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En un discurso que ha suscitado diversas reacciones, el presidente Gustavo Petro se dirigió por primera vez a la comunidad internacional en la 77° Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas cuestionando la lucha contra las drogas.

El presidente Gustavo Petro propuso reducir la deuda externa y cambiar la guerra por la salvación de la selva amazónica. Tal vez sea una propuesta ingenua o utópica, pero lo ubica como un posible líder global.

Varios días han pasado desde que el Presidente de los colombianos pronunció un discurso inolvidable ante los líderes políticos más importantes del mundo.

La intervención política/poética de Petro sorprende porque emociona a pesar de su poca gestualidad. Esto me lleva a pensar que solo con su memoria y su voz, fuerte y sin titubeos, logró mostrarnos las imágenes a las que acudió para describir la fusión entre la belleza de Colombia con la tragedia de muchos de sus campesinos judicializados por sembrar la planta sagrada de los Incas, y con sus ríos y su tierra ensangrentados por la fracasada guerra contra las drogas impuesta por poderosos que manipulan a una sociedad global confundida con el consumo y la enfermedad de la soledad.

El Presidente denunció la forma hipócrita cómo se intenta salvar al planeta del calentamiento global y el cambio climático, provocado por la intervención de la especie humana, quemando la selva y regándola con glifosato, y la manera como se demoniza la planta de coca para mantener el juego de la guerra, pero se mantiene la explotación del petróleo y el carbón. Le asiste razón a Petro, históricamente, quienes ostentan el poder determinan qué es el bien y el mal y lo reconstruyen de acuerdo a sus intereses, basta con revisar el texto de Antonio Escohotado, Historia general de las drogas, para confirmar la errada demonización de la coca.

Pero no se trató de usar el primer espacio ante Naciones Unidas para presentar solo denuncias y mostrar la necesidad de una Latinoamérica unida. Petro propuso fórmulas: reducir la deuda externa y cambiar la guerra por la salvación de la selva. Tal vez sea una propuesta ingenua, pero lo ubica como un posible líder global, porque nos regala una utopía necesaria en tiempos de desasosiego y como dijo alguna vez el poeta uruguayo, Eduardo Galeano, las utopías nos ayudan a caminar.

Las palabras de Petro son entonces de quien ha vivido los horrores de la guerra, tal vez por ello proponga otro improbable: una paz internacional desde la salvación de la selva enfrentándose a la adicción al capital.

Sin embargo, creo que la mayor fortaleza del discurso de Petro, se encuentra en lo que no dijo: que no hay guerras inocentes, todas son un juego de poder, dinero y muerte en el que al aniquilar al otro se aniquila parte de la humanidad de todos. Que, en un país como el nuestro, en el que las balas siempre han sido más rápidas que las palabras, él mismo hizo la guerra y después le apostó a la paz. Que él libró otra guerra contra la hegemonía y exclusión política y, aunque fuera improbable, un exguerrillero y ex senador representa hoy la unidad de la nación colombiana.

Sus palabras son entonces de quien ha vivido los horrores de la guerra, tal vez por ello proponga otro improbable: una paz internacional desde la salvación de la selva enfrentándose a la adicción al capital, y desde hace algunos meses nos propone una paz interna total basada en igualdad y justicia social, enfrentándose a una sociedad excluyente y clasista.

El pensamiento diferenciado es disruptivo, hace bulla, produce críticas, genera reacciones adversas, se utiliza para atacar, pero después una guerra de 40 años que ha impedido que Colombia se reconcilie consigo misma, cuando no se hace necesario proyectar un futuro de muertes violentas porque el pasado está lleno de ellas, la propuesta de Petro puede tomar fuerza, porque para mover una montaña, como dice un relato de la India, un viejo se levantó de su silla, caminó y empezó a mover la tierra con una cuchara.

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Viridiana Molinares Hassan

Escritora y profesora de Teoría constitucional e Instituciones políticas en la Universidad del Norte (Colombia). Doctora en Derecho Público de la Universidad Autónoma de Barcelona (España).