Cinco momentos inolvidables —y una ‘ñapa’— en la historia del Junior de Barranquilla

Hay quienes dicen que el Junior es el pulmón de Barranquilla; y es que pocos equipos de fútbol influyen tanto en el ánimo de una ciudad. Si el equipo gana, en cada esquina no se comenta otra cosa que no sea el partido, los goles y las figuras. En cambio, si pierde, hasta el vendedor de helados empuja su carrito refunfuñando por la derrota.

Para muchos es un amor insoportable, pero necesario. El Junior está arraigado a la idiosincrasia cultural del caribeño y al sentir de un pueblo que lo defiende a capa y espada en los buenos momentos, pero que también le reprocha y reclama cuando las derrotas se acumulan.

Guillermo Ruiz Bonilla, psicólogo, historiador, y estadígrafo vallecaucano del fútbol colombiano, es autor del libro Junior, nuestra pasión. A propósito de su obra, opina: “Junior es parte importante de la historia del fútbol en Colombia. El relato histórico de sus inicios, sus victorias y contrataciones merecían un capítulo aparte. Acontecimientos como la llegada a la ciudad de Heleno de Freitas, una de las figuras del fútbol más rimbombantes que hiciera presencia en el fútbol de Colombia, marcan una inolvidable época. Para mí, investigar y escribir este libro fue un reto y una tarea pendiente”.

Este año el equipo ‘rojiblanco’ cumple 97 años de fundado, y, a propósito de la celebración que se avecina, es bueno dar una mirada hacia atrás y recordar cómo nació esta casi centenaria pasión y cómo el equipo fue convirtiéndose en el más representativo del Caribe colombiano y en uno de los más grandes del país. Por tal razón, Contexto revive, a partir de la lectura del libro de Ruiz Bonilla, cinco hitos que marcaron los inicios del Junior de Barranquilla.

El fútbol llegó al país gracias a ingenieros, técnicos y algunos ejecutivos ingleses contratados por The Colombia Railways Company, firma que trabajaba en la construcción del ferrocarril de Puerto Colombia.

Entre los trabajadores organizaban partidos de fútbol, llamando la atención de jóvenes barranquilleros, quienes rápidamente integraron las improvisadas alineaciones de los primeros cotejos. El deporte rápidamente se esparció por toda la ciudad y se empezó a practicar en potreros, plazas públicas y calles, logrando un rápido desarrollo y generando las primeras rivalidades entre barrios populares.

En 1923 la fiebre del fútbol en Barranquilla era latente, ya se habían creado algunos equipos como el Juventud, creado por sacerdotes salesianos, el Boyacá y el Valparaíso, que participaban en pequeños torneos barriales.

A finales de ese año, en Rebolo, uno de los sectores más populares de la ciudad, se buscaba la fundación de un nuevo club que permitiera poner a competir a las figuras infantiles del barrio como Juan Mejía, ‘Mañe’ Vásquez, Vicente Cervera, Leovigildo Rolong y Alberto De Las Salas, quienes no eran tenidos en cuenta, ni como suplentes, en otros equipos circunvecinos.

Luego de diversas reuniones e intentos fallidos por crear el equipo, apareció la figura emblemática de doña Micaela Lavalle de Mejía, una antioqueña descendiente de italianos que vivía en el sector y cuyos hijos también jugaban al fútbol.

Finalmente, el 7 de agosto de 1924, en la Calle de las Vacas, se produjo la fundación del Juventud Infantil, un club de fútbol que buscaba darle oportunidad y representatividad a los jóvenes de los barrios Rebolo y San Roque, en cabeza de Lavalle de Mejía y sus cuatro hijos.

En la historia está escrito que ese mismo día el Juventud Infantil hizo su debut en las canchas enfrentando al Argentina F.B.C, en la plaza Siete de abril. El partido fue ganado por el onceno de doña Micaela Lavalle, 2 goles a 1. Ese día el equipo formó con Aurelio Roa, portero; Leovigildo Rolong y Agustín Consuegra, defensas; Alberto De Las Salas, Manuel Vásquez y Armando Moya; mediocampistas, Víctor Núñez, Enrique Lamadrid, Juancho Mejía, Héctor Donado y Nicolás Pineda, en la delantera.

