Teresita Goyeneche Perezbardi, escritora y periodista cartagenera. Foto: Rafael Bossio.
“Con este libro quería mostrar que en Cartagena hay una desigualdad que nos atraviesa a todos”: Teresita Goyeneche
“La personalidad de los pelicanos” es la ópera prima de la periodista cartagenera Teresita Goyeneche Perezbardi. El libro relata su infancia y juventud, y hace un agudo diagnóstico de los problemas de “El corralito de piedra”. Entrevista.
Una niña un poco tímida y reflexiva que crece en una familia de clase media en Cartagena. Su padre es crítico con la mala situación de la ciudad: la corrupción política, la desigualdad social y económica, que gobiernen siempre los mismos, como familias reales tropicales. Teresita empieza a ser consciente de estos problemas, se da cuenta de que Cartagena no es una postal turística, un lugar paradisiaco, como la venden en la publicidad. Un robo brutal que sufre uno de sus amigos le sirve para salirse de sí misma, de su entorno, y decidir ver al otro, al del barrio periférico, al que más sufre, a los que han padecido el racismo y la exclusión por generaciones. En La personalidad de los pelicanos, Teresita Goyeneche hace una autobiografía generosa, cuenta sus heridas para contar las heridas de una ciudad que aún sangra, una ciudad que no es muy distinta a las demás urbes caóticas del Caribe, y de Latinoamérica.
Periodista y escritora, Goyeneche nació en Cartagena en 1985. Hizo una maestría en escritura creativa en la Universidad de Columbia, y actualmente realiza un doctorado en la City University of New York. Sus textos han aparecido en medios como Vice, Mutante, El Espectador y El Malpensante. En 2022 ganó el Premio Simón Bolívar por la crónica “Volver”. Su ópera prima, publicada por Tusquets, es un ejemplo de periodismo profundo y de calidad en tiempos de clickbait e inmediatismo. La historia atrapa y la prosa es elaborada, muy rítmica y con momentos poéticos.
Juan Sebastián Lozano: ¿Qué autores y lecturas han influenciado tu escritura ?
Teresita Goyeneche: Si pienso en mis veintes, diría que Marvel Moreno fue muy inspiradora porque hizo visible lo que parecía existir solo en la imaginación de las mujeres en el Caribe, sobre todo en las generaciones que vinieron antes de nosotras. Saber que Margarita García Robayo existía fue bello porque que creo que les abrió la puerta a muchas escritoras contemporáneas del Caribe. Como cronista, soy hija de la Fundación Gabo, gracias a mis años en la entonces FNPI leí a Alma Guillermo Prieto, Leila Guerriero y la Revista Etiqueta Negra de Julio Villanueva Chang. Me apegué mucho a la clásica Joan Didion, a la forma de contar la historia de Napolés en las novelas de Elena Ferrante, o la de Las Historias de Nueva York de Enric González. También las narrativas de la desigualdad de Arundhati Roy, y muy especialmente, me encantó la propuesta de Tell Me How It Ends y Desierto Sonoro de Valeria Luiselli.
Es imposible decir todo lo que influye en mi trabajo, pero hay algo de esos nombres, sus consejos y sus obras que calaron en mis pensamientos y letras. Las menciono con enorme agradecimiento.
J.S.L.: ¿Cómo ves la política en Cartagena hoy?
T.G.: Creo que el daño es tan profundo que llevar la ciudad a un lugar de bienestar tomará más tiempo del que la paciencia de la gente puede aguantar. Los datos de seguridad este año son escabrosos, uno de los años más mortíferos de nuestra historia, con el sicariato disparado. Leía un análisis de mi padre, experto en seguridad, que decía que con 60 % de informalidad laboral, la seguridad social tampoco está garantizada. Sin embargo, sí creo que hay algunas cosas rescatables de esta administración. Su empeño por ponerse al día en procesos, por organizar la casa. Es posible que volvamos a tener sorpresas en las próximas elecciones como en 2019 porque el votante cartagenero es rebelde y visceral, y no parece haber un liderazgo visible que nos dé la esperanza que nos ofreció en otros tiempos Judith Pinedo, por ejemplo. Terminaremos votando por otro Dau o por un político tradicional como los que ya suenan.
