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Durante la fase de producción el filme participó en diferentes circuitos de laboratorios de proyectos cinematográficos como la sección Films in Progress de Ventana Sur. 


El barranquillero David David Celedón dirige este filme sobre el abandono de las minorías indígenas en Colombia.

En algún lugar incierto de La Guajira un carro atraviesa una trocha y levanta un remolino de polvo que cubre la escasa vegetación que se asoma en el paisaje. Todo alrededor parece teñido de amarillo, hecho de polvo y viento. El carro tambalea, avanza con estrépito. De repente, entre las escuálidas ramas secas del monte, una mujer aparece, se planta en mitad del camino y apunta con una escopeta a los pasajeros. El carro frena en seco. Otros dos tipos salen y van directo a la parte trasera. De ahí toman una caja con alimentos y huyen. Se oyen disparos, gritos, vidrios que se rompen.

Así inicia La frontera (2019), filme del director de cine barranquillero David David Celedón que relata la historia de Diana Ipuana, una joven de la comunidad wayúu que vive en la frontera norte entre Colombia y Venezuela junto a su pareja y su hermano. Los tres sobreviven realizando hurtos a viajeros que transitan los caminos ilegales que conducen al país vecino, pues por una crisis diplomática el paso oficial se encuentra bloqueado. En ese contexto, las cosas no pueden desencadenar otra cosa que la inminente tragedia. A Diana le tocará poner a prueba su tenacidad para derrumbar sus propias fronteras y así hacerle frente a la soledad y lo desconocido. 

El primer largometraje de David David explora las problemáticas sociales de la comunidad wayúu y los recientes conflictos migratorios, todo esto a través una mirada concreta y una narración sencilla que lejos de recurrir a los señalamientos, a los discursos directos y a formas dramáticas sensacionalistas, prefiere centrarse en los efectos cotidianos y en las pequeñas acciones que permiten que la realidad sea un poco menos dura.

La frontera presenta, en palabras de su director, “una metáfora entre la frontera física y la frontera de la mente”. Desde su estreno en 2019 durante el Festival de Cine Internacional de El Cairo ha sido parte de la selección oficial de diversos festivales como el de Santiago de Chile, Vancouver, y Gramado, en Brasil, donde obtuvo el premio a la Mejor película extranjera, Mejor guión y  premios para dos de sus actrices. Además, en términos de exhibición, el filme estuvo varias semanas en la cartelera nacional.

 

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Poster de la película La frontera realizada por David David Celedón.

De acuerdo con el director, la idea central de la película nace cuando era un estudiante de cine en Cataluña. A su regreso a Colombia David David se instala en Valledupar, donde el tema de la migración  venezolana estaba en un punto crítico. 

“Llegaban muchos migrantes venezolanos con historias de vida marcadas por la desesperanza. Para mí era importante descifrar esas historias, conectarlas para entender el porqué de nuestra incapacidad de comunicarnos. Cerramos fronteras emocionales después de habernos ufanado de vivir en un mundo globalizado”, afirma David. 

Filmada entre enero y febrero de 2018 en zona rural de los municipios de La Jagua y Guacoche (Cesar), La frontera contó con un equipo de quince personas que trabajaron en “condiciones extremas” y debieron filmar con luz natural la cinta. La locación principal no tenía electricidad cada cierto tiempo así que un asistente de producción emprendía una travesía de varios kilómetros en bicicleta hasta un sitio donde cargaba la energía de los equipos. 

El filme se inscribe en un interés por narrar historias derivadas de los conflictos migratorios, la desigualdad y el abandono que afrontan las comunidades wayúu.

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Para David David Celedón, hacer películas el el Caribe colombiano es un milagro. “Nuestra región tiene una producción poco constante de cine y una academia igual de escasa. Por muy pequeña que sea la película es una odisea llevarla a feliz termino”, afirma. 

Con guión, dirección y montaje de David, el filme se inscribe en un interés por narrar historias derivadas de los conflictos migratorios, la desigualdad y el abandono que afrontan las comunidades wayúu, evidente en dos de sus cortometrajes anteriores, Calaguala y Año sabático.  

“Soy consciente de que cuento historias sobre minorías. Escogí a la comunidad wayúu porque aunque no pertenezco a esa comunidad, pero desde siempre la he asociado con mi propio universo”, concluye el director del filme.

 

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Héctor Romero Díaz

Estudió Narrativa en la Escola Escriptura Ateneu Bacelonès en Barcelona. Co-director del podcast, La Mirada Corrompida. Sus textos sobre cine han aparecido en la revista Latitud y el suplemento Dominical de El Heraldo, así como en la revista Kinetoscopio. Textos de ficción han sido publicados en la revista Huellas y El Espectador.

 

 

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