El buen periodismo busca la verdad y la cuenta bien; atiende y respeta a todas las personas; las comprende y, al hacerlo, sirve y dignifica.

La información completa y veraz es un derecho; un compromiso; un bien público que contribuye a que los ciudadanos tomen mejores decisiones. Así se fortalecen las democracias.

Por eso, hoy debuta Contexto, un medio digital que informará con precisión y analizará con rigor los hechos que son noticia.

Están garantizados los recursos necesarios para que Contexto pueda ofrecer acceso gratuito y sin publicidad por un año, con el aporte que hizo un grupo de 25 amigos colombianos que compartimos afinidades e ideales.

Conscientes de la avalancha de información de estos tiempos, nos impulsa el propósito de entregar un medio de gran calidad, hecho por periodistas idóneos, con una agenda distinta.

Analizaremos temas de la vida económica, política, social y cultural que consideremos relevantes. Periodismo explicativo desde el territorio y periodismo con datos en contexto. Conectaremos a los expertos y a los académicos con el mundo de las noticias para compartir y divulgar conocimiento.

Porque valoramos la libertad, estimulamos las distintas opiniones y el pensamiento crítico. Creemos en la democracia pluralista.

La ética periodística impone el deber de buscar la excelencia y alcanzar con ella la credibilidad del público. Es posible que no seamos los primeros en dar las noticias, pero nos esforzaremos siempre por cubrirlas mejor.

Queremos ganarnos su confianza.

En nuestra primera edición, encontrarán diversos temas que van desde un análisis al déficit de vivienda en Colombia y el Caribe colombiano —una realidad que a la luz de la pandemia actual nos enseña otra cara de nuestra realidad—, hasta una entrevista con el intelectual barranquillero Eduardo Posada Carbó, quien desde Oxford hace un interesante diagnóstico sobre el estado de la democracia en Colombia y el mundo, pasando por un perfil sobre el pintor Alejandro Obregón y su legado artístico en Barranquilla a un siglo de su nacimiento.

Contamos también con columnas de la escritora sanandresana Cristina Bendek, de la economista Ana María Ibáñez, del escritor Ramón Illán Bacca, y con un oportuno testimonio histórico —el sueño de Simón Bolívar de forjar la Gran Colombia— a cargo de Gustavo Bell.

Bienvenidos a Contexto. Gracias por leernos.

 

 

Elogio de la moderación

En estos tiempos de expresar a voz en cuello las emociones y demostrar sin pudor nuestras pasiones, la moderación parece una virtud pasada de moda, pero no. En momentos de radicalización, de fanatismos y de enconadas disputas hay que volver a ella. Es quizás lo único que puede salvar a una sociedad de vivir insultándose, disparándose bodoques de odio desde trincheras opuestas, mientras las dificultades que nos agobian se profundizan.

La moderación es una virtud de gente noble que implica, en política, actuar de forma equilibrada y ecuánime, alejándose de los extremos. La moderación se opone al extremismo y al fanatismo. La gente moderada escucha a los demás con atención y respeto. La moderación implica revisar y corregir opiniones cuando las circunstancias lo requieran.

El moderado rehúsa politizar todo y entiende que el mundo no se puede dividir simplemente como de izquierda o derecha, ni como “ellos” o “nosotros”, no. La moderación acepta el disenso y escucha distintos puntos de vista. “La clave para diferenciar las distintas posturas políticas es el grado de radicalización con que se sustentan los principios y las acciones”, decía el jurista y filósofo italiano Norberto Bobbio. El moderado no cree en panaceas ni pócimas mágicas, más bien en soluciones concertadas y graduales.

La moderación también es mesura en lo cotidiano, en el júbilo de un triunfo y en la amargura de la derrota, en la emoción y en el dolor. Es una cualidad que resalta la discreción y rechaza la división intransigente entre lo puro y lo impuro, como sostenía Montesquieu.

Andrés Bello, el humanista venezolano, anotaba: “Los que no moderan pasiones son arrastrados a lamentables precipicios”. La moderación es lo contrario a la arrogancia, a la prepotencia, a la vanidad y al abuso del poder, y nos mantiene a salvo de sus vorágines. “Gobernar emociones es adquirir madurez moral”, afirma la filósofa Victoria Camps.

Si hay algún tiempo en Colombia para la moderación es este. Es hora ya de moderarnos. No se crea que la moderación es una prueba de debilidad, por el contrario, es muestra de coraje y de valor, de grandeza, y virtud de gente noble. Hay que bajarse del raudo tren del odio antes de que sea demasiado tarde. No podemos volver al sectarismo político que tan caro pagamos hasta hace pocos años.