La escritora Daniella Sánchez Russo navega en los mares de la academia y la creación literaria. Foto: Shadia Cure.
Contexto dialogó con la escritora barranquillera con motivo del lanzamiento de “Vigilia”, su ópera prima en la que fusiona el realismo y el gótico latinoamericano para contarnos una historia profunda y conmovedora.
Daniella Sanchez Russo es una escritora y académica colombiana que este año será Doctora en Estudios Hispánicos de la Universidad de Pennsylvania. Vigilia (Tusquets Editores) es su primera novela, heredera del barroco latinoamericano, de obras de autores como el chileno José Donoso, el argentino Juan José Saer, y de la escuela modernista en general. En el libro se cuenta la historia de una familia barranquillera, del machismo y el clasismo que la atraviesan; pero también de sus bondades, la complicidad, el cuidado, el amor, sobre todo entre Irene, la niña de la casa, y Luzmila, la empleada del servicio afrocolombiana, que así no lo parezca está esclavizada como muchas trabajadoras domésticas en Colombia.
Sánchez Russo muestra la decadencia de esta familia de manera sutil, el estilo de la novela es poético y elaborado; la escritora hace parte de una nueva generación que asume mayores riesgos estéticos, que busca cuestionar la sociedad colombiana a través de la belleza del lenguaje, evitando caer en literatura de consumo rápido. El libro, además de profundo, es muy entretenido.
Juan Sebastián Lozano: Creo que Vigilia es una novela gótica y también hiperrealista: su estilo es muy detallista, casi al nivel de Marcel Proust, esto en medio de una atmósfera oscura y algo surreal. Háblanos un poco de tu apuesta estética.
Daniella Sánchez Russo: Ambas consideraciones son ciertas o al menos las pensé mientras escribía la novela. Sobre lo gótico, consideré que esta estética me permitía hacer lo que el gótico ha sabido hacer muy bien en la literatura y es mostrar imágenes de decadencia, sobre todo de decadencia de clase, pero, también, imágenes de transición social o económica. Sin embargo, creo que Vigilia, antes que mostrar una transición, la propone, sobre todo en lo que tiene que ver con las desiguales relaciones de patronazgo y servidumbre que han sido demasiado comunes en América Latina desde la colonia, y que obviamente se han transformado para adaptarse a nuevos tiempos. En cuanto al hiperrealismo, por supuesto pensé en Proust, en cómo logra una plasticidad de lo cotidiano que fuerza al lector a preguntarse por la misma factura de la realidad, por su tejido mínimo; pero también busqué adherirme a una estética Saereana (Juan José Saer) en donde prima una necesidad por buscar una poética del lenguaje en vez de solo narrar una trama.
J.S.L.: En la novela, en medio de la inseguridad, el encierro, la represión, la incertidumbre, se encuentra consuelo en la amistad, la hermandad, algunos momentos familiares, la belleza a veces oculta de lo cotidiano. ¿Lo ves así? ¿A qué nos aferramos en medio de la difícil situación de nuestro país?
D.S.R.: Hay quienes dicen que no se debe estetizar la violencia, y hasta cierto punto estoy de acuerdo. Sin embargo, me gusta explorar una poética de lo oscuro o decadente porque tengo la sensación de que al hacer esto puedo captar la atención del lector y llevarlo a reflexionar sobre ciertos asuntos: por ejemplo, la violencia que se ha ejercido históricamente sobre las capas bajas, muchas veces servilizadas, de nuestra sociedad; o la manera en que un idioma guerrerista va moldeando a los colombianos incluso desde la niñez. Siempre he pensado que mientras haya estética que seduzca al lector este podrá introducirse más fácilmente en temas turbulentos, y sabemos que nuestra sociedad está llena de ellos.
Por otro lado, en medio del difícil ambiente de la novela, me interesa trabajar y hasta cierto punto resaltar las formas de cuidado que construyen los seres humanos, incluso en sociedades difíciles. La casa es un sitio de especial importancia dentro de Vigilia porque históricamente es en los espacios domésticos en donde este cuidado sucede en sociedades capitalistas. En parte, lo que quiero retratar es la importancia del cuidado del otro y cómo este cuidado debe dejar de ser privatizado o mal pago. Pienso que mostrar la importancia del trabajo doméstico y reproductivo apoya la idea de ciertos feminismos de reconfigurar nuestra sociedad para practicar formas de cuidado más comunales, menos privatizadas, y que piensen en otras especies y en la naturaleza.
Portada de “Vigilia”, ópera prima de Sánchez Russo.
Me gusta explorar una poética de lo oscuro o decadente porque tengo la sensación de que al hacer esto puedo captar la atención del lector y llevarlo a reflexionar sobre ciertos asuntos: por ejemplo, la violencia que se ha ejercido históricamente sobre las capas bajas, muchas veces servilizadas, de nuestra sociedad; o la manera en que un idioma guerrerista va moldeando a los colombianos incluso desde la niñez.
La novela muestra una sociedad patriarcal y de desigualdad económica. ¿Ves la literatura como un escape a esto, una venganza simbólica o una punta de lanza de luchas más concretas o reales?
Más que la literatura en general, veo la novela, por su capacidad de extensión y profundidad en los temas que puede llegar a tratar, como una base para proponer o pensar nuevas formas de estar en sociedad, ojalá más equitativas. Hay una académica norteamericana contemporánea, Anne Kornbluh, que indica esto mejor que yo en su libro The Order of Forms (El orden de las formas). Kornbluh invoca la novela como una forma de pensar que es particularmente útil para elaborar nuevas propuestas de formalización social, debido a que la novela, de manera simultánea, puede reflexionar sobre lo particular y universal; o sobre la ubicuidad o ductilidad de las formas sociales instauradas y a instaurar.
¿Con qué autores dialogas en Vigilia?
Dialogo especialmente con José Donoso, sobre todo con su Obsceno pájaro de la noche. Me fascina la forma en que Donoso logra una poética neobarroca que lo lleva por una historia en donde a cada segundo eventos y personajes devienen en otros. También dialogo con Saer y con escritoras como la mexicana Rosario Castellanos, y la chilena Lina Meruane. De Castellanos me gustan las obras que tratan sobre el quiebre de la hacienda mexicana, porque en estas obras la autora retrata muy bien la institución servil de ese país. De Meruane me interesa, además de la belleza de su voz escritural, la forma en la que señala la privatización del cuerpo femenino y cómo esta privatización ha terminado por ser un brazo de la economía capitalista: esto se ve claramente en Fruta podrida o en su ensayo Contra los hijos.
En la novela se nota un bagaje académico, en la profundidad de los temas, y en el estilo depurado. ¿Cómo se relacionan tu trabajo en la academia, tus búsquedas teóricas, con tu ficción literaria?
Yo adoro ser una escritora en la academia, y/o una académica que, en sus ratos libres, es escritora. Aprendo leyendo sobre otras disciplinas. Usualmente la academia te empuja a leer Historia, Historia económica, Antropología, Sociología, etcétera, y me interesa buscar formas en las que estas lecturas se cuelen en mi escritura creativa. Asimismo, cuando escribo ensayos académicos intento hacer que mi escritura sea un poco menos rígida de lo que es usual en la academia, aunque esto es difícil. Sobre las búsquedas o intereses, mi novela y tesis doctoral se relacionan en sus preocupaciones temáticas a través del servicio doméstico, un tema que me obsesiona, en parte porque no entiendo cómo sigue tan vigente en sociedades que se piensan democráticas y capitalistas. A gran escala, mi disertación trata sobre servidumbre doméstica y la novela latinoamericana entre 1950 y 1970, un periodo en que se pasa de un esquema de servidumbre rural a uno urbano, debido a la disolución de la hacienda, el desarrollo industrial y las migraciones masivas del campo a la ciudad. En Vigilia, por supuesto de una forma menos sesuda, trabajo el servicio doméstico por medio de un personaje que se llama Luzmila, que ha sido empleada doméstica en la casa de la protagonista de la novela durante toda la vida.
¿Para quiénes escribes? ¿cuál es el público que buscas?
Cualquiera que tenga o quiera desarrollar una sensibilidad literaria y esté abierto a preguntarse, conmigo, por nuestras políticas del día a día.
Juan Sebastián Lozano
Escritor y periodista colombiano. Su libro de cuentos, La vida sin dioses, fue publicado en 2021 por Calixta Editores.