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La herencia afro en la cocina del Caribe colombiano va más allá del hecho culinario. La cultura, el género y la dimensión política se relacionan con la gastronomía. Foto: Ricardo Maldonado/FNPI.

La herencia africana y la influencia del río Magdalena como eje cultural, claves en la conformación de la cocina del Caribe colombiano.

En la feria de gastronomía Sabor Barranquilla 2020 uno de los espacios de reflexión más importantes se ha dado alrededor de la influencia afro en la cocina de la región Caribe y del río Magdalena.

Gracias a la antropología y a la historia se han reconstruido los ingredientes humanos y culturales que se mezclaron y dieron origen a lo que somos hoy como una sociedad con diferentes raíces. En ese proceso histórico la impronta cultural afro se incorporó de tal manera que su huella se puede evidenciar en distintos aspectos culturales de la región Caribe, y uno de ellos es la cocina, un elemento que puede servir de punto de partida para rastrear nuestra identidad.

Para Elizabeth Ramos, antropóloga, doctora en arqueología y coordinadora del conversatorio titulado “La herencia afro en la alimentación del Caribe colombiano y el río Magdalena”, enmarcado en la franja de charlas culturales del evento gastronómico, “es importante abordar la influencia histórica de la cultura africana para entender nuestro pasado, presente y futuro”.

El análisis de la antropóloga parte de la investigación alrededor de las cocinas tradicionales desde la época prehispánica hasta la actualidad. “Trabajo desde una perspectiva de tiempo amplia y esto es muy enriquecedor porque permite ver las conexiones desde los procesos, preguntarnos cómo ocurrieron, por qué ocurrieron, cómo fueron los procesos culinarios y alimentarios de las sociedades en el pasado. Esta información es muy interesante cuando se contrasta con los hechos ocurridos con la llegada del elemento africano y su herencia, los españoles y la de otros grupos migrantes posteriores”, explica la investigadora, para quien el tema no se agota en la descripción de los ingredientes, formas de preparación de los alimentos, ni en los rituales relacionados.

En la ribera del Magdalena históricamente se asentaron los Palenques más fuertes y en esos territorios aún se conservan danzas, música y tradiciones culinarias más cercanas a la de los ancestros africanos, como es el caso de las danzas de Son de Negro, Son de Pajarito y otras expresiones que exaltan la herencia afro.

Para Ramos es importante tratar de entender cómo ese proceso de mestizaje dio pie a unos cambios en otras dimensiones de la esfera social. “Por ejemplo, la distribución de roles laborales, la manera cómo nos relacionamos con el medioambiente y las decisiones en términos políticos y económicos, temas que trascienden el ámbito gastronómico”.

Esas dinámicas se pueden expresar en la participación de los grupos poblacionales en los procesos. “En términos de género: hombre y mujer, vemos que la cocina está ligada a las mujeres desde la colonia, pasando por la época republicana hasta llegar a la actualidad”. Según investigaciones de la arqueóloga, este patrón social pudo ser común a las culturas prehispánicas. “Cuando estudiamos el rol femenino en las poblaciones afro, notamos que el papel de la mujer no era solo cocinar, como si solo se tratara de un acto cotidiano sin más trascendencia; en la cocina ocurrían cosas importantes, porque a través de la cocina se transmitían mensajes sociales, políticos, de poder y de relaciones”, explica la investigadora.

Este papel de la mujer afro, como líder y matrona de su entorno se mantiene en la actualidad, siendo ellas quienes enseñan, sostienen y protegen en sus familias las tradiciones ancestrales como la lengua, las costumbres y los conocimientos culinarios.

El río Magdalena y su flujo de tradiciones

Por otra parte, un elemento de contexto importante en esta lectura es el papel del río Magdalena, su importancia como eje cultural y las características de ubicación geográficas del Caribe que, en conjunto, determinaron la forma en que se dio esa influencia de la cocina afro en el territorio. Una dinámica de doble vía, en la cual las poblaciones afro también fueron influenciadas en un intercambio de saberes culinarios y sociales. En la ribera del Magdalena históricamente se asentaron los Palenques más fuertes y en esos territorios aún se conservan danzas, música y tradiciones culinarias más cercanas a la de los ancestros africanos, como es el caso de las danzas de Son de Negro, Son de Pajarito y otras expresiones que exaltan la herencia afro.

Esta reflexión académica, posible gracias a una interesante programación de la Feria Sabor Barranquilla 2020 en casa, fue enfática en no tildar de positivos ni negativos los cambios que se han generado en el tiempo alrededor de la cocina y las relaciones sociales. Para los investigadores, la clave es entender los procesos culturales que, al igual que en una receta con la mezcla de ingredientes, se van transformando.

“No hay cocina que no se transforme, lo importante es entender esos cambios que están correlacionados con la vida política, social y económica, con la seguridad y la soberanía alimentaria. Si conocemos nuestra historia seremos más consciente de la toma de decisiones, de cómo cocinamos y cómo nos alimentamos, porque nuestras decisiones alimentarias, que van más allá de lo culinario, son un acto tremendamente político. Desde dónde hacemos el mercado, si cocinamos o no, y cómo preparamos los alimentos, son factores que responden a la realidad social en la que vivimos», afirma la investigadora.

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Angie K. Peña

Periodista barranquillera. Ha trabajado para medios como El Heraldo y La Revista Actual y ha colaborado en especiales periodísticos para revista Semana y otras publicaciones a nivel nacional.