De Simón Bolívar a la narcotraficante Griselda Blanco, encarnada en una reciente miniserie por la actriz Sofía Vergara, se entretejen mitos y relatos no comprobados que adquieren el status de verdad. Fotos: Google imágenes.
¿Cuál es la verdadera Historia de Colombia y cómo reafirmar nuestra identidad a través de su conocimiento?
A nivel global se están suscitando hoy interesantes discusiones sobre cómo reinterpretar el pasado de la humanidad o construir nuevas miradas sobre éste. Las redes sociales y los terraplanistas no aportan mucho a un debate serio sino más bien contribuyen a generar confusión basados en teorías conspirativas sobre la historia. Sucedió con la película sobre Napoleón y con la recién estrenada miniserie de Netflix sobre Griselda Blanco, en las cuales los productores y guionistas “recrean el pasado” inventando hechos que nunca sucedieron.
Esta ola revisionista ha llegado al país interrogando cuál es nuestra verdadera historia y de qué nos sirve saberla, pues diversos acontecimientos o personajes considerados verídicos son puestos en duda. Hoy se discute sobre si realmente existió Policarpa Salavarrieta –la Pola–, o ha sido un mito nacional; si además de las guerrillas y los paramilitares, también las fuerzas del Estado en Colombia cometieron delitos atroces durante el conflicto armado (polémica desatada desde la presentación del Informe de la Comisión de la Verdad); si hubo una verdadera masacre de las bananeras en 1928 o este hecho fue un ‘invento’ de Gabriel García Márquez “y la izquierda del país”; si a Rojas Pinilla le embolataron o no la presidencia por un fraude ocurrido en las elecciones de 1970; y si el M-19 se robó o no la espada de Simón Bolívar, o sólo “la rescató en favor del pueblo”. La discusión alrededor de estos temas nos remite al debate entre una historia heroica de grandes prohombres, memorística y anecdótica, y otra que problematiza y le hace preguntas al pasado y nos permite desarrollar el pensamiento crítico.
Conocer nuestra historia es importante porque reafirma nuestro sentido de identidad, de valores compartidos, de unidad y de pertenencia a una nación.
Un error recurrente al referirnos a hechos históricos es mirarlos con los ojos del presente. Un ejemplo: que Bolívar fue un dictador y no propiamente un ciudadano respetuoso de las instituciones y la ley. Este juicio de valor pierde de vista que la connotación de dictador de hoy es muy diferente a la que tuvo durante el siglo XIX cuando recién nos independizamos, ya que eran los congresos latinoamericanos quienes elegían a los dictadores justamente con el fin de unir a las naciones en la defensa férrea de nuestra soberanía. En otras palabras, los dictadores no se imponían a través de las armas o gobernaban por fuera de la ley, como hoy lo hacen “Maduros y los Ortegas” en América Latina.
Conocer nuestra historia es importante porque reafirma nuestro sentido de identidad, de valores compartidos, de unidad y de pertenencia a una nación que hemos ido construyendo entre todos. Precisamente por no conocer la Historia colombiana, todavía hay quienes creen que León María Lozano, alias “el Cóndor”, fue un ‘héroe nacional’ porque Gustavo Rojas Pinilla lo condecoró con la Cruz de Boyacá, o que Pablo Escobar y Griselda Blanco, pese a todos sus múltiples delitos y su interminable lista de asesinatos, “a la larga, eran buenos”.
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Roberto González Arana
Ph.D en Historia del Instituto de Historia Universal, Academia de Ciencias de Rusia. Profesor Titular del Departamento de Historia y Ciencias Sociales, Universidad del Norte.