Ramón Bacca, la literatura como carnaval. Foto arte: Guillermo Solano.
Una carta de un amigo y atento lector de la obra del escritor samario, devela el cancionero popular que alimenta su obra. Recordando a Ramón Illán en el segundo aniversario de su partida.
Nota Introductoria
Me unió una gran amistad con Ramón Bacca y en muchas ocasiones tuvimos conversaciones por las tardes en mi apartamento. De una de esas tardes, junto con la lectura entonces reciente de sus cuentos completos, le escribí este correo que a continuación transcribo, donde reflexiono sobre las claves de la música popular en su obra:
Barranquilla, 24 de julio de 2017
Hola, Ramón:
Terminé el libro Miss Catharsis, cuentos completos y a través de su lectura pude confirmar, una vez más, la importancia de la música y cultura popular en tu obra.
De los muchos temas que hay en tus cuentos, hay algunos que encuentro fascinantes, estimulantes, desafiantes y divertidos. No estoy seguro en cuál de estas categorías poner la fórmula del tío Enrique para componer el país: “Este país se compondría cuando el último fraile fuera colgado de la última tripa del último militar” (‘Si no fuera por la zona, caramba’), o la presentación del profesor Catón, a quien uno de sus estudiantes le pregunta, refiriéndose a Sexto Pomponio, si había cinco Pomponios antes, y quién era la mamá de Gayo (‘Rosas sobre tu toga, Catón’). Con una dosis de ingenuidad, tal vez fingida, quise investigar la veracidad del tema que Santa Teresa Levitaba cuando orinaba porque las glándulas suprarrenales segregaban una sustancia hermana de la mezcalina y del peyote (‘Las ventanas tapiadas del paraíso’). Para cerrar, menciono una de mis citas favoritas, de la cual estoy completamente de acuerdo, pues he conocido a algunos artistas y escritores que me lo han demostrado: “Los amores felices nunca producían nada digno de ser cantado, y que sólo los amores trágicos o complicados daban paso al arte” (‘Los pasos de la pantera’).
Muy difícil sería leer tus cuentos con atención y no darse cuenta de cómo han alimentado tu obra las canciones e intérpretes que se han hecho populares en nuestra cultura. Tú mismo lo dices en tu libro Crónicas casi históricas cuando recuerdas que estás más cerca del cancionero popular que de la poesía.
En ese libro, describes con gran sentido de humor una anécdota cómica cuando nos cuentas sobre el profesor Hernández, quien, después de demostrar sus habilidades musicales tocando obras de Beethoven y Chopin, se levanta furioso y jura no volver a tocar el piano cuando alguien, bostezando, le pregunta si no le habían enseñado algo chévere, y le piden que toque ‘Puya Puyará’ o ‘Borrachera’. Cuentas que tal fue el impacto de esa observación que nunca más volvió a tocar el piano en público. (‘Los Búcaros de Santa Marta’, Crónicas casi históricas).
En tu novela Maracas en la ópera la canción ‘Samba pa tí’ sirve de música de fondo y acompañamiento para las ondas y los saltos eróticos de Piedad del Carmen y Orestes mientras hacen el amor.
Göering Bermúdez Díaz Granados, en tu relato, ‘Marihuana para Göering’, paseándose por La Guajira y tarareando a Brahms, con mucho interés en conocer el pueblo, escucha esa canción que dice “Te voy a hacer un diccionario con las palabras del amor”. En esta misma historia escuchamos la voz fuerte de Josefa Pastora capaz de ahogar la voz de Rolando Laserie y las trompetas, piano y coros de la Sonora Matancera. Mientras tanto, en un bar de la cuadra, se puede escuchar ‘La burra mocha’.
Presentas a uno de tus tantos personajes creados por ti, con esos nombres melodiosos, como Sansón y Yadira, llenos de color y sabor, y en esta ocasión leemos cómo Fernando del Pavor y Amador calma su depresión y escuchamos, en voz baja, el ‘Adios a los muchachos’ de Daniel Santos, mientras las melodías de la Sonora Matancera lo alivian acompañado de una cerveza bien fría.
