José Alejandro Cortes, fundador del Grupo Bolívar Davivienda, lleva una vida activa, hecho que contradice la creencia general de que los años dorados son improductivos. Foto: El Colombiano.
A sus 93 años, Jose Alejandro Cortes, fundador del Grupo Bolívar y uno de los empresarios y filántropos más notables del país, sigue activo, asiste a juntas y practica tenis. Contexto dialogó con él sobre los secretos de una vida productiva.
Se dice que si las personas mayores de sesenta años se pudieran agrupar en un solo país, este tendría la tercera economía más grande del mundo. Es un hecho, hoy el ser humano vive más, pero esto no es suficiente para conjurar, sobre todo en la cultura empresarial, el temor a la vejez y la creencia de que las personas de la tercera edad no tienen ideas flexibles, tienden a enfermarse y son ‘torpes’ tecnológicamente. En el caso de Jose Alejandro Cortés, quien fue cabeza del Grupo Bolívar Davivienda durante cinco décadas, su nivel de actividad, hoy a sus 93 años, contradice estos prejuicios.
Conocido por sus amigos como Jose Alejo, ha sido miembro de juntas directivas de entidades gremiales y de empresas financieras e industriales. Se retiró recientemente del Consejo Privado de Competitividad, Fundación Empresarios por la Educación y la Corporación Excelencia en la Justicia, pero sigue vinculado al Instituto de Ciencia Política y Transparencia por Colombia.
Su sobrino, Fernando Cortés, nos cuenta que Jose Alejo llama a todas las personas por su nombre dentro de la empresa y escucha la opinión de todos con la misma atención, desde el principiante hasta la persona más importante dentro de la organización. No se apresura a tomar decisiones ni a dar una respuesta inmediata; al contrario, analiza y se toma su tiempo, diciendo: “Déjame lo pienso”. Algo que seguramente aprendió de otra de sus aficiones: el ajedrez.
Sociable, buen conversador, lector consumado, amante del tenis y la ópera, Jose Alejo llegó puntual a la cita para esta entrevista y nos contó que venía de un almuerzo de trabajo. Ese día nos regaló varías lecciones de vida.
Beatriz Toro: ¿Cómo es tu rutina diaria?
Jose Alejandro Cortés: Mi actividad varía según la semana, yo me he retirado de varias juntas pero sigo en la de Probogotá, de la cual fui miembro fundador, y la de Transparencia por Colombia. Sigo vinculado con el Instituto de Ciencia Política y en otras reuniones políticas con diferentes personajes. También hago parte de la Junta de la matriz del Grupo Bolívar, y asisto a la Junta de Davivienda, Seguros Bolivar y de la Constructora Bolívar. Por otro lado, tengo la Fundación Nancy Kotal de Cortés que se orienta la educación bilingüe de jóvenes atletas para que aprendan inglés, ya que necesitan el idioma al salir a Estados Unidos o Europa a competir. Tres veces a la semana juego tenis, o más bien, me meto a la cancha y juego con un boleador.
B.T.: El deporte ha sido una parte muy importante de tu vida, ¿qué lección crees que te enseñó el tenis?
J.A.C.: Para poder llegar a ser campeón nacional tuve que ser muy disciplinado con el entrenamiento, ya que tenía que jugar todos los días muy temprano porque simultáneamente trabajaba. Si uno no lleva a cabo todo ese propósito de forma muy metódica, no logra lo que uno pretende. Yo solamente buscaba ser campeón nacional, no internacional, aunque le gané a muy buenos tenistas como el número 10 del mundo en ese momento, lo que no me hace ser mejor que él. Simplemente fue un día bueno para mí y malo para él.
Uno debe ser muy persistente pero también debe aprender a apreciar al contrincante. Como en los negocios, él no es tu enemigo, puede ser tu compañero de muchos partidos. Pero sobre todo, aprendí a ser muy disciplinado. Si uno va a una reunión de una junta siempre debe ser puntual y cumplir. Para mí la disciplina se refiere a cumplir los compromisos y eso es muy importante.
¿Quién es la persona que sientes que más ha influido en tu vida?
Yo diría que son varias personas. Mis padres, en cuanto a lo que soy hoy y en cuanto a principios y valores. Con Henry, mi tío, aprendí la parte de ser muy organizado y disciplinado dentro de la empresa. Tuve muy buenos profesores también: en el colegio dos profesores extranjeros, Monsieur Yerly, que era matemático, y el profesor Ernesto Bein, en el Gimnasio Moderno, con quien hicimos muchas excursiones por el país. En las universidades también tuve excelentes profesores que fueron reconocidos nacionalmente por ser excepcionales. Dentro de la organización misma hay varias personas a quienes les aprendí muchísimo en las juntas: Fernando Hinestroza, Fernando Toro y varios colaboradores muy importantes como Efraín Forero y Javier Suarez. Lo importante fue formar un equipo muy valioso donde se compartían valores y así uno ve que cumple con las expectativas de buen comportamiento, buena orientación y creatividad para resolver problemas.
Tu edad suele asociarse con una etapa de sabiduría, ¿cuál es el mejor consejo que te han dado?
Para mí fue clave una organización católica de orientación hacia la empresa, Uniapac (Federación Internacional de Empresarios Cristianos), donde aprendí mucho porque hacían mucho énfasis en la importancia de las relaciones con los empleados. Desde hace más de 50 años para mí fue importante estructurar el grupo con unos principios y valores específicos y, sobre todo, actuar de acuerdo a ellos.
Nosotros en la compañía decidimos repartir una parte de las utilidades entre todos los empleados. Dentro de eso, recuerdo un consejo de Fernando Toro, y es tener en cuenta en casos particulares las características de ciertos funcionarios claves para hacerles unos ajustes un poquito mayores, porque eso motiva y le sirve a la organización.
Lo primero que uno tiene que aprender es a manejar las cosas que le dicen a uno a pesar de que uno sienta que es una afrenta. Uno tiene que aprender a escuchar y reservarse lo que uno siente o piensa para tratar de poder profundizar en el mensaje.
Eres padre de siete hijos, ¿qué consejo le podrías dar a alguien sobre la crianza?
Para mí lo más importante son los principios y valores que uno les pueda inculcar. En la familia somos básicamente católicos, pero yo por ejemplo veo que hay muchos principios que no promueve la iglesia. Por ejemplo, el cuidado de la naturaleza o el respeto a los animales. También pienso que la iglesia es una institución machista, lo cual tampoco va con mis principios. Yo creo que la iglesia debe seguir evolucionando y reconocer que la mujer es una parte integral, seria e inteligente de la sociedad.
¿Qué consejo le darías a un nieto tuyo que está empezando su vida profesional?
Le diría que lo más importante es creer en sí mismo y no engañarse. Ser sincero con uno mismo respecto a sus capacidades, su inteligencia, y ser auténtico, porque al no serlo uno puede caer en muchos errores. Es importante ser consciente de las limitaciones que uno tiene; así aprende uno mucho de los demás. Por ejemplo, con el tenis yo tenía claro que podía llegar a ser campeón en Colombia pero no a nivel internacional. Yo sabía que no podía dedicarme a ser profesional. En mi época eso no permitía sostener una familia numerosa como la mía.
Le diría también que algo supremamente importante para la vida es saber escuchar. Lo primero que uno tiene que aprender es a manejar las cosas que le dicen a uno a pesar de que uno sienta que es una afrenta. Uno tiene que aprender a escuchar y reservarse lo que uno siente o piensa para tratar de poder profundizar en el mensaje.
¿Qué consejo financiero le darías a los jóvenes ?
Yo tuve muchas dificultades para mantener a los niños en el colegio. Uno tiene que ser muy consciente del buen manejo de los recursos que uno tiene y hasta dónde puede ir. Yo no tuve carro nuevo durante los primeros 20 años de mi matrimonio. Solo al inicio de la relación tuve uno nuevo pero no era de lujo. Luego tuvimos una camioneta Chevrolet donde cabían todos y le decíamos “La Queen Mary”. Tuve que pedir préstamos para mi primera casa que era pequeña, y luego tuve un préstamo hipotecario que me facilitó la empresa, como a todos los empleados, para la última casa donde vivo ahora.
Jose Alejo integra varias juntas directivas de importantes fundaciones y organizaciones. En 2019 fue condecorado con la Orden Cruz de Boyacá por su servicio y aporte a los colombianos. Foto: Davivienda.
Tus hijos y nietos viven afuera, ¿cómo has logrado que la familia se involucre con la empresa?
Nosotros hacemos una reunión una vez al año con todos mis hijos, sobrinos y nietos, somos casi 70 personas que vienen de todas partes del mundo. Buscamos mantener a todos conectados y sintonizados entre sí. Tenemos claro que nuestros principios y valores compartidos no son todos iguales a los de la empresa, pero sí son afines.
Allí tratamos de inculcar a cada uno la responsabilidad de responder a esos principios y de comportarse de una forma que nos representa. Gustavo Adolfo Carvajal nos ha asesorado mucho, ya que es parte de una empresa que ha pasado por un proceso largo. Lo peor son las peleas de la familia dentro de la misma empresa. Queremos evitar eso. Tuve dos tíos que trabajaron en Seguros Bolivar, Gabriel y Henry, quienes terminaron peleados por falta de comunicación. Se presentó esa disputa y fue terrible porque casi se quiebra la empresa por esa causa. Estábamos mi papá y yo en medio de la pelea y fue muy complicado de manejar. Por eso hacemos esta reunión para trabajar esos temas en familia. Si queremos mantener una cierta posición como accionistas del grupo, tenemos que trabajar juntos.
¿Cuál es la importancia de la Fundación Bolívar Davivienda para ustedes?
El fundamento de todo es que la organización tiene que pensar en el entorno donde se desempeña y en el mismo país. Todas las organizaciones tienen que ver en qué forma apoyan la sociedad de una manera alterna al mismo negocio. Nosotros analizamos que entre todas nuestras empresas del grupo podíamos aunar esfuerzos y financiar algunas necesidades de la sociedad. Una de las primeras personas que estuvo en el inicio de la Fundación fue mi nieta, Amanda. Nosotros pensamos que tenemos que apoyar el desarrollo en todas las regiones donde trabajamos. Hay gran diversidad de fundaciones y emprendimientos a nivel regional y la idea es trabajar de forma ordenada apoyando sus proyectos.
¿Qué estás leyendo últimamente?
Leo con frecuencia The Economist y algunas revistas que tratan temas en relación con la orientación de las empresas. También estoy leyendo el libro de Santiago Posteguillo sobre Julio César, Roma soy yo.
¿Hay algo de lo que te arrepientas?
En mi caso lo veo más bien en términos de lo que he aprendido y los errores que he cometido. Por ejemplo, en alguna ocasión alguien de la empresa ha cometido un error de honestidad. Se robó una plata y yo pensé: esta es una buena persona, después de todo. No le voy a arruinar su vida, si él solicita trabajo en otra compañía, yo les diría que él cometió un error pero considero que es una buena persona. He tenido en este sentido cuatro o cinco situaciones en que la persona sigue cometiendo los mismos errores. Eso me ha dado muy duro porque yo creo en la gente y en dar segundas oportunidades.
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Beatriz Toro P.
Antropóloga de la Universidad de los Andes. Magíster en Desarrollo Social de la Universidad del Norte.