2. Primeros títulos en el fútbol amateur y el debut con la camiseta rojiblanca.

Pasados dos años de su fundación, el Juventud Infantil se inscribió en 1926 en la tercera categoría de la Liga de Fútbol del Atlántico. El equipo comenzaba entonces una interminable cadena de títulos en el fútbol de Barranquilla. Ese año consiguió el campeonato y el ascenso a la segunda división, tras vencer al Athletic de Soledad.

Para esa época el Juventud jugaba en un campo abierto conocido como ‘Hospitalito’, ubicado en Calle de las Vacas, colindando con las calles De la Cruz y San Rafael y las carreras Vesubio y Bocas de Ceniza, de la Barranquilla de antaño.

En 1929 el Juventud ya tenía un gran reconocimiento por parte de sus incontables seguidores. Ese año llegó a la máxima categoría de la liga de fútbol y ya se le conocía como el Juventud Junior. El equipo de doña Micaela, jugaba para ese entonces con pantaloneta azul, camiseta blanca y una ‘J’ en el pecho de todos los jugadores.

No obstante, cuando se jugaba un partido entre Los Monumentos del Juventud, un equipo de más tradición en la ciudad y el Juventud Junior, los equipos entraron a la gramilla del viejo estadio Moderno con camisetas blancas. Se decidió entonces que el Juventud Junior jugara con la camiseta del Club Atlántico, conjunto conformado, en su mayoría, por estudiantes del Colegio Americano, que había jugado antes y portaba camisetas blancas con líneas rojas horizontales.

A partir de ese momento el Juventud Junior empezó a jugar de ‘rojiblanco’ destacándose con su buen fútbol en todos los partidos, hasta lograr el campeonato de la primera división de la Liga de Fútbol del Atlántico, en 1932.

Finalizando 1936, el secretario del Juventud Junior, Antonio Altamar Sáez, le envió una carta a la Asociación Colombiana de Fútbol informando sobre le cambio de nombre del club, que a partir de esa fecha se llamaría Junior Fútbol Club. En la misiva también se informaba sobre el nombramiento de la Junta Directiva del periodo 1937 – 1938.

Ese mismo año Junior se convertiría en el primer equipo colombiano en trascender las fronteras y emprender una exitosa gira por Costa Rica. Sus rivales manifestaron que los jugadores barranquilleros eran muy recios a la hora de disputar la pelota.

Tres años más tarde, en 1939, llegó a Barranquilla el primer entrenador extranjero para el Junior. Se trataba del inglés Jack Greenwell, quien venía de ganar el torneo suramericano —actual Copa América— con la selección peruana.

Cuenta la historia que desde su llegada conformó en Barranquilla un notable grupo de jugadores, entre los que se encontraban José Escorcia, Camilo Ortega, Gabriel Mejía, Humberto Arbeláez, Francisco Serrano, Felipe Suarez y Roberto ‘El flaco’ Meléndez.

A este último jugador, que posteriormente se convertiría en leyenda del onceno ‘Tiburón’, le dio la oportunidad de convertirse en el primer futbolista colombiano en ser transferido al extranjero, exactamente al equipo Hispanoamericano Centro Gallego, de Cuba.

Pero la historia de ‘El flaco’ todavía no había terminado en Junior; regresó con su gran dominio de balón y un potente remate de media distancia que lo llevó a ser considerado uno de los mejores en la historia de la Selección Colombia.

Empezaba así en 1940 una época dorada para Junior, que para muchos practicaba el mejor fútbol del país, lo que lo llevó a conseguir el torneo de la Liga en 1943, con el apodo de los ‘Miuras’, por su gran poderío.

Los primeros seleccionados nacionales siempre contaron, en su gran mayoría, con jugadores del Junior, escuadra que tenía en sus filas a los mejores jugadores del país. Es por esto que, a pesar de la resistencia en el interior del país, el equipo barranquillero representó a Colombia en el Suramericano de Chile —actual Copa América—, en 1945.

