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Foto: Ministerio de Educación Nacional. 

La calidad de la educación en el Caribe Colombiano, tan baja como la de la Región Amazónica

por | Abr 20, 2023

Por Eduardo Vélez Bustillo

Aunque cueste creerlo, ambas regiones presentan desempeños educativos similares, dice un informe sobre las pruebas Saber 11.

En Colombia el logro cognitivo está muy relacionado con el estatus socioeconómico de los estudiantes, es decir, los estudiantes de familias de altos ingresos tienden a obtener puntajes Saber (o Pisa o Timss) más altos. Este desigual aprendizaje se acentúa aún más cuando el estudiante asiste a escuelas de bajo nivel socioeconómico, lo que deteriora la situación de los estudiantes de familias pobres. Se puede afirmar que la desigualdad se debe no solo a la condición socioeconómica de la familia del alumno sino también a la de la escuela. En general, en sistemas educativos inequitativos, como el nuestro, los estudiantes más pobres tienden a verse afectados negativamente no solo por su condición socioeconómica sino por las escuelas a las que asisten. 

Desafortunadamente nuestro sistema escolar no solo no corrige estas desigualdades, sino que las puede acentuar, lo que constituye un problema muy serio. Pero además de la desigualdad en el aprendizaje hay una verdadera crisis del aprendizaje. Es poco lo que se aprende. 

Hace poco el Banco Mundial introdujo el concepto de Pobreza de Aprendizaje (Learning Poverty) que se refiere a los niños de 10 años que no pueden leer ni entender un párrafo simple para su edad. La Unesco empezó a medir este indicador en todos los países. Como lo hemos reiterado frecuentemente, aunque todas las habilidades fundamentales son importantes, inicialmente hay que enfocarse en la lectura porque es el requisito para que el estudiante tenga aprendizajes en todas las demás áreas; sin la lectura no habrá aprendizaje fundamental en otras materias. Por eso los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) incluyen que todos los niños al final de la primaria alcancen un nivel mínimo de competencias en lectura. Además, el indicador de Pobreza de Aprendizaje permite ilustrar el progreso hacia la meta más amplia del ODS (4.1.1b,) que especifica que todos los niños al final de la primaria alcancen al menos un nivel mínimo de competencia en lectura. La mala noticia para Colombia es que la Pobreza de Aprendizaje para el país es del 49 por ciento de los niños; por lo tanto, estos no son competentes en lectura al final de la edad primaria.

Y siguiendo con malas noticias para Colombia, el señalado estudio muestra que la Pobreza de Aprendizaje en Colombia, aunque es mejor en 2.3 puntos porcentuales que el  promedio de la región de América Latina y el Caribe, ¡es 16.2 puntos porcentuales peor que los países de ingresos medios altos! Estamos en desventaja. Este hallazgo no debe sorprendernos pues desde hace muchos años sabemos que el desempeño de Colombia es pobre e inclusive que está por debajo de su potencial en relación con su nivel de ingresos. Por ejemplo, en 2006 Pisa mostró que Colombia tenía un desempeñó muy por debajo del promedio mundial, inclusive por debajo de la media de los países de América Latina que participaron. Y además mostró que logra resultados menores a los esperados por su nivel de ingreso. 

La mala noticia para Colombia es que la Pobreza de Aprendizaje para el país es del 49 % de los niños; por lo tanto, estos no son competentes en lectura al final de la edad primaria.

Con estos antecedentes no es de extrañar que en las últimas pruebas de Saber 11, el 41.5 % de los alumnos no alcanzan el mínimo nivel que los identifica como competentes en lectura critica. Esto es muy grave. Sin leer bien, no sorprende que los resultados en otras áreas del conocimiento (matemáticas, ciencias naturales, sociales y ciudadanas, e inglés) sean aún peores. Y estos son los graduados de la secundaria que se suponen deberían entrar al mercado laboral o a la educación superior. Estos jóvenes tendrán un panorama complicado a lo largo de sus vidas, y muy probablemente no contribuirán de manera significativa tanto al bienestar propio como al desarrollo del país a pesar de la inversión hecha por sus familias y por el Estado. Se desperdició gran parte de la inversión y de los esfuerzos realizados.

Pero la cosa no termina aquí. La distribución a nivel regional es igualmente inequitativa. De un informe de Empresarios por la Educación sobre Saber 11, se aprecian variaciones notorias por regiones geográficas. Los mejores puntajes están en la Región Central con un promedio de 265 puntos. Siguen las regiones de la Orinoquia, el Eje Cafetero y el Pacífico con 250, 249 y 247 puntos respectivamente. Y en un último nivel, lease bien, están rezagadas las regiones del Caribe y de la Amazonía con 236 puntos cada una. Encontrar una explicación a estas diferencias es una tarea que requiere un detallado análisis que no podremos hacer aquí. Pero es claro que el país tiene un reto muy serio para mejorar la calidad de la educación, en particular en las dos últimas regiones.

Sin ser pesimista, se podría decir que muchos egresados de la secundaria tendrán un futuro personal difícil y muy probablemente no ayudarán mucho a mejorar los indicadores de calidad de vida en el país. Es posible, inclusive, que el Estado y sus familias tengan que seguir invirtiendo para ayudarlos a enmendar lo que el sistema de educación no logró. Se desperdició mucho de lo invertido. Lo más preocupante es que no parece haber un sentido de urgencia a nivel de las autoridades ni de partes que deberían estar interesadas, incluyendo principalmente a sindicatos de docentes, padres de familia y empleadores. ¿Será que estamos condenados a no cambiar?

 

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Eduardo Vélez Bustillo

Profesor Visitante en Peking University, en China, y en Kobe University, en Japón.

 

 

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