La “Generación de cristal” no acepta que el mundo no pueda ser transformado. Esto ha impulsado a muchos jóvenes a denunciar abusos y defender sus derechos, tanto en las redes sociales como fuera de estas.
Se le atribuye a la filósofa catalana Montserrat Nebrera el término “Generación de cristal”. Con esta expresión se busca describir a los jóvenes que nacieron entre finales de los años 90 y los años 2000. Según la experta, los jóvenes de esta generación podrían ser “inestables” o “inseguros”, producto de una crianza en la que sus padres les brindaron “todo” para que no les faltase nada, siendo esto una manera de “darle” a sus hijos lo que consideran nunca recibieron, compensando así carencias vividas en la infancia.
Este exceso, sería entonces, la causa de una generación de “carácter débil”, de ahí el término “cristal”, asociado a la fragilidad de algo que se puede romper fácilmente. Una alusión a que estos jóvenes son sensibles ante los problemas y las injusticias que se les van presentando a lo largo de su vida.
Se ha vuelto común escuchar el término “de cristal”, utilizado de forma peyorativa para referirse a los jóvenes que por ser más sensibles ante los problemas se frustran rápidamente y podrían carecer de la fortaleza o temple para enfrentar las dificultades de la vida. Pero es justamente esa sensibilidad lo que los hace más críticos de la realidad y menos tolerantes a las injusticias, de ahí que muchos de estos jóvenes estén hoy en día cuestionando los paradigmas sociales y políticos de antaño.
La generación de cristal no acepta que el mundo no puede ser transformado, y es esto lo que ha impulsado a muchos jóvenes a denunciar abusos y defender sus derechos, tanto en las redes sociales como fuera de estas; es decir, a pasar a la acción. De ahí, quizás, otro término muy utilizado últimamente, el de activismo.
Son estos jóvenes de cristal los que han llamado la atención sobre la necesidad de revisar, rechazar y cancelar discursos, acciones y micro-acciones, consideradas ofensivas por su contenido racista, o porque fomentan la reproducción de estereotipos machistas u homofóbicos.
Nacidos a finales de los noventa y en la primera década del 2000, los jóvenes de la llamada “Generación de cristal” son protagonistas en Colombia de la reciente movilización social.
Ahora bien, solo por citar dos ejemplos de entre tantos que dan cuenta del temple de esta generación, podemos hacer referencia a los casos de Malala Yousafzai, a quien, a sus 17 años, le otorgaron el Premio Nobel de Paz en 2014 y ha sido reconocida por su lucha en favor de los derechos civiles; y de Greta Thunberg, que con 18 años ha movilizado a miles de personas en todo el mundo para que tomen conciencia de los efectos del cambio climático y la urgencia de proteger el medio ambiente.
Asimismo, son estos jóvenes de cristal los que han llamado la atención sobre la necesidad de revisar, rechazar y cancelar discursos, acciones y micro-acciones, consideradas ofensivas por su contenido racista, o porque fomentan la reproducción de estereotipos machistas u homofóbicos. Es esta generación la que protesta con fuerza en contra del maltrato animal, y son las jóvenes de esta generación las que vienen luchando por el reconocimiento real y efectivo de sus derechos.
Son también estos jóvenes de cristal los grandes protagonistas de la movilización social en Colombia. Si bien puede ser un grupo heterogéneo, han llamado la atención sobre los grandes problemas públicos que ellos enfrentan. Por ejemplo, según el DANE, la tasa de desempleo de la población joven se ubicó en 23.9 %, correspondiendo a las mujeres el 31.3 % de esta tasa, y 18.5% para el caso de los hombres en el periodo de enero a marzo de 2021.
Sumado a esto, en materia de educación superior, entre los jóvenes de 18 a 26 años, solo el 28.5 % de los hombres en este rango de edades alcanza este nivel, mientras que, en las mujeres, solo el 38.9 % cuenta con estudios universitarios, según datos del DANE.
Estos jóvenes vienen también llamando la atención sobre la crisis que enfrenta hoy la democracia representativa, exigen a la elite política mayor horizontalidad en la relación con los ciudadanos, desean ser escuchados, tener sus propias vocerías y menos representación tradicional.
Si bien tienen grandes retos, el mayor de ellos es encontrar formas de canalizar toda esa insatisfacción y deseo de cambio a través de las nuevas o actuales estructuras de interacción política, económica y social; es decir, pasar del qué al cómo con el concurso de todos y todas, independiente de la generación a la que pertenezcamos. Ya nos han demostrado que es esa sensibilidad la mayor fortaleza de esta generación de jóvenes, una Generación de cristal templado.
Ángel Tuirán Sarmiento
Docente e investigador. Máster en Administración Pública y Doctor en Derecho Público de la Universidad Grenoble Alpes (Francia).