En ‘No hay canciones para Osiris Magué’, a la canción ‘Se va el caimán’ le pones un tono melodramático y, no contento con esto, se canta en italiano; ¡qué maravilloso sería escuchar a los tres tenores interpretando esta canción! En esta misma historia, el pobre Osiris es torturado al son de Ima Sumac que canta el ‘Mambo de las cinco botellas’ seguido por un ‘Flores negras’ con Olimpo Cárdenas, y una versión más de ‘Ay Manizales del alma’.
Muy difícil es para el lector no detenerse para escuchar una de las tantas obras musicales con que acompañas tus narraciones: Volviendo a ‘Si no fuera por la zona, caramba’, cuando Enrique Olmos ve a Aquiles en el patio, la orquesta toca ‘El helado de leche’. En este punto de mi lectura, ya que nunca había oído esta composición musical, tuve que hacer una pausa para buscar este porro en YouTube. Encontré varias versiones, todas instrumentales, excepto una de Lucho Bermúdez.
En ‘No hay canciones para Osiris Magué’, a la canción ‘Se va el caimán’ le pones un tono melodramático y, no contento con esto, se canta en italiano; ¡qué maravilloso sería escuchar a los tres tenores interpretando esta canción!
En esta misma historia, la Tayrona Jazz Band toca el vals ‘Sobre las olas’ y Mr. Thomas le ofrece su esposa al General para que baile con ella, lo cual no fue de mucho agrado para el General porque la señora no podía dar un paso sin tropezar con los pies del militar. Luego, Amparo, hija de Germania, entusiasmada para bailar, desiste de esta idea cuando el público pide el porro ‘Óyeme Lorenza’, otra canción que tuve que buscar ya que no la había escuchado antes. No sé por qué Amparo se negó a bailar ese porro; ¿será por la letra?:
Lorenza si quieres leche, procura y vete a la vaca entre las
mujeres, la que quiere algo lo pide, busca o lo saca
Lorenza ándate ligero, que el ternero se salió
y si no te apuras a ordeñar la vaca, quien paga el parto soy yo
Lorenza no seas tan floja que me vas a sofocar
Óyeme, Lorenza, la vaca se está mamando
Lorenza ándate ligero que el ternero se salió
Óyeme Lorenza, óyeme Lorenza, la vaca se está mamando
Óyeme Lorenza, óyeme Lorenza, ¡la vaca ya se mamó !
En otro momento de la narración después que el General sufre un ataque de amibiasis, la gente sale y la orquesta empieza a tocar ‘El tambor de la alegría’.
Uno de los cuentos de Miss Catharsis, cuentos completos es ‘En el mar la vida es más sabrosa’, canción que Carlos Argentino hizo muy popular con la Sonora Matancera en los años cincuenta.
De nuevo en ‘Los pasos de la pantera’, un abogado explica cuán difícil y complicada es la vida y nos da los pasos para llegar al cementerio. Qué buena oportunidad para hacer que un locutor ponga la voz de Daniel Santos cantando la canción que dice: “Cuatro puertas hay abiertas pa’l que no tiene dinero…”
Para cerrar con broche de oro, nos dices en Miss Catharsis que no sabes qué quieren decir algunos críticos cuando dicen que tienes “un universo cuentístico reconocido”, y te imaginas que esa expresión es algo así como la experiencia que se tiene “cuando uno oye los primeros compases de un bolero y sabe que lo va a cantar Leo Marini”. ¡Qué maravilla más “baccana”!
Al final, eso que dices en Crónicas casi históricas, es cierto:
“Personalmente, como mis fuentes culturales están más cerca del cancionero que del poemario, ¿más cerca del Neruda de ‘Saudade… qué es?’me llega la descarga de Rolando Laserie:
Hola, soledad, no me extraña tu presencia
casi siempre estás conmigo, te saluda
un viejo amigo, este encuentro es uno más…
(Esta parte es para ser cantada, no leída)”.
(Alrededor de la nostalgia)
No pude resistir el impulso de escuchar y cantar esa canción. Uno de los aspectos muy baccanos de tus escritos es el uso de elementos de la cultura popular que hacen de la lectura una experiencia enriquecedora y divertida.
Saludos,
Enrique.
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Enrique Venegas Háydar
Profesor jubilado, de regreso a Barranquilla, su ciudad natal, después de vivir en la ciudad de Baltimore, Maryland, donde trabajó como docente de español en St. Paul School, Goucher College y Towson University.