El escritor cartagenero José Covo Meisel.
Una reseña de “Cómo abrí el mundo”, la novela de ciencia ficción del escritor y artista visual cartagenero José Covo.
En las últimas décadas se han publicado muy buenos libros de memorias, recordemos las autobiografías de James Ellroy –sangrienta y descarnada como sus novelas– y Dan Fante –en la que habla sin tapujos de la fiera de su padre–, los chicos rudos de Los Ángeles; o las bellas memorias alcohólicas y ex alcohólicas de la poeta Mary Karr, por nombrar algunas. Casi siempre las escriben autores de amplio recorrido, pero un artista colombiano, José Covo, que tiene publicadas dos novelas de ciencia ficción, asumió el riesgo de contar su vida para que los lectores quedemos pasmados. A pesar de su mediana edad el escritor ha vivido varias vidas, aventuras salvajes y esotéricas; cuando nos adentramos en sus páginas que sea o no un autor consagrado es lo que menos importa, las historias nos enganchan, queremos saber más, hacer el viaje con él. Leí su libro, Cómo abrí el mundo, como una novela, y es que la veo como una odisea de ciencia ficción; esto quizás es el mayor acierto de Covo, de varios.
Ya sabemos que la autoficción está muy manoseada, algunos terminaron contando recetas de cocina que no le importan a nadie –o al menos no a mí–, y creo que José, tal vez sin quererlo o queriéndolo, da puntadas –pero puntadas serias, profundas, que penetran la realidad, la deconstruyen, y el autor la hace una bolita de papel, la quema, y de allí sale un sol que nos agrada– para crear un nuevo género: las memorias que pasan las fronteras de los géneros populares tan en boga en la actualidad: el terror y la ciencia ficción. En este caso, hay una gran muestra del extraño matrimonio entre el realismo crudo y visceral y el Sci-Fi o futurismo o escape fantástico.
Covo es algo así como un hijo improbable –pero ya en esta época toda mutación es probable– de Philip K. Dick y Bret Easton Ellis. Este libro remite a Valis y a Menos que cero, pero no solo eso, en su mente también conviven y se pelean Timothy Leary, Terence Mckenna, y otros experimentadores de sustancias que hicieron de sus viajes interplanetarios sin salir de sus casas toda una filosofía, una alucinada teoría sobre la realidad. Esto puede sonar exagerado, pero José es así, exagerado, disparatado, mesiánico; en el libro habla mucho de esto, un poco en broma, un poco en serio. En él hay delirios megalómanos de juventud, pretensiones de salvar a la humanidad; lo importante, es que Covo es el mesías de sí mismo –uno cool y surfista–, como debe ser, como tal vez solo es posible; y los lectores ávidos de sus cuentos tenemos el privilegio de conocer sus agudas reflexiones y el camino de flores y espinas que está descubriendo después de tantos viajes y experimentación; y menos mal todavía no hay llegada, claro.
José es exagerado, disparatado, mesiánico; en el libro habla mucho de esto, un poco en broma, un poco en serio. En él hay delirios megalómanos de juventud, pretensiones de salvar a la humanidad; lo importante, es que Covo es el mesías de sí mismo –uno cool y surfista–
Portada del libro de José Covo, publicado por Planeta.
Eso sí, más allá de lo que cuenta, y ya sabemos que en literatura se puede narrar el acto de comerse una magdalena y hacer de esto una explosión nuclear llena de pensamientos y remembranzas, y esto depende de la calidad prosística y poética, lo que más destaco en Covo es su talento, su capacidad para las metáforas y comparaciones –algo difícil de encontrar en esta época–, para deleitarnos con imágenes que nos conmueven y nos hacen reír. El cartagenero, además, es artista visual –en el libro habla de algunos performances polémicos y otras aventuras al respecto–, como si lo otro no fuera suficiente, esto se siente mucho en su prosa.
Hay un monstruo que recorre la novela, y que tal vez el autor no quiere mirar a los ojos, o tal vez lo mire, lo invite a bailar y luego lo mate; el lector que ve entre líneas sacará sus conclusiones. Ya sabemos que grandes reflexiones y sistemas filosóficos se generaron a partir de experiencias muy personales, de sufrimientos de infancia. Lo grande y lo pequeño, la obra artística y detalles en apariencia sin importancia de la vida están íntimamente relacionados, se miran al espejo, terminan siendo lo mismo. No importa el género de Cómo abrí el mundo, es un excelente libro, oscuro y tierno, profundo e hilarante. Estaré esperando la próxima invención de José Covo.
Cómo abrí el mundo
José Covo
Editorial Planeta
140 páginas
Juan Sebastián Lozano
Periodista colombiano, escribe sobre libros y música. Su primer libro de cuentos, La vida sin dioses, será publicado próximamente por Calixta Editores.