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Las relaciones sociales, el ejercicio, y el contacto con la naturaleza, entre los ingredientes principales para la fórmula de la felicidad. Foto: Jackeline Munguía. Unsplash.

La ciencia lo tiene claro, para mantener nuestra buena salud y felicidad es preciso mantener relaciones sociales cercanas y de calidad. La soledad mata… solo si la dejamos entrar en nuestras vidas.

En 1988 la vida de William Bud se convirtió en una pesadilla. Las relaciones con sus familiares se deterioraron y comenzó a desconfiar de sus amigos. A los pocos meses, su esposa le pidió el divorcio, su hija murió de una sobredosis en su casa y su hermano terminó contratando un asesino para acabar con su vida. ¿Qué sucedió? Bud se ganó 160 millones de dólares en la lotería y aún lo recuerda como el peor día de su vida. Si pudiera echar el tiempo atrás, dice que quemaría el boleto ganador.

En cambio, el sargento Rick Yarosh considera una bendición el momento en el que iba con sus compañeros de escuadrón en una misión en la zona de Abu Ghraib, Irak, cuando sintió que su vehículo explotó y todo quedó en llamas. Rick, a sus 21 años, termina quemado en varias partes de su cuerpo incluyendo toda su cara, le amputan la pierna derecha, su cadera queda fracturada y con múltiples heridas internas. A Rick le costó mucho volver a mirarse al espejo. Hoy en día el soldado afirma que es mucho más feliz que antes del ataque y según él entrar al ejército fue la mejor decisión de su vida.

¿Qué pasa con nuestra mente? A veces pensamos que logrando tener la casa de nuestros sueños, el libro publicado, o un salario mayor, seremos más felices… ¿Será que nuestra mente no interpreta bien los sucesos?, ¿que está equivocada?

La doctora en psicología Laurie Santos dicta una de las cátedras más populares de la Universidad de Yale, la “Ciencia de la Felicidad” y consolida información científica en su Happiness Lab sobre aquello que nos da la verdadera felicidad y las formas en las que la mente nos engaña. Las investigaciones científicas demuestran que las cosas “buenas” que nos suceden, al cabo del tiempo no terminan siendo tan maravillosas; y las cosas “malas” tampoco terminan siendo tan terribles como pensábamos. De hecho, nuestra mente termina adaptándose. No es posible durar entusiasmados eternamente después de nuestra luna de miel y tampoco permaneceremos devastados por siempre luego de la muerte de un ser querido. Eso se llama Adaptación hedonista: los buenos o malos eventos no duran en su intensidad, tendemos a volver a nuestra línea de base después de un tiempo.

Cuando sucede un evento traumático, en muchos casos, las personas entran en un proceso de introspección y, con el paso del tiempo, logran reescribir su historia. Convierten su dolor en un propósito de vida. Compartir la experiencia es un gran aliado de la sanación y en muchos casos la persona termina ayudando a otros a superar situaciones similares. Este evento les permite generar nuevas y mejores relaciones sociales. Así muchas personas transforman los eventos más traumáticos en fuentes de felicidad. El sargento Rick solo quisiera personalmente agradecer a quienes salvaron su vida en menos de 36 horas llevándolo a un hospital desde Irak hasta Texas. Los considera los verdaderos héroes de su historia.

Para determinar qué factores son los que nos llevan a tener vidas saludables y felices, en la Universidad de Harvard el doctor Robert Waldinger ha conducido uno de los estudios longitudinales más extensos analizando distintos aspectos sobre personas desde 1938 hasta nuestros días.

Cuando sucede un evento traumático, en muchos casos, las personas entran en un proceso de introspección y, con el paso del tiempo, logran reescribir su historia. Convierten su dolor en un propósito de vida.

En su estudio analiza datos de salud y las trayectorias de las personas incluyendo sus triunfos y tragedias en lo profesional y personal. Los resultados han sorprendido a los investigadores: lo que marca la diferencia en nuestra salud y felicidad es mantener relaciones sociales cercanas y de calidad. Esos vínculos nos protegen de las dificultades y dilatan la llegada de enfermedades mentales y físicas. En pocas palabras, la soledad mata, y es tan poderosa como el alcoholismo o el tabaco. Esto lo tienen claro en Inglaterra y Japón, países pioneros en la creación de Ministerios de la Soledad luego de ver el incremento de cifras de depresión entre personas que se sienten solas. Lo preocupante es que estas cifras no son solo de personas mayores, incluyen jóvenes entre 16 y 28. España también está contemplando medidas para mitigar la soledad ya que solo en dos años sus cifras aumentaron. Las medidas tomadas van desde repensar la arquitectura y el espacio urbano para crear lugares de encuentro, hasta el fomento de actividades grupales en barrios y pueblos (clubes de jardinería, clases de arte o deportes).

La cátedra sobre la Ciencia de la Felicidad expone la evidencia científica sobre las cosas que realmente nos pueden generar felicidad si logramos introducirlas con pequeños pasos en nuestra rutina diaria. Algo tan simple como tener actos de amabilidad diarios con los demás nos subirá el estado de ánimo y nos genera mayores conexiones sociales. Puede ser desde hacer una donación, apoyar a un compañero de trabajo con una entrega o ayudar a un extraño en la calle.

Sólo caminar o bailar un rato puede generar sensaciones de bienestar inmediatas, reduce la ansiedad y estimula el cerebro con nuevas conexiones neuronales.

Investigaciones demuestran que la gratitud es una herramienta poderosa porque mejora el sistema inmune, genera sentimientos positivos, nos ayuda a superar situaciones difíciles. Ser agradecido por lo que se tiene nos conecta con los demás y es recomendable escribirlo, decirlo, sentirlo y repetirlo, sobre todo con las personas que más nos importan y a quienes normalmente no se los expresamos.

Por su parte, el ejercicio físico es bien sabido que es el antidepresivo más eficaz y económico que podremos conseguir. Moverse en medio de la naturaleza puede ser el antiestresante más potente que hay a la mano. Sólo caminar o bailar un rato puede generar sensaciones de bienestar inmediatas, reduce la ansiedad y estimula el cerebro con nuevas conexiones neuronales. No existe una pastilla tan eficaz. Dormir mínimo 7 horas diarias es necesario para desintoxicar, mejorar el desempeño cognitivo, reducir enfermedades cardíacas y subir el ánimo.

Finalmente, el Laboratorio de la Felicidad nos recomienda dos estrategias que bien podemos agradecérselas al budismo: la meditación diaria y el acto de saborear el momento. Estar presente en el aquí y el ahora de cada instante escuchando los sonidos, sintiendo los aromas, visualizando lo que sucede con detenimiento nos permite disfrutar más la vida. La meditación hace que nuestra mente sintonice un “dial” de calma, alejándonos del ruido y la agitación mental. No hay que ser el Dalai Lama para lograr bienestar. Solo introducir unos minutos en nuestra día permiten alcanzar el beneficio.

Por lo visto la felicidad es gratis y sólo hay que empezar por pequeños pasos.

A intentar entonces caminar un rato al aire libre, llamar a ese amigo con el que no conversamos hace años, agradecer las pequeñas cosas y dormir a pierna suelta.

Beatriz Toro P.

Antropóloga de la Universidad de los Andes. Magíster en Desarrollo Social de la Universidad del Norte.

 

 

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