La Librera cuenta con una oferta cultural de talleres dirigidas a personas de todas las edades. Lectura, artes plásticas, música y artes gráficas son parte de su programación.
El riesgo y la fe son dos rasgos que comparten los libreros cuando deciden aventurarse en este tipo de proyectos. Reseña de una pequeña librería del centro histórico samario que viene dejando una gran huella cultural.
En el tramo de la calle 20 de Santa Marta que inicia en el Parque San Miguel y finaliza en la Avenida Ferrocarril, menudean esas viejas casonas republicanas de fachada estrecha y fondo profundo adornadas con frisos, calados y columnas falsas. El paseante aún adivina en su interior desgastados pisos de baldosa, olor a verduras hervidas, sombreados patios con árboles de mango y guayaba. Una cuadra antes de llegar a la Ferrocarril, lejos del bullicio, se levanta la fachada luminosamente ocre de ‘La Librera’, un recóndito espacio cultural que guarda, entre otros, una colección de tesoros literarios, difíciles de hallar, del Gran Caribe.
La entrada es una experiencia por sí misma. Antes de posar la mirada sobre los muros multicolores de libros ordenados por idiomas, géneros, países y editoriales, se percibe el familiar olor de papel nuevo y viejo –fragancias que recuerdan la madera y la vainilla–mezclado con otros más cálidos provenientes del fondo del local: harinas tostadas, berenjenas sazonadas, cayeye, queso fundido. La Librera fusiona el amor a la literatura con la comida y bebida que proviene del café bautizado ‘La Chequita Samaria’, en el interior del lugar. Al goce de recorrer con la mirada los estantes llenos de libros y la libertad de poder palparlos, olerlos, leerlos, y percibir en ellos el paso del tiempo, se une el placer gastronómico.
La narrativa es el género literario predominante en La Librera. A la entrada, a su derecha, el visitante encuentra desde novelas y ensayos, libros usados en buen estado, hasta literatura local recién sacada del horno editorial. Del otro lado hay una buena oferta de libros en inglés y francés. También poesía en otros idiomas, como alemán e italiano, y una sección de literatura infantil que es la base para el evento para niños ‘La Hora del Cuento’, que se realiza todos los sábados de 3:00 a 4:00 p.m. y qué consiste en una hora de lectura en voz alta para los más pequeños. El espacio, además, tiene una nutrida programación semanal de conversatorios, talleres, lanzamientos de libros de autores locales y exposiciones de arte, que revitalizan el tejido cultural de la zona.
Entre la oferta de libros de nuevos escritores samarios están obras de David Escobar, Monique Facuseh, Polidora Gómez y Ebelys Corzo, así como libros publicados por editoriales independientes colombianas.
La joya de la corona de La Librera consiste en una gran vitrina con algunos de los autores y títulos más importantes que han relatado el Gran Caribe, ese espacio tanto geográfico como mental, diverso, móvil, ricamente caótico, en constante redefinición. Desde escritores imprescindibles del Caribe colombiano como los cordobeses Manuel Zapata Olivella –del cual hay una colección completa de sus obras– y Raúl Gómez Jattin; Álvaro Cepeda Samudio, el samario Ramón Illán Bacca, el sucreño Héctor Rojas Herazo, las barranquilleras Marvel Moreno y Meira del Mar, entre otros, hasta el dominicano Junot Díaz, los cubanos Leonardo Padura y Alejo Carpentier.
Hay varios autores escogidos de literatura caribeña insular. Una edición de Texaco y otras obras de Patrick Chamoiseau; Le discourse antillais, de Edouard Glissant, nacido en Martinica; Collected poems, del santalucense y premio Nobel de Literatura Derek Walcott; A Brief History of Seven Killings, del jamaiquino Marlon James; Breath, Eyes, Memory de la haitiana Edwidge Danticat, y antologías como Kingston Noir y Anthologies de la poesie haitienne contemporaine.
Esta espectacular colección de autores caribeños es de consulta gratuita, pero no está a la venta. En este punto es oportuno destacar la orientación hacia la creación y la investigación académica impulsada por La Librera, que se aparta de su etiqueta de ‘librería’ para articularse con conceptos de estudios, gestión y servicios culturales.
Pero no todo es literatura. Lo mencionábamos líneas atrás, dentro de la librería se encuentra ‘La Chequita Samaria’, que aporta la cuota gastronómica del lugar con las llamadas ‘chequitas’, pasteles, salados y dulces, preparados con una variedad de ingredientes de la región que guardan un parecido con una ‘checa’ de gaseosa y que se pueden acompañar con bebidas como café, cervezas artesanales y jugos caseros.
Creada en 2019, por La Librera han desfilado artistas y literatos invitados y se han realizado residencias dirigidas por ilustradores y escritores colombianos.
La Librera se ha propuesto incidir, con su programación cultural, en una transformación creativa del medio local, así como en la formación de público no solo a través de la literatura, sino de la música y las artes plásticas.
Creer en la cultura
María Constanza Guzmán, PhD en Literatura comparada de la Universidad de Binghamton y profesora asociada de la Escuela de Traducción y del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de York, en Canadá, es propietaria de La Librera. Así explicó a Contexto por qué decidió abrir este tipo de negocio: “Apostarle a una librería es apostar a la utopía sin despegar los pies de la tierra. La Librera empezó siendo un espacio para la venta de libros de segunda mano en varias lenguas, con el fin de poner una buena selección de títulos a disposición del público en Santa Marta a precios módicos y en un espacio cálido y amable”.
Paola Caballero Daza, quien dirige La Librera en Santa Marta, afirma: “La articulación con María Constanza se da cuando yo buscaba un espacio físico en el cual desarrollar mi proyecto, ‘Residencia Guión Bajo’, una iniciativa que busca apoyar los procesos creativos de artistas y creadores. Las alianzas son importantes y en María encontré una buena compañera en este oficio”.
Caballero Daza, quien trabaja en gestión cultural desde hace 20 años, fue gerente del área de literatura del Instituto Distrital de las Artes –Idartes de Bogotá y coordinadora de alianzas en la Biblioteca Nacional de Colombia, entre otros cargos. A través de este trabajo mancomunado de oferta literaria y procesos creativos literarios y artísticos, La Librera se ha propuesto incidir, con su programación cultural, en una transformación creativa del medio local, así como en la formación de público no solo a través de la literatura, sino de la música y las artes plásticas.
Las iniciativas culturales necesitan de procesos que se maceren a fuego lento, y apoyo. La Librera hace parte de una red de espacios e instituciones que trabajan por la cultura en Santa Marta como el Banco de la República, la Megabiblioteca 500 años, los teatros Santa Marta y el Pepe Vives Campo, de Cajamag, y fundaciones como La Casa de los Pescaítos, que lidera el músico Carlos Vives.
La Librera es ejemplo de que un modelo de negocio cultural sostenible y diversificado es posible, pues no hay pandemia que venza el apetito cultural y de conocimiento del ser humano.
Ilustración de la fachada de La Librera del artista gráfico Jaime Gómez, uno de los talleristas y expositores invitados a este espacio cultural.
Ricardo Rodríguez Vives
Editor y periodista monteriano, Especialista en comunicación y periodismo digital de la Universidad Pontificia Bolivariana. Creador del proyecto de ilustración informativa cultural Tertoons.ogspot.com