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Recortes de diarios barranquilleros que detallan noticias de sangre, La crónica roja atrae las miradas de personas que prefieren ver la tragedia con distancia.

“No hay nada más suculento que el relato bien escrito de un crimen”, escribió Andrés Salcedo en la siguiente columna publicada años atras en el diario “El Heraldo”, a propósito de la crónica roja en Barranquilla. Para recordarlo, una muestra de la maestría y sencillez de la pluma del fallecido periodista.

¿Ha sido realmente Barranquilla esa ciudad tranquila y segura que siempre nos pintaron, donde la gente se muere en la cama, de muerte natural?.

La misma expresión “Barranquilla, remanso de paz”, con que se pretendía recalcar esta condición, siempre me pareció, además de exagerada, cursi y provinciana.

Lo mismo opina José Nieto Ibáñez, escritor e investigador barranquillero que acaba de mudar su domicilio, de Viña del Mar a Sevilla, esa jaranera Meca de lo andaluz y, si me apuran, de lo caribe.

A José lo obsesionó toda la vida el misterioso asesinato de la inmigrante británica Catherine de Meek. “El crimen de la Pensión Inglesa”, lo bautizaron los reporteros judiciales, en alusión al pequeño hotel que regentaba en Barranquilla.

José Nieto podría pasar por uno de esos comisarios franceses que después de jubilarse siguen intentando aclarar los crímenes que salen en los periódicos, botando cacumen mientras mojan el pan en la salsa de caracoles o cuando sacan el perro a pasear.

Canoso, robusto, a ratos taciturno, cartesiano hasta el tuétano. Un tipo sobrio que no traga entero. Quienes recuerden al comisario Maigret que hizo para el cine Jean Gabin, tendrán el retrato hablado de mi amigo. Su identikit.

Hace un par de años, José escribió para El Heraldo una serie de crónicas sobre este caso, que sacudió a la soñolienta Barranquilla de 1935, basado en los informes que encontró en las hemerotecas donde se metió de narices a investigar.

Según pudo averiguar, poco después de los hechos la policía capturó a Frank Meek, el hijo de 30 años de la víctima, que también vivía en la pensión, pero debió dejarlo libre por falta de pruebas.

En Barranquilla han tenido lugar algunos de los más espeluznantes episodios de la crónica roja nacional. En diversos momentos de nuestra joven historia, la página de judiciales ha bastado para agotar las ediciones de los periódicos.

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La Pensión Inglesa, ubicada en su momento en el predio que actualmente ocupa la sede del Banco de la República en Barranquilla, entre calles Dividi y Paraíso entre carreras el Rosario y Líbano.

El reportero judicial Bernardo Merino, que proclamaba y defendía en un diario local un supuesto “espíritu pacifista” de la ciudad, lanzó serias acusaciones contra otros dos sospechosos: el nieto de la víctima, John Berg, y el criado curazaleño de la pensión, Manuel Weeber, a quienes tampoco se les pudo comprobar la menor participación en los hechos.

Nieto no quedó muy satisfecho con la versión que atribuyó el crimen a unos asaltantes nocturnos que además de asesinar a la mujer, violentaron la caja fuerte y se llevaron sus ahorros.

Por eso, después de publicadas sus crónicas, siguió revisando documentos de la época y se encontró con los relativos al juicio de sucesión de una señora oriunda de Soatá, Boyacá, fallecida en 1942, de profesión “oficios domésticos”.

La muerta se llamaba Teófila Medina y había dejado de herencia a un hijo suyo 3 casas y una cuenta de ahorros donde tenía depositados 1.500 pesos de la época. Un verdadero platal, entonces. Sobre todo, tratándose de una mujer del servicio.

Aunque se había cambiado el nombre de pila, José logró establecer que se trataba de la misma María Medina que trabajaba como empleada doméstica en la Pensión Inglesa al momento del crimen. Inexplicablemente, la policía la había pasado por alto en sus pesquisas.

Sin querer queriendo, Nieto había descubierto, casi 70 años después de los hechos, a la autora del crimen. Bueno, digamos, por precaución, a la “presunta autora”, no sea que nos demande el hijo, si es que todavía alienta en este mundo.

Pero el asunto no paró ahí. Al llegar a Chile, donde inició sus estudios de guionismo cinematográfico, Nieto se asoció con el joven director argentino Cristian Colantonio, con quien escribió el guión para un largometraje sobre el caso de la Pensión Inglesa.

Ese trabajo acaba de ser elegido para participar, junto a otros de toda América Latina, en el concurso de guiones del Festival de Cine de La Habana. Un éxito que particularmente me alegra por tratarse de un amigo y de un auténtico purasangre del oficio.

Crímenes como el relatado no han sido raros en la ciudad. En 1932, la prensa aireó “el caso de la Mujer X”, así bautizado por el título de una película muda muy taquillera por aquellos días. La víctima resultó ser Ángela Hoyos, degollada por su propio marido en Veranillo, siguiendo instrucciones de su amante.

 

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Andrés Salcedo, cronista radial y de prensa. Foto: Charlie Cordero.

En Barranquilla han tenido lugar algunos de los más espeluznantes episodios de la crónica roja nacional. En diversos momentos de nuestra joven historia, la página de judiciales ha bastado para agotar las ediciones de los periódicos. “El Nacionaaaal, con todos los muertos de hoy”, pregonaban por mi barrio los voceadores en los lejanos días de mi infancia.

El crimen vende. La crónica roja es la página de sociales de los pobres, dijo alguien. La frase es ingeniosa pero no estoy de acuerdo con ella.

También los ricos, la casposa burguesía y la oscura, “ensanguchada” clase media, todos nos damos por la cabeza con la tragedia ajena en el sillón mañanero donde nos sentimos a salvo. Lo escabroso que protagonizan los otros le hace cosquillas a todo el mundo.

No hay nada más suculento que el relato bien escrito de un crimen. Truman Capote investigó hasta la última huella el asesinato múltiple de la familia Clutter en la profunda provincia americana y trazó el perfil psicológico de los dos criminales, condenados a la pena de muerte. Un relato con todos los ingredientes de la buena crónica judicial, a pesar de que su autor no trabajó nunca en el oficio.

Los verdaderos cronistas judiciales escriben todos los días en sus periódicos pequeñas obras maestras del género. La próxima semana hablaré de algunos de los grandes de la crónica roja y confesaré “mis crímenes favoritos”.

Andrés Salcedo González

(1940 – 2022) Locutor y periodista barranquillero, prestó su voz a varios documentales del canal alemán Transtel – Cologne (ahora Deutsche Welle) en los años 70 y 80. Inició su carrera como locutor radial en el municipio de Santa Cruz de Mompox y en su juventud logró convertirse en director de la popular emisora Radio Guatapurí de la ciudad de Valledupar, luego de una experiencia en la radio de Medellín. Recientemente fue la voz institucional del canal regional Telecaribe.