Para el filósofo político francés Pierre Manent la pandemia actual ha sacado a flote los rasgos menos agradables y más represivos del Estado.

Pierre Manent es uno de los filósofos políticos más destacados de Europa —con una presencia nada desdeñable en el mundo anglosajón— y heredero intelectual de Raymond Aron. Lamento, por supuesto, el bajo interés de la industria editorial y la academia iberoamericanas en su obra.

En el primer cuatrimestre del 2020, Manent se pronunció frente las medidas que tomaron los gobiernos occidentales ante la pandemia de la COVID-19. Sus planteamientos —como suele ocurrir con los intelectuales serios— era corolarios a sus investigaciones recientes. En particular, a su ensayo The Tragedy of Republic (2017) en el que conecta la obra de Shakespeare con los problemas de la cultura política en los países democrático-liberales.

Tómense estos párrafos como introducción a tres citas largas de la entrevista que Manent le concedió a Eugénie Bastié en Le Figaro y que fue reproducida en la revista estadounidense First Things en abril de 2020.

“Mientras esperamos a que se desarrollen las cosas, observamos el regreso de los rasgos menos agradables de nuestro Estado. En nombre de una emergencia de salud, se ha establecido un estado de emergencia de hecho. En nombre de esta emergencia, se han tomado las medidas más primitivas y brutales: el confinamiento general bajo vigilancia policial. La velocidad, la amplitud e incluso el afán con el que se puso en marcha el aparato represivo contrastan dolorosamente con los retrasos, la falta de preparación y la indecisión de nuestras políticas de saneamiento, ya sea en lo que respecta a máscaras, pruebas o posibles tratamientos”.

“Nadie cuestiona que la pandemia constituya una emergencia y que durante una emergencia algunas medidas inusuales son inevitables. Pero la fragilidad de la salud humana constituye una urgencia permanente y puede proporcionar al Estado una justificación permanente para un estado permanente de emergencia. Ahora vemos en el Estado sólo el protector de nuestros derechos; ahora, dado que la vida es el primero de nuestros derechos, se abre un amplio camino al poder inquisitorial del Estado. Dicho esto, hay que decir que hace mucho tiempo le entregamos al Estado la soberanía sobre nuestras vidas”.

 

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Pierre Manent, académico y científico político francés, considera que la pandemia ha exacerbado el control y la represión estatal a lo largo y ancho del planeta.

Mientras esperamos a que se desarrollen las cosas, observamos el regreso de los rasgos menos agradables de nuestro Estado. En nombre de una emergencia de salud, se ha establecido un estado de emergencia de hecho. En nombre de esta emergencia, se han tomado las medidas más primitivas y brutales: el confinamiento general bajo vigilancia policial.

Esta frase debe aclararse. Manent piensa que la subrepticia imposición de la corrección política ha significado un deterioro de la libertad de expresión y de la deliberación pública, así como una invitación a la permanente intervención del estado —y de los poderes privados, añadiría yo— en la conducta y lenguaje de los individuos.

 

“En cuanto a los expertos y científicos, se deben hacer ciertas distinciones. Hemos aprendido a reconocer, a estimar y a menudo a admirar a nuestros médicos, cuidadores e investigadores. Esto ha sido una bendición durante esta primavera siniestra. También hemos descubierto que la política de la ciencia no es más inocente que la política normal. La especialización no proporciona inmunidad contra el deseo de poder. En cualquier caso, corresponde a los funcionarios electos tomar decisiones porque son los que están a cargo del conjunto, es decir, el cuerpo político; depende de ellos tener en cuenta todos los parámetros e imaginar todas las consecuencias de sus acciones. Aristóteles tenía razón: ¡La política es la reina de las ciencias!”

La entrevista, en su traducción inglesa se tituló, combativamente, Time to Wake Up.

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Jorge Giraldo Ramírez

Profesor emérito, Universidad Eafit.

 

 

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