El viaje del equipo costeño duró 20 días hasta Valparaíso en un pequeño barco en el que los jugadores se acomodaron en dos camarotes, por lo que tenían que dormir o descansar por turnos. El seleccionado tenía problemas de alimentación y no podía realizar entrenamientos, por lo que consideraron que era mejor regresar y desistir de la aventura. No obstante, el liderazgo de ‘El flaco’ Meléndez, que oficiaba como jugador y entrenador, los hizo recapacitar.

Al final el equipo fue goleado por Brasil y Argentina, pero le ganó a Ecuador y empató con Bolivia, por lo que se autoproclamó como el campeón del ‘Torneo de Chicos’. Esa aguerrida escuadra fue recibida con bombos y platillos tras su arribo a Barranquilla.

En 1977 Junior empezó el campeonato dirigido por José Varacka. Algunas piezas del conjunto ‘Tiburón’ se habían marchado para otros clubes, pero llegaron otras como Eduardo Solari, César Lorea y Ariel Valenciano, quien regresaba del Nacional.

El equipo debutó ganando 5 – 0 al Once Caldas. Las primeras 9 fechas ilusionaban a los furibundos hinchas que colmaban las gradas del mítico Estadio Municipal. Eran 6 victorias, 3 empates y un fútbol desenfrenado comandado por Juan Ramón Verón, Dulio Miranda, Julio Comesaña, Delménico, entre otros.

Al concluir el Torneo Finalización, el país sabía que el equipo ‘Currambero’ tenía serias aspiraciones de hacerse con su primera estrella. El estratega José Varacka decidió pedir un incremento en su contrato, pero fue rechazado por la junta directiva del club, quedando así Junior sin timonel de cara a la fase más importante del torneo.

Fue entonces cuando la misma junta decide nombrar en propiedad al jugador Juan Ramón Verón, quien comandó al equipo desde y fuera de la cancha para enfrentar el hexagonal final. Junior empezaría ganando los dos primeros partidos al Bucaramanga y a Millonarios.

El paso definitivo hacia el título se dio con la victoria 1 – 0 contra el Deportivo Cali, mientras Millonarios, onceno con el que se tenía un cabeza a cabeza, caía por el mismo marcador en tierras santandereanas, frente al Bucaramanga.

Estando todo definido, el equipo de Verón cerró el campeonato ganándole 1 – 0 al Nacional en Barranquilla, en un estadio abarrotado hasta las banderas de hinchas enloquecidos por el primer título, la primera vuelta olímpica y el primer grito de campeón.

6. La ‘ñapa’: el partido que ‘sacudió’ a la Argentina de Diego Armando Maradona

El recién inaugurado Estadio Metropolitano ‘Roberto Meléndez’ se engalanó para recibir a la Selección Argentina, comandada por Diego Armando Maradona, que se enfrentaría al Junior. La selección ‘Gaucha’ se preparaba con miras al Mundial de México de 1986.

Durante el partido se vio a un Carlos Salvador Bilardo, D.T. de Argentina, inquieto por el rendimiento de sus jugadores. Para todo el mundo Argentina debía ganar fácil ante un Junior que, en el papel, no le hacía mucho peso histórico, ni futbolístico.

Pero lo que nadie esperaba ocurrió. Ese día Junior logró un empate a cero goles con la selección del ‘Barrilete Cósmico’, el mejor jugador del mundo en la época. Los argentinos se fueron de Barranquilla en medio de críticas, mientras los ‘Curramberos’ celebraron ante un atestado Metropolitano.

Al poco tiempo después del amistoso en Barranquilla, los dirigidos por Bilardo lograron ganar la Copa del Mundo en el país Azteca, con un inmenso Maradona, figura indiscutible de la ‘Albiazul’.

El mismo Maradona, en entrevista tras ganar el Mundial, aseguró que el partido en el ‘Coloso de La Ciudadela ’ —el Metropolitano—, los sacudió. “Fuimos con un equipo mediocre. Pero cuando nos juntamos en Barranquilla nos miramos a la cara y nos dijimos que teníamos más equipo de lo pensado. El tema es