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Foto: Mathieu Stern. Unsplash.

¿Por dónde empezar a darle un uso más eficiente a la inversión pública en Colombia?

Muchos países del mundo están atravesando serios problemas económicos por la pandemia, lo que les dificulta aumentar el gasto público para impulsar el crecimiento con equidad y atender las problemáticas sociales que se agravaron por el inusitado aumento de la pobreza que generó la COVID-19.

A pesar de las limitaciones económicas, Colombia hizo un enorme esfuerzo y aumentó el gasto en inversión pública. Es bien sabido que con la inversión pública se puede recuperar el terreno perdido en los ámbitos económico y social y retomar el camino del crecimiento económico sostenible.

De hecho, en el presupuesto general de la nación 2022, recién aprobado, la partida de gasto asignada a la inversión pública alcanza una cifra cercana a los 69 billones de pesos colombianos, lo que representa un incremento del 18 % con respecto al monto aprobado para el presupuesto del año 2021.

Desde luego, esta noticia se debe tomar con cautela, porque el aumento de la inversión pública no implica necesariamente un mayor progreso social. Está demostrado que solo un sistema de inversión pública eficaz y eficiente puede mejorar el retorno económico y social de este tipo de inversiones.

Un buen ejemplo de esto son los grandes ahorros que se pueden conseguir en los proyectos cuando la inversión pública es eficiente. Expertos en el tema estiman que cuando se logra alcanzar un alto nivel de eficiencia en la inversión pública se pueden alcanzar ahorros cercanos al 35 % en el costo de los proyectos.

Obviamente, cuando sucede lo contrario, y campea la ineficiencia, los sobrecostos de los proyectos se disparan por las nubes. Esto se constata en nuestro país con una muestra abundante de casos a diferentes escalas en los que se ha devorado el erario público y truncado las oportunidades ciudadanas.

Expertos en el tema estiman que cuando se logra alcanzar un alto nivel de eficiencia en la inversión pública se pueden alcanzar ahorros cercanos al 35% en el costo de los proyectos.

Esto quiere decir que el foco de atención en la inversión pública se debe colocar en la eficiencia, la calidad y la transparencia. Hay que pasar de gastar mucho para obtener poco; a lograr mucho más con menos. Pero, ¿por dónde debemos empezar para darle un uso más eficiente a la inversión pública?

Un primer paso en ese sentido es fortalecer las capacidades institucionales a nivel central y local para lograr excelentes resultados a costos razonables. El objetivo debe ser fortalecer las capacidades de todas las instituciones y personas implicadas en las diferentes etapas del proceso de inversión pública.

Hablamos de un proceso exploratorio experiencial de largo plazo en el que se va construyendo una cultura de la eficiencia para lograr que el principio de la racionalidad regule todo lo que se hace en las instituciones públicas. Lo que sin lugar a dudas es un reto de grandes proporciones de cara al futuro.

Por eso, quizá la idea de “lograr más con menos” puede parecer una utópica en medio de tanta ineficiencia y despilfarro. Pero personalmente creo que sería verosímil hacerla realidad si el concepto de eficiencia se posiciona firmemente y se convierte en una verdadera prioridad en la agenda pública nacional.

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Julio Antonio Martín Gallego

Magíster en educación, especialista en filosofía contemporánea e ingeniero mecánico de la Universidad del Norte. Investigador y consultor especializado en procesos de cambio educativo y aprendizaje organizacional.

 

 

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