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Render del proyecto de ampliación de un tramo de la carrera 51B. Foto: Alcaldía de Barranquilla.

Con un costo de 200.000 millones de pesos que se destinarían para la ampliación de un tramo de esta vía, valdría la pena preguntarle a los barranquilleros y atlanticenses sobre si –por poner un ejemplo– les gustaría que estos millonarios recursos se invirtieran en sectores como la educación.

El profesor Alejandro Sanz de Santamaría utilizaba el texto de Paul Samuelson, nobel de Economía, con un ejemplo contundente para ilustrar el costo de oportunidad: ¿Cañones o mantequilla? Esa es la decisión que deben tomar los gobiernos frente a recursos finitos. Sin duda, la inversión pública debe tener en cuenta la mejor relación beneficio-costo. No podemos desconocer circunstancias políticas, pero ante tantas necesidades debería primar la racionalidad de la teoría económica.

La Gobernación del Atlántico ha anunciado la destinación de más de 200.000 millones de pesos a la ampliación de un tramo de la 51B desde La Circunvalar hasta la Universidad del Atlántico. Parte con recursos propios y parte con recursos de regalías ya aprobados por la OCAD. No es una cifra menor si se considera que el presupuesto total de la Gobernación para 2022 es de 2 billones de pesos.

Habría que preguntarse entonces si esa obra es prioritaria sobre otros problemas no resueltos en el departamento, e incluso si es necesaria o es la solución requerida para la problemática que se pretende resolver.

Frente a prioridades habría que señalar por ejemplo la educación. El Departamento del Atlántico no solamente bajó en 2021 su puntaje promedio en las pruebas SABER de los colegios oficiales hasta 237, sino que se ubicó por debajo de la media nacional, que es de 245. Los desempeños en Lectura Crítica y Matemáticas son bastante pobres, lo que nos deja inmersos en una trampa de pobreza. Esos jóvenes, que culminan su educación básica con falencias tan serias, no tendrán futuro y tampoco se lo permitirán a la economía local dado que se anticipa un bajo desempeño laboral de una inmensa mayoría.

Una de las estrategias para romper ese círculo es la inversión en docentes mediante la ampliación de cupos y la formación de los actuales. De acuerdo con cálculos de Casa Grande Caribe, con el 60 % de la cifra que se quiere destinar a esta obra, ¡se cubrirían los recursos necesarios por 10 años para ampliar la planta y formar profesores en el Departamento del Atlántico!

¿Qué pasaría si le preguntáramos a los atlanticenses si prefieren la ampliación de la 51B o tener los docentes que se requieren para mejorar sustancialmente la calidad de la educación?

El argumento utilizado para justificar la obra es la movilidad entre Barranquilla y Puerto Colombia. Sin embargo, con la simple mirada de quien transita por las vías que comunican los dos municipios se concluye que la obra propuesta en general no atiende los problemas más urgentes, excepto la intervención en dos glorietas. Con inversiones mucho menores se podría cumplir el propósito y de manera más rápida.

Los esquemas presentados contemplan una ampliación de la 51B entre la circunvalar y la Universidad del Atlántico. Se incluyen 3 carriles de lado y lado con tramos deprimidos. No se especifica en la información publicada si la vía es en asfalto o concreto, ni cuáles glorietas van a intervenir. Sí es de destacar la inclusión de una ruta para bicicletas que ojalá se llevara de una vez hasta el casco urbano de Puerto Colombia.

De acuerdo con cálculos de Casa Grande Caribe, con el 60 % de la cifra que se quiere destinar a la ampliación de la 51B, ¡se cubrirían los recursos necesarios por 10 años para ampliar la planta y formar profesores en el Departamento del Atlántico!

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¿Existen necesidades sociales más sentidas que de atenderse podrían reflejarse en el capital humano de Barranquilla y el Atlántico? Para muchos la respuesta es afirmativa. 

Los problemas de tráfico actuales se deben ante todo a la urbanización sin mayor control de Villa Campestre, producto de cuestionados cambios al POT de Puerto Colombia que pueden agravarse con nuevas edificaciones, también cuestionadas, antes de entrar a la urbanización Caujaral.

A esto se suman los problemas de diseño de la circunvalar de la prosperidad que partió en dos la 51B; lo angosto del tramo entre la 51B y Pradomar, además de su mal estado. En este tramo no hay bermas, no se le hace mantenimiento y tiene una iluminación deficiente. No menos importante es el mal manejo de un discutible peaje de la Vía al Mar en Papiros unido a la incapacidad institucional de resolver el problema de la iluminación de tan transitada vía.

Sólo por enumerar algunas soluciones sencillas y de muy bajo costo:

  • Conectar entre sí de manera técnica y adecuada las 3 vías que comunican Puerto Colombia con Barranquilla, Vía al Mar, Prolongación de la Vía 40 y la 51B. Comenzar con el tramo que une Le Champs con la Vía al mar.
  • Reubicar y ampliar las glorietas para que de verdad conecten.
  • Mantener el tramo Universidad del Atlántico-Pradomar. Incluir la calle 2 de Puerto Colombia.
  • Resolver el tema de iluminación y del peaje de la vía al mar.
  • Acelerar la revisión de las falencias del POT de Puerto Colombia y suspender obras que no cumplan con las disposiciones legales.
  • Tener en cuenta la futura prolongación de la carrera 65 desde Barranquilla.
  • Trabajar en cultura de manejo en vías rápidas como la autopista al mar.
  • Revisar la pertinencia de cámaras de velocidad o su diseño.

Para finalizar, y suponiendo que la obra igual se va a hacer, sugerir que el Departamento del Atlántico lidere, a partir de las licitaciones que se hagan para esta obra, la implementación del acompañamiento de Transparencia Colombia en el proceso.

Arnold Gómez Mendoza

Empresario, PhD en Economía de New York University, profesor de la Universidad del Norte.