La disminución en 2020 de varios delitos contrasta con el reciente aumento de acciones terroristas atribuidas a bandas criminales en la ciudad. ¿Qué pasa con la seguridad en Barranquilla?
El seguimiento de los índices de violencia y criminalidad en la ciudad de Barranquilla en el año 2020, refleja una situación ambivalente.
Por un lado, el reciente informe anual del Observatorio de Seguridad Ciudadana www.uninorte.edu.co/osc ilustra aspectos positivos, en la medida que la mayoría de los delitos analizados presentaron una reducción significativa de registros cuando se comparan con el año 2019. Vale la pena resaltar cómo se presentó una importante reducción, entre otros, en delitos como hurto a entidades financieras, con un -71 %; lesiones personales, con -48 %; delitos sexuales, -42 %; en hurtos a comercio una reducción del -34 % y finalmente, en hurto a personas con -26 %, entre otros.
Es de resaltar que 2020 fue un año a todas luces atípico debido a las nuevas realidades de interacción social causadas por la pandemia. De tal forma, fue un año caracterizado por medidas de autocuidado a nivel individual y de acciones administrativas que se materializaron en cuarentenas, confinamientos, toques de queda, restricciones a la movilidad, días con ley seca, y limitaciones en el aforo de individuos permitidos en espacios tanto públicos como privados.
Estas circunstancias plantean una discusión interesante. Por un lado, es necesario reflexionar hasta qué proporción estas reducciones en diversos delitos fueron el resultado de las medidas de carácter institucional y/o en qué proporción obedecieron a medidas de autocuidado, aislamiento y menor exposición en espacios concurridos de muchos individuos en sus actividades cotidianas.
Adicionalmente, llama la atención que pese a lo positivo de las reducciones planteadas, las cifras del balance general de delitos evidencian otra realidad que merece atención. La otra cara del informe revela que el 2020 tuvo incrementos en el registro de delitos que no son de poca monta, así como el estancamiento de otros delitos serios que venían presentando marcadas tendencias al alza.
En este sentido se destaca el aumento del homicidio común en un 7 %, rompiendo con ello una tendencia a la baja que se había presentado en la ciudad de manera lenta pero progresiva desde el año 2016. Así mismo, se observa un aumento del 100 % en hechos de terrorismo, asociados a la detonación de una granada de fragmentación. Adicionalmente, en el delito de extorsión se presentaron 121 casos. Es decir, este delito tuvo una especie de congelamiento en el número de hechos criminales que fueron formalmente denunciados y que se equipara al registro de casos del 2019. Finalmente, se evidenció un aumento del 16 % en el delito de violencia intrafamiliar.
Revisando estos índices, se pueden plantear varias hipótesis para explicar algunas de las transformaciones y dinámicas en las principales manifestaciones de violencia y criminalidad en Barranquilla en 2020, a partir de la nueva realidad causada por la pandemia.
En Barranquilla la seguridad ciudadana muestra un marcado contraste. Mientras delitos como el hurto a entidades financieras y a personas se redujo en 2020, la violencia intrafamiliar y el terrorismo aumentaron.
Si bien amplios sectores económicos legales han sufrido importantes golpes financieros y sobre su flujo de caja, lo mismo ha ocurrido con actores criminales asociados a mercados y economías ilegales, generando disputas violentas por el control de los mercados remanentes.
Suben el uso de armas de fuego y los homicidios
La primera hipótesis plantea que si bien tenemos un menor número de registros delictivos en el balance general en el 2020, estos delitos han sido cometidos con mayores niveles de violencia. La anterior afirmación se corresponde con el considerable aumento del uso de armas de fuego en varios hechos criminales como elemento de intimidación.
Por ejemplo, para el delito de homicidio, el uso de armas de fuego tuvo una participación de 80.4 % en los casos registrados en 2020, mientras en 2019 dicha participación fue del 73.2 %. Para el delito de hurto a personas, en el 2020 el 50.4 % de los hechos presentaron el uso de armas de fuego, mientras que el año anterior ese porcentaje se situó en 40.3 %. En hechos asociados al hurto a comercio, esta participación en 2020 se ubicó en 31.2 %, mientras en 2019 fue de tan solo 19 %. Para delitos de lesiones personales, la participación del arma de fuego se triplicó en 2020, siendo empleada en el 10.1 % de los casos mientras que en 2019 tan solo se registró en el 3.1 % de los hechos denunciados.
En este orden de ideas, es importante destacar cómo las nuevas realidades de interacción social producto de la pandemia han llevado a que un menor número de personas estén en la calle, minimizando con ello las oportunidades de concretar hechos delictivos. Por lo tanto, en el caso del delito de hurto a personas, por ejemplo, pese a la disminución de los hechos criminales se puede plantear que el aumento en el uso de armas de fuego puede estar asociado a la necesidad de maximizar las disminuidas oportunidades de concreción del delito.
Algo similar puede plantearse respecto a los homicidios. Su aumento en el número de registros, la participación del arma de fuego en el 80.4 % de los casos, y el hecho de que la gran mayoría de estos homicidios se hayan cometido en modalidad sicarial, puede estar relacionado con las afectaciones económicas que han experimentado diversos actores criminales en la ciudad, también a partir de la reducción de sus clientes para la comercialización de sus bienes y servicios ilegales. Es decir, si bien amplios sectores económicos legales han sufrido importantes golpes financieros y sobre su flujo de caja, lo mismo ha ocurrido con actores criminales asociados a mercados y economías ilegales, generando disputas violentas por el control de los mercados remanentes.
Frente a este punto, es importante resaltar que la reducción de la tasa de homicidios fue planteada como uno de los objetivos estratégicos en el Plan de desarrollo “Soy Barranquilla” (2020-2023), para mejorar las condiciones de seguridad en la ciudad (artículo 13, págs. 240-241). Realizando el corte al 31 de diciembre de 2020 se puede evidenciar que su incremento hace más compleja aún la materialización de este objetivo.
La segunda hipótesis está también relacionada con la anterior. Tiene que ver con la existencia de una oferta criminal en el Área Metropolitana de Barranquilla que permite el acceso de material bélico, probablemente asociado a remanentes de guerra del conflicto armado interno. En este sentido, vale la pena resaltar que en los primeros 50 días del año 2021 se han presentado 5 incidentes que involucraron granadas de fragmentación en el Área Metropolitana de Barranquilla.
La Defensoría del Pueblo, a través de su sistema de alertas tempranas, estableció que 28.429 personas se encuentran en situación de riesgo por el accionar de las bandas Criminales en la ciudad y la disputa que entre estas se mantenía por el control de economías ilegales.
El primero de estos hechos ocurrió en el mes de enero con el lanzamiento de una granada de fragmentación en una zona concurrida del centro de la ciudad, en hora pico, a plena luz del día, dejando 14 heridos. Si bien los informes institucionales hablan de la utilización de estos artefactos explosivos en clave principalmente extorsiva y de amedrentamiento a sectores de comerciantes, también se plantea su uso como medio de presión a partir del enfrentamiento por el control de mercados y rentas ilegales entre actores criminales en la ciudad.
No hay que olvidar que recientemente la Defensoría del Pueblo, a través de su sistema de alertas tempranas, estableció que 28.429 personas se encuentran en situación de riesgo por el accionar de las bandas Criminales en la ciudad y la disputa que entre estas se mantenía por el control de economías ilegales.
Asimismo, el Gobierno nacional ha determinado 3 tipos de estructuras de crimen organizado en Colombia: Grupo Armado Organizado —GAO; Grupo delictivo organizado, y Grupo de delincuencia común. Estas estructuras criminales poseen diferentes formas de capacidad armada y organización criminal; incidencia territorial y alcance transnacional, nacional, regional o local; niveles de intimidación y violencia; control de economías ilegales, afectación publica y ciudadana. Por ello, la posición estratégica de Barranquilla para economías legales e ilegales permite establecer a partir de pronunciamientos institucionales la presencia comprobada de estas tres modalidades de organizaciones criminales en la ciudad.
A modo de conclusión se puede establecer que las circunstancias de violencia y criminalidad en Barranquilla, a lo largo del 2020, invitan a reflexionar sobre la temática a partir de nuevas realidades. Muchos fenómenos delictivos han mutado hacia otros espacios de materialización, planteando con ello nuevos desafíos.
La necesidad de promover el estudio de estas nuevas características alrededor de las manifestaciones de violencia y criminalidad para lograr un mejor entendimiento de sus dinámicas; generar una mayor concientización de la sociedad civil frente a los desafíos en materia de seguridad ciudadana, e instar a las autoridades a disponer de mejor información para el desarrollo de análisis y medidas que permitan la mitigación efectiva de estas problemáticas de seguridad, resultan claves en la actual coyuntura.
Janiel Melamed Visbal
Doctor en Seguridad Internacional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia-UNED (España). Magíster en Gobierno, Seguridad Nacional y Contraterrorismo del Interdisciplinary Center-IDC (Israel). Abogado, especialista en Derecho Penal de la Universidad del Norte (Colombia). Está vinculado a la Universidad del Norte como docente investigador del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales @janielmelamed