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“La sátira es una forma de hacer contrapoder. La sátira tiene que ir a contrapelo del poder, burlarse del poder, sacarles la lengua a los poderosos”, afirma Daniel Samper. Foto: CNN.

La tercera temporada de Circombia”, de Daniel Samper Ospina, se estrena en días próximos en Barranquilla. Contexto dialogó, en serio, con el humorista bogotano, defensor de los payasos y serio crítico del poder.

Estoy en el teatro del Gimnasio Moderno, que está a reventar. El público, entusiasmado, vino a ver la última función en Bogotá de Circombia, obra de humor político de Daniel Samper Ospina. En unos días, el próximo diecinueve de octubre, se presentará en el Teatro José Consuegra de Barranquilla. Minutos antes de la presentación hablo con Samper Ospina, creador e intérprete de esta obra y uno de los periodistas más reconocidos de Colombia. Columnista, youtuber, y comediante, su elemento medular es el humor, que se expande en varios formatos; su sátira política está disponible para lectores, internautas, público que consume contenido de distintas maneras.  

El ganador de varios premios periodísticos casi no me deja hablar, junto a él no paro de reír. Pero nos pusimos serios y contestó mis inquietudes sobre Circombia, que lleva tres temporadas y ha sido un éxito de taquilla. Samper ha retratado con humor bogotano los últimos años de la política colombiana, sus absurdos y sus truculencias. Detrás de sus chistes hay una crítica contundente al poder. El literato de profesión, tan querido por sus fans y criticado por seguidores de políticos, no tiene pelos en la lengua para hablar de su trabajo. 

Cristina Said: ¿Qué es Circombia?, ¿qué vamos a ver?

Daniel Samper Ospina: Circombia es una conferencia en clave de sátira política que cuenta la historia de este país que ha sido siempre un circo, de este siglo; la historia reciente de nuestro país desde el gobierno de Álvaro Uribe hasta la noticia de la semana. Es como un recuento de hora y media a través de un formato que recrea el de una conferencia con pantalla gigante. A través de la exposición, voy contando siempre en clave de humor todo lo que nos ha pasado desde el gobierno de Uribe, pasando por el de Santos y por el de Duque, hasta las elecciones recientes y lo que va el gobierno de Petro.

C.S.: Al final de la presentación uno se da cuenta de que la historia de este país es de verdad la historia de un circo. De que no vale la pena pelear por políticos, no importa la ideología.

D.S.O.: Sí. Y demuestro con hechos, con videos y fotografías, todas reales, por qué de verdad no vale la pena pelear por políticos. Por qué no vale la pena fracturar familias, amistades y demás por culpa de unos líderes que rayan con el patetismo, de los cuales deberíamos burlarnos, pero por los cuales jamás deberíamos pelear.

¿Se molestan los políticos al verse retratados en Circombia?

Nada, que yo sepa han venido a ver Circombia varios protagonistas que salen en la obra, por ejemplo, Juan Manuel Santos, y se divirtió. Yo creo que él encara los golpes con humor. Roy Barreras igual, dice que la obra le produjo varias risas dolorosas y se las aguantó, que en general la pasó muy bien. Ah, bueno, Yidis Medina también viene y ella sale naturalmente en la obra porque cumple un papel fundamental, y es que la forma en que se refundó Colombia fue en el baño.

Hay otros que no tienen mucho humor para encarar los golpes, no vienen y además advierten que no van a venir. A Paloma Valencia le preguntaron si iba a venir y dijo que claro que no.  

Antes te criticaban muchos de derecha por darle palo a su ídolo, ahora te critican muchos de izquierda por lo mismo.

Sí, eso ha sido muy curioso, además porque he visto que ha habido un cambio de público. Como soy crítico de Petro tengo un grupo nuevo de seguidores a los que antes les caía gordo. La sátira es una forma de hacer contrapoder, no puede haber sátira en favor de un político, eso sería una negación de la sátira. La sátira tiene que ir a contrapelo del poder, burlarse del poder, sacarles la lengua a los poderosos.

