Cinco oportunidades perdidas del gobierno del presidente Iván Duque para evitar la crisis actual.

La reforma tributaria del 2021 parece un paso responsable y necesario, pero no lo es. Como en el viejo cuento moral del náufrago a quien Dios le envía cinco ayudas y se ahoga esperando que Él, en persona, vaya a rescatarlo, el presidente Iván Duque desperdició todas las oportunidades para evitar la crisis en que está el país.

Paso perdido 1: recién instalado el gobierno en 2018, el asesor presidencial Carlos Enrique Moreno —cuñado del jefe— recomendó poner en marcha el catastro rural, medida que hubiera destrabado el problema de los derechos de propiedad y de la tributación en el campo, evitando de paso la asfixia a la clase media.

Paso perdido 2: a los 20 días de posesionado Duque, se realizó la consulta anticorrupción que obtuvo más de once millones de votos (muchos más que el presidente). Sin embargo, tanto el gobierno como el congreso hicieron caso omiso de esa opinión ciudadana y se perdió una oportunidad para arañar parte de los 50 billones de pesos anuales que se comen los corruptos.

Paso perdido 3: en lugar de esforzarse por hacer eficiente el gasto público, el gobierno prohijó el aumento de la burocracia en la Contraloría y otros entes, no quiso comprar vacunas anticovid temprano y baratas para comprarlas tarde y caras, se embarcó en un gasto innecesario en comunicaciones para maquillarse y se lanzó a cotizar una flotilla de aviones de combate.

 

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El país pasa por uno de sus momentos más críticos de gobernabilidad y orden público en décadas. El presidente Iván Duque deberá capotear el temporal en medio de una coyuntura poco favorable.

En 2019, Duque y el entonces ministro de hacienda sacaron adelante una reforma tributaria dizque “técnica”, sin ninguna visión de mediano plazo y sin intentar un acuerdo nacional para conjurar las nubes grises que los expertos más imparciales ya estaban presagiando.

Paso perdido 4: en 2019, Duque y el entonces ministro de hacienda sacaron adelante una reforma tributaria dizque “técnica”, sin ninguna visión de mediano plazo y sin intentar un acuerdo nacional para conjurar las nubes grises que los expertos más imparciales ya estaban presagiando.

Como consecuencia de la mala gestión gubernamental en todos los frentes, la favorabilidad del presidente Duque se mantuvo en guarismos cercanos al 30 % y, aunque subió al 50 % ante la emergencia de la COVID-19, se ha vuelto a desplomar. Peor aún, la confianza en la institucionalidad se está derrumbando. Según el Edelman Trust Barometer 2021, para 27 países, Colombia es el cuarto país con mayor desconfianza en el gobierno, la confianza está 20 puntos por debajo del promedio global y es mayor entre el público informado que entre la ciudadanía en general. Se sabe que existe una correlación positiva entre confianza y pago de impuestos, asunto crucial en un país donde se calcula que la evasión asciende a 40 billones anuales (“Contribuyentes de renta pasarían de ser 2,5 a 4,5 millones”, El Tiempo, 10.08.18). Este sería el paso perdido 5.

Thierry Ways dice que no vale la pena llover sobre mojado (“Seis principios para dialogar”, El Tiempo, 06.05.21); yo creo que sí. Solo daré una razón: la curva de aprendizaje del ser humano es más larga y dolorosa que la de un hámster, como bien mostró Matt Groening en un capítulo de Los Simpsons.

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Jorge Giraldo Ramírez

Profesor emérito, Universidad Eafit.