región tenga este tema en su agenda de prioridades. ¿Cómo los convencemos? ¿algún dato, alguna cifra?

J.J.E. Es muy probable que la falta de comercio perjudique en especial a las ciudades ubicadas cerca de los litorales, pero es todo el país el que pierde. Corea logró multiplicar por 16 su ingreso per cápita luego de las reformas posteriores a 1963, algo que tardó 100 años en lograr los Estados Unidos y mucho más años Inglaterra y el resto de Europa, y algo similar ocurrió en varios países del Sudeste Asiático. No es coincidencia que Chile en la década del noventa y Perú en los años 2000 hayan sido los países de la región que más crecieron.

Hay una corriente de pensamiento económico que aboga por una economía más protegida y una política de desarrollo productivo –tenemos una establecida en 2016– que vaya más allá de corregir fallas de mercado. Cuando se protege suelen mirarse solo los empleos que se preservan, más no el impacto en el resto de la sociedad por pagar productos más caros. ¿Se puede reindustrializar el país? ¿Hay puntos de encuentro con tus ideas y propuestas?

El gran economista Paul Krugman, no propiamente el más ortodoxo entre los grandes economistas actuales, afirma que en un país como Colombia el comercio es una tecnología que permite “producir” carros y máquinas con base en materias primas como el café y el petróleo. Cerrar la economía es, entonces, lo mismo que destruir máquinas, con el argumento de que se destruyen puestos de trabajo. Pero las nuevas tecnologías, y el comercio, también permiten crecer más, y su efecto neto es generar más, y no menos, puestos de trabajo.

Es interesante observar, además, que algunos de los países que más comercian; el economista Richard Baldwin menciona a China, India, Indonesia, Tailandia, Turquía, Polonia y Corea, son también aquellos que más se han industrializado. Producían el 6 % de la manufactura mundial en 1990 y 25 % en 2010.

Finalmente, los países más protegidos exportan –e importan– menos que los demás, pues todo economista sabe que un impuesto a las importaciones es también un impuesto a las exportaciones. Ningún país exporta mucho e importa poco, existen limites a la financiación de los déficits comerciales. Los países comercian, exportan e importan, mucho o poco. Y los países que comercian más crecen más.

Luego de apostarle sin éxito a Colciencias durante décadas, y de tantos sueños no realizados sobre la colaboración entre la universidad y el sector empresarial, me atrevo a sugerir que la mayoría de recursos gastados en este frente en una economía tan cerrada al comercio como la colombiana son recursos desperdiciados. Simplemente no hay demanda del sector productivo por bienes y servicios que llevan a innovar más pues no se requieren. Como decía el gran economista John Hicks, no hay mejor utilidad monopólica que una vida tranquila.

Es muy probable que la falta de comercio perjudique en especial a las ciudades ubicadas cerca de los litorales, pero es todo el país el que pierde.

Sostienes que el arancel en Colombia es mucho mayor que el de países cuya agricultura ha crecido rápido. ¿Puede haber una buena oportunidad de aumentar las exportaciones agrícolas si decidimos cambiarlo? ¿En la altillanura? ¿Y los litorales?

El arancel en la agricultura es mucho mayor en Colombia que en los países de la región cuya agricultura ha crecido rápido como Perú, Chile, Argentina o Brasil. El arancel máximo en la agricultura es 100 % en Colombia, y menor a 10 % en Chile y Perú. Ya mencionamos antes el tema del para arancel, mayor que el arancel en el conjunto de la economía, seguramente también en la agricultura, y dijimos que todo impuesto a las importaciones es también un impuesto a las exportaciones.

Año tras año crece la demanda mundial de alimentos e insumos agrícolas, y siempre se ha afirmado que Colombia tiene grandes oportunidades en el campo, con más de 10 millones de hectáreas de tierra cultivable no utilizadas y agua en abundancia. De otra parte, el número de muertes violentas y secuestros en el campo se ha reducido de manera dramática entre 2000 y 2022 y ello permite pensar nuevamente en el enorme potencial de la agricultura en el país.

Atendiendo a lo que hace muchos años dijo Albert Hirschman, acerca de que los colombianos no escuchan, si el próximo Presidente de Colombia te quiere escuchar y te pregunta: “Juan José, dime tres cosas que yo pueda hacer para dinamizar nuestro comercio exterior”, ¿qué le dirías?

Señor Presidente, usted que sí escucha tenga en cuenta el enorme potencial de la agricultura y miremos de cerca la experiencia de Brasil, un país con enorme protección a la manufactura, con muy bajos aranceles y para aranceles en la agricultura y un centro de investigación –Embrapa– de excelencia a nivel internacional. Ese país se encuentra hoy entre los mayores productores y exportadores de soya, maíz, azúcar, café, jugo de naranja, carne de res, pollo, cerdo, y frutas y verduras. Copiemos la experiencia de Brasil con la producción de café robusta en el Cerrado… nuestros llanos orientales.

Adelantemos un programa masivo de deregulación para el sector productivo. Fedesarrollo ha propuesto crear una “Comisión de alto nivel con un plazo concreto”, tendiente a eliminar toda medida para arancelaria que no tenga una justificación técnica clara. La experiencia reciente en los Estados Unidos podría ser relevante. También es importante repensar el arreglo institucional actual, pues hay muchas instituciones “sueltas”, como el Invima, la DIAN, el Ministerio de Agricultura, y el ICA, entre otros. Debe prohibirse toda nueva medida para arancelaria sin un buen análisis beneficio-costo.

Trabajemos intensamente para insertarnos en las llamadas cadenas globales de valor, como lo han hecho tantos países del sudeste asiático con enorme éxito, algo que las tensiones entre la China y Estados Unidos puede facilitar. Nunca lo olvide, Señor Presidente. Los países que han crecido a tasas “milagrosas” durante las últimas décadas lo han hecho con base en altas tasas de ahorro –alto ahorro privado y superávits fiscales en el sector público–, con un fuerte énfasis en la educación, en la estabilidad macroeconómica y en la apertura comercial.