Foto: Emisora Atlántico.
La paciencia de miles de personas agobiadas por un peaje caro y una vía oscura parece haber llegado al límite. Congestiones y gastos que para el caso de familias de Puerto Colombia pueden llegar al medio millón de pesos para trasladarse dentro de su municipio profundizan el descontento.
La problemática del peaje Papiros en la vía que comunica a Puerto Colombia con Barranquilla es un ejemplo de texto académico de cómo ante la incapacidad de los líderes de la región, gobierno e instituciones para resolver problemas públicos relativamente simples, la acción colectiva puede ser la alternativa de solución en beneficio de toda una comunidad. El profesor norteamericano Mancur Olson planteó en 1963 como las personas pueden unirse en grupos y satisfacer un interés común para modificar e influir en decisiones tomadas desde el gobierno ante la ausencia de conductas individuales voluntarias y racionales.
El peaje Papiros se instaló en 1995 cuando se entregó en concesión la vía entre Barranquilla y Cartagena. Este peaje se ubicó a sólo 7.5 kilómetros de otro a la entrada de Puerto Colombia con la intención principal de gravar el paso de los camiones que llevaban caliza para la antigua fábrica de Cementos Caribe. Pero, a pesar de las fuertes protestas de entonces, el cobro se extendió a vehículos particulares que solo transitan desde ese municipio hasta Barranquilla o incluso dentro de barrios de Puerto Colombia: ¡algo único en el país! Ya Argos cerró hace años la planta de Barranquilla, aunque todavía transitan por esa vía algunos pocos vehículos pesados de canteras en operación. El peaje se sigue cobrando, nutriéndose de un creciente tráfico de vehículos que se movilizan hacia y desde las instituciones educativas instaladas en la zona desde entonces, además del tráfico diario entre los dos municipios
Desde hace más de 5 años la vía permanece en un buen tramo sin alumbrado público al quedar este fuera de la concesión y negarse el municipio de Puerto Colombia a asumirlo. Esta condición hace de la vía un peligro en las noches y no son pocos los accidentes que han ocurrido, incluidos los de ciclistas que practican su deporte en la madrugada. Más recientemente la vía alterna de carácter departamental fue cortada por la construcción de la Circunvalar de la Prosperidad separando los barrios de Caujaral, Villa Campestre y el corregimiento de La Playa.
La paciencia de tanta gente, ya agobiada por un peaje caro y una vía oscura, llegó a su límite cuando la vía alterna, la 51B o vía a Pradomar, se tuvo que cerrar hace 3 meses a causa de un derrumbe invernal y la falta de mantenimiento.
Ante esta situación, todo el tráfico que no pagaba peaje tomando esta última vía se trasladó a la Vía al Mar, generando severas congestiones a toda hora. Un trayecto que se recorría en diez minutos toma ahora hasta treinta. Como consecuencia, hoy hay familias que por trasladarse dentro del mismo municipio de Puerto Colombia gastan hasta $400.000 pesos mensuales.
Ninguno de los responsables ha asumido a cabalidad sus compromisos para resolver este problema. La Gobernación del Atlántico parece intentarlo, pero guardó silencio por varios meses y no ha explicado porqué abandonó la vía alterna (Pradomar). No se han iniciado trabajos para reabrir este tramo afectado y solo recientemente han manifestado que “van a hacer estudios” y que en un mes habrá una “reapertura provisional”.
Hoy hay familias que por trasladarse dentro del mismo municipio de Puerto Colombia gastan hasta $400.000 pesos mensuales debido al peaje Papiros.
En el caso del alumbrado público, la Alcaldía de Puerto Colombia no ha dicho cuánto recauda por ese concepto y porque no le alcanza para asumir ese servicio en el tramo en tinieblas. El Gobierno Nacional a través de la ANI ha prometido revisar cómo compensar los dineros que pagan los vehículos particulares que van de Puerto a Barranquilla (los que vienen de Cartagena no tienen que pagar adicional) pero pasan y pasan los años sin suerte. Ministros, congresistas, gobernadores, diputados, dirigentes gremiales y demás durante los 27 años que lleva este exótico peaje no han podido lograr una solución. Diría Olson que priman intereses individuales sobre intereses colectivos.
Recientemente un grupo de ciudadanos, entre los que se destaca la politóloga Karol Solis Menco, han iniciado acciones colectivas para lograr soluciones. El pasado domingo 5 de febrero cientos de personas convocadas por redes sociales, con argumentos y con un claro sentido práctico hicieron una protesta pacífica con el propósito no solo de manifestar su inconformidad sino de ejercer presión hasta que se encuentren soluciones. Las razones que convocan al grupo son las antes anotadas: un cobro desproporcionado frente al tramo que utilizan de vía al que se ven obligados por el cierre de la vía alterna. Plantean una violación del Derecho al trabajo, a la movilidad y a la educación, además de la inseguridad de una vía a oscuras, con instalaciones peligrosas alrededor del peaje por la mala ubicación de una báscula, muros y resaltos en concreto. Al final de la jornada unos pocos de los protestantes violentaron partes del peaje, lo que es reprochable desde todo punto de vista, pero que no debe opacar el serio significado de la acción colectiva como medio de expresión democrática.
El mensaje para quienes tienen en sus manos resolver este viejo problema: Gobernación, ANI y Alcaldía de Puerto Colombia, es que deben escuchar en serio a la gente y recordar que fueron escogidos para servir a la comunidad y no para defender intereses particulares. La acción colectiva sin desmanes es un mecanismo que puede generar avances para los intereses de grupo, con mayor razón en nuestro país, en donde se suelen aplazar las soluciones a muchos problemas de los que padecemos.
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Arnold Gómez Mendoza
Empresario, PhD en Economía de New York University, profesor de la Universidad del Norte.