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Foto: El Espectador.

Las preocupaciones sobre la libertad y la democracia, el bienestar, la corrupción y la confianza institucional parecen haber sido escasas en el gobierno que concluye entre sectores del poder como los medios de comunicación o los gremios económicos.

Una de las cosas positivas que ha suscitado la elección de Gustavo Petro como presidente de la república es el afán por vigilar y examinar cada una de sus declaraciones y nombramientos. Ánimo que proviene de medios y mediadores que solían dar por buenas las actuaciones de cualquier mandatario en el pasado reciente; donde antes hubo condescendencia ahora hay suspicacia. ¡Bienvenidos al ejercicio crítico! Hay que tratar de ponerle un poco de objetividad al desempeño de la administración que comienza, no ceñido a su gestión sino a una perspectiva más profunda, constitucional. Una de las formas de hacerlo es definiendo una línea de base. Para hacerla primero se debe definir qué es lo que nos importa y luego escoger los mejores indicadores. Este ejercicio supone un horizonte normativo. ¿Qué nos importa? Primero las libertades y la democracia. Allí estuvieron las grandes preocupaciones ante el ascenso del Pacto Histórico y allí radica una de las peculiaridades de la Colombia contemporánea, que “se reclama siempre de la democracia liberal”1. Sugiero otras tres: el bienestar social, la corrupción y la confianza institucional. Según Freedom in the World, Colombia es un país parcialmente libre, condición que compartimos en Latinoamérica con Bolivia, México, Paraguay y los países del triángulo norte centroamericano (Nicaragua y Venezuela figuran como “no libres”); los demás se consideran libres. Este indicador, poco sensible, registró una caída en las libertades en el ítem “autonomía personal y derechos individuales”, y la pérdida se concentró en la libertad económica y a la explotación laboral. El Democracy Index —elaborado por Economist Intelligence— coincide en que las condiciones nacionales empeoraron entre 2018 y 2021, sobre todo en cuanto cultura política (varió -1,25 sobre 10) y libertades civiles (-0,29). Varieties of Democracy define un componente liberal compuesto por los factores de igualdad ante la ley y libertad individual, y los controles legislativo y judicial respecto al poder ejecutivo. En el informe de 2022 Colombia ocupó el puesto 86 entre 179 países en este renglón, con una caída significativa en los últimos 10 años. Respecto a la condición democrática, Democracy Index nos considera una democracia precaria (flawed) que ocupa el puesto 59 entre 165 países, con una caída atribuida al funcionamiento del gobierno (varió -1,08). Varieties of Democracy nos clasifica como democracia electoral (puesto 62 entre 179 países), no como una democracia liberal. Todos estos índices muestran que las mayores pérdidas nacionales han sido en materia de libertades, lo cual coincide con algunos diagnósticos globales2. La línea de base sería así: en libertades civiles: Freedom House 36, Democracy Index 7,65, Varieties of Democracy 0,7. En el componente democrático: Freedom House (derechos políticos) 29, Democracy Index (participación) 6,11, Varieties of Democracy (igualdad) 0,35.

Hay que tratar de ponerle un poco de objetividad al desempeño de la administración que comienza, no ceñido a su gestión sino a una perspectiva más profunda, constitucional.

En materia de bienestar social, la prioridad son el hambre y la pobreza que en 2021, según el Dane, estuvieron en 39.3 % la pobreza monetaria y la pobreza monetaria extrema en 12.2 %. Por su parte, a marzo de 2022, el 26 % de la población no accedía a tres comidas diarias: 12.695.931 personas comieron dos veces al día y 722.533 tuvieron una sola comida (hace tres años era el 10 %), según el Pulso Social del Dane3.

Ampliando la mirada hacia las clases medias, mi indicador preferido es el Misery Index porque se enfoca en factores que afectan inmediatamente a la gente (inflación y desempleo) y porque es sencillo. Según el índice básico de Arthur Okun, entre 2018 y 2022, Colombia pasó de 11,7 a 18,7, es decir, empeoró4. Según el índice de Steve Hanke, que incluye las tasas de interés, Colombia ocupó el puesto 62 entre 156 países con un guarismo de 19,5.

En cuanto a corrupción, la fuente más amplia la proporciona Transparencia Internacional mediante el Corruption Perceptions Index. En 2022, Colombia obtuvo una calificación de 39 puntos sobre 100, siendo Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda los países mejor calificados con 88.

Finalmente, está el factor confianza. Un concepto relativamente nuevo, con mediciones también nuevas, con todo lo que ello conlleva. Su importancia es cada vez más destacada y puede decirse que en el plano político se traslapa, de alguna manera, con la categoría clásica de legitimidad. Según el Edelman Trust Barometer 2022, Colombia ocupa el tercer puesto entre 28 países en lo tocante a desconfianza en el gobierno, con 32 puntos; solo para que se aprecie el contraste, las empresas (que perdieron puntos desde 2017) ocuparon el puesto 13° en confianza con 63 puntos.

Concluyo. Los aspectos de la vida colombiana que destaco presentaron un deterioro notable durante el cuatrienio que termina, con la excepción extraña del indicador de corrupción. Sin embargo, las preocupaciones sobre la libertad y la democracia, el bienestar, la corrupción y la confianza institucional fueron escasas entre vectores de poder tan importantes como los medios de comunicación o los gremios económicos.

La flamante diligencia que apreciamos hoy debe enfocarse en estos aspectos, así como en el bienestar de la población y el funcionamiento del gobierno, con ecuanimidad y ofreciendo evaluaciones rigurosas que ayuden a generar un ambiente constructivo en el país.

Referencias

1 Daniel Pécaut (2017), En busca de la nación colombiana: conversaciones con Alberto Valencia Gutiérrez, Bogotá, Debate, p. 58.

2 “Es el liberalismo más que la democracia lo que ha estado bajo ataque en años recientes”, Francis Fukuyama (2022), Liberalism and its discontents, London, Profile Books, p. 3

3 Los datos de la Asociación de Bancos de Alimentos (Abaco)) y la Cámara de la Industria de Alimentos de la Andi) son: 54,2% de la población con inseguridad alimentaria y 8,5% de inseguridad alimenticia severa.

4 (Rodrigo Botero, “Economía casera”, El Colombiano, 03.03.22).

Jorge Giraldo Ramírez

Doctor en Filosofía por la Universidad de Antioquia. Profesor emérito de la Universidad Eafit.