¿El racismo en Cartagena sigue siendo estructural y estructurante, como lo llamas, o esto ha mejorado?
Creo que si traslapamos un mapa de la pobreza de la ciudad y uno de las zonas habitadas por personas racializadas, encontraríamos sin asombro que son muy parecidas. En una ciudad donde alrededor del 30 % de las personas tiene ascendencia o se reconocen como afro, los patrones nacionales se hacen más evidentes. En Colombia, el 76 % de la población negra vive en la pobreza extrema, solo dos de cada cien llegan a la universidad y, de acuerdo con una encuesta sobre cultura política realizada por el DANE, el 8 % de los encuestados manifestaron que jamás votarían por una persona negra. Esto lo conté en 2020 en una crónica publicada en Mutante llamada “La conquista de El Imperio”.
Creo que el daño es tan profundo que llevar a Cartagena a un lugar de bienestar tomará más tiempo del que la paciencia de la gente puede aguantar. Los datos de seguridad este año son escabrosos, uno de los años más mortíferos de nuestra historia, con el sicariato disparado.
Portada del libro de Teresita Goyeneche, publicado por Tusquets Editores.
Desde tu punto de vista qué debe hacerse para que Cartagena mejore.
En lo público, sería ideal que empecemos a pensar en la importancia de elegir un buen concejo y congresistas. A veces nos enfocamos mucho en lo que hace la alcaldía y no nos damos cuenta del escenario completo y de las tensiones políticas que existen entre todos los poderes y tomadores de decisiones. También, y desde la ciudadanía, deberíamos exigir con el mismo fervor al sector privado, con quiénes compartimos escenario en la sociedad civil. Hay una falacia implícita en la idea de que solo el Estado incide en la vida de los demás. Cada vez es más obvio que los empresarios y sus decisiones marcan el rumbo de Cartagena y la forma cómo la vivimos, los lugares a los que podemos acceder o no y la forma cómo se distribuyen los ingresos.
Esta es una obra autobiográfica, háblanos de los límites respecto a lo que se cuenta en una autobiografía, del pudor, hasta dónde ser crítico, etc.
Creo que, si uno toma la decisión de escribir en primera persona una historia como esta, tiene que estar dispuesto a darlo todo. Los límites son los que marcan las líneas narrativas. Por ejemplo, en esa curaduría de anécdotas que hice solo incluí recuerdos que funcionaran para contar la ciudad. No quería decir: en Cartagena hay una desigualdad que nos atraviesa a todos, quería mostrarlo. En un mundo de momentos vividos en función de Instagram, contar lo triste, lo feo, lo vergonzoso, es una forma de catarsis. Compartir la oscuridad con otros que han vivido en esa misma oscuridad es liberador.
¿La autobiografía y la autoficción tienen más sentido cuando se cuenta a los demás a profundidad y el autor rehuye de su neurosis y narcisismo?
Seguro. Los lectores no son tontos, pueden oler la falta de honestidad a kilómetros y eso hace que bajen el libro y lo desechen. Luego está la subjetividad de cada uno, qué tipo de historias quieren leer, en qué momento de vida están leyendo, qué buscan de esa lectura. Cuando me preguntas sobre el sentido de las cosas, creo que no solo depende de quién escribe, sino de los que están del otro lado del libro.
Lo otro es que tener un círculo de lectores y amigas críticas que te ponen el dedo en la llaga cuando leen que escribes desde el ego o la autocomplacencia. Es fundamental. En mi caso creo que salvaron el libro.
¿Qué proyectos como autora tienes en mente?
Ahora mismo estoy trabajando en un proyecto periodístico que espero salga en marzo sobre derechos sexuales y reproductivos. Como académica me interesa estudiar la relación dialéctica que hay entre el Caribe como periferia y las narrativas hegemónicas que se imponen desde Bogotá, el centro. Especialmente la forma cómo operan los medios en función de esa relación. En estos días leo el trabajo de una académica que se llama Carolina Chávez. Ella investigó el mito de Bogotá como la Atenas suramericana. De esa exploración espero que salga mi próxima travesía literaria.
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Juan Sebastián Lozano
Escritor y periodista colombiano. Su libro de cuentos, La vida sin dioses, fue publicado en 2021 por Calixta Editores.