Los que ostentan el poder casi siempre cometen grandes excesos, la ideología no los salva de poder volverse tiranos. Por eso hay tiranos de izquierda, de derecha, de lo que sea, y entonces la sátira es un antídoto contra eso.

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Al igual que el nombre de su obra de teatro, «Circombia» reúne una selección de columbas de Daniel Samper Ospina.

Siendo bogotano, ¿modificas algo el libreto para las presentaciones en la Costa? 

No, estoy seguro de que los hechos son los hechos y la obra está llena de hechos, yo los presento y los muestro en una pantalla. Estoy seguro de que esos hechos hacen reír en cualquier lugar del mundo porque es el disparate que se vive acá en Colombia, que ha tejido la historia política del país; produce una risa digamos que universal. Naturalmente va a tener contenido del circo local. El contenido de la Costa es muy particular, hay una cosa muy macondiana y de desparpajo único que hay que retratar allá, igualmente esta obra tiene muchos episodios que suceden en Barranquilla o en la Costa.

¿Con qué tipo de político te identificas?, ¿quién te gusta? 

He defendido movimientos alternativos, sobre todo a la Ola Verde. Yo me siento muy hijo de toda esa indignación de la Ola Verde, de toda esa esperanza que despertó, de esa ilusión de hacer un país con políticos que no llegaran al poder a través de la política tradicional. Un país que reivindicara la educación, que entendiera que lo más importante, el legado más importante, tenía que ser ético. Todas las cosas que decía Mockus con una facilidad de comunicación que nadie más volvió a tener, por lo menos no en el centro, a través de tres arengas que eran: La vida es sagrada, No todo vale y Mi conciencia vale más que un guarito y un tamal. Salía como un loco, empezaba a cantarlo como un evangélico, lograba que un montón de gente con girasoles le siguiera la cuerda y eso era revolucionario. 

¿Esos momentos de pasión y de apostar por un político se te pasaron? 

Sí, aprendí a ver a todos los políticos, a los que me pueden despertar alguna simpatía, con un saludable escepticismo y con una distancia un poco cínica, entre otras cosas para protegerme y poderlos criticar. 

Me identifico con un pensamiento de centro, a veces de centro izquierda, a veces de centro derecha, es un pensamiento un poco elástico, pero sin duda alejado de los extremos. Sin duda alejado de los caudillismos. Tengo mucho más claro lo que no me gusta que lo que me gusta, lo que considero nefasto para la democracia, que es la política de los extremos, la política de los radicales, de los liderazgos mesiánicos, adánicos, que creen que se debe refundar todo a través de ellos. Y eso sucede en los dos polos. No tanto en la izquierda como en la derecha, pero ahora estamos padeciendo el mismo extremismo que fue tan dañino cuando lo ejerció la derecha, llevado a cabo por un líder de izquierda que a mi juicio es absolutamente tóxico y cuyo gobierno va a producir una cosa maldita… con las banderas del progresismo va a llevar a Colombia a una situación todavía más regresiva de la que estaba cuando ese mismo gobierno pudo subir.

El contenido de la Costa es muy particular, hay una cosa muy macondiana y de desparpajo único que hay que retratar allá, igualmente esta obra tiene muchos episodios que suceden en Barranquilla o en la Costa.

Teniendo la oportunidad de unir al país…

Claro, pero creo que Petro nos va a terminar conduciendo en algunas cosas a los años 70, en otras cosas a los años 80, en cosas de seguridad a los años 90.  Y todo por culpa de una mezcla de ingenuidad, arrogancia, mesianismo que ha sido fatídico.

Pero como humorista no tengo quejas.

¿Qué sucede cuando un chiste no te funciona?

Yo me he dedicado a escribir humor desde hace muchos años y al final logré armar este cuento de llevar la sátira a la escena porque en últimas sigo haciendo lo que siempre me ha gustado hacer, que es escribir. Escribir es un ejercicio muy silencioso, muy solitario, yo estoy escribiendo en mi casa en un estudio alejado y todas las risas son mentales. Usaba una técnica, ya que el humor es una técnica, pero escribía básicamente lo que yo creía que era chistoso, lo que me daba risa a mí. Este formato con público es una maravilla porque por primera vez yo empecé a oír las risas, no a imaginarlas, y eso ha permitido además que el material esté editado como debe ser. Así que si el chiste no funciona, no pasa al siguiente show, se muere rápido.

En cambio, en una columna uno nunca lo va a saber, si escribe un chiste malo así queda. En general, creo que es una obra ya muy comprobada que pasó por un editor implacable que es el público en vivo

¿Qué es lo más vergonzoso que te ha pasado?

Lo más difícil es la autocensura. Por ejemplo, la vez que vino Roy Barreras, alguien me avisó cuando ya estaba a punto de salir y fue horrible. Yo prefiero no saber quién viene porque de lo contrario estoy mentalmente tenso, puedo no contar el chiste como quería hacerlo, matizarlo, etc. 

Y hablando de políticos que resuenan en la actualidad, ¿Gustavo Bolívar asistió a la obra?

No ha venido. Ahí le tengo reservada su primera línea, si quiere.

Si Colombia es un circo, ¿qué personajes circenses son Uribe, Santos, Duque, Petro? 

Como está planteado en la obra yo creo que son los payasos con su determinado cuatrienio. Y ya después, obviamente, hay personajes del circo que uno va descubriendo, por ejemplo, los trapecistas o los contorsionistas, como Roy, como Benedetti, que han estado siempre aquí.  Los vas a ver en la obra, en todos los gobiernos logran estar, logran estar parados, logran dar volteretas. Y está el elefante, naturalmente, que es mi tío Ernesto.

¿Y ha venido?

Ernesto fue a una que hice sobre Duque, Con P de Polombia, y a esta no ha venido.

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De periodista a periodista, Daniel Samper conversa con Cristina Said. Foto: archivo particular.

¿Tu obra desacredita más a los políticos o tú crees que los políticos ya vienen desacreditados lo suficiente?

No hay nada más efectivo para desacreditar a un político que el humor, y mientras más caudillo sea el político más daño le hace el humor porque además él trata de fanatizar a sus seguidores. El humor es un antídoto contra el fanatismo, el humor es una forma de dudar. En el momento en que uno se ríe se pierde el respeto a esa cosa solemne de adoración que trata de cultivar un caudillo con respecto a sí mismo.

Lo estamos viendo en el país en este momento…

Los políticos le tienen pavor al humor, mientras más tirano el político, más miedo le va a tener al humor porque sabe que el humor lo desnuda. El humor de alguna manera tiene un rol como el del niño en la famosa fábula El Traje Nuevo del Emperador: un niño ahí es capaz de decir lo que piensa y destroza las pretensiones de un rey.

Yo creo que otro cantar va a pasar cuando cambien de fiscal, a mí no es que me guste Barbosa porque es muy politizado, pero esa politización de alguna manera le hace contrapeso a Petro. Así como era vergonzoso cómo exoneraba a Duque de cualquier cosa, ahora ataca a Petro. Hay que decir que los ataques a Petro están hasta ahora justificados porque sabemos que es la misma familia de Petro la que le ha puesto las bombas. 

Entonces, ¿estamos en manos de quién? 

De unos locos. Los miedos de tía uribista me los despierta Petro. Hay una vaguedad en su forma gaseosa de trabajar porque para ejercer el poder se necesita gerencia. La garantía era que subieran los tipos que lo iban a institucionalizar que le duraron un año. Creo que hay unos contrapesos para no perder nuestra democracia e institucionalidad y uno es la impopularidad. Una cosa es Petro con el 70 por ciento de popularidad y otra con el 30 por ciento. 

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Cristina Said

Periodista, especialista en Desarrollo Organizacional y Procesos Humanos de la Universidad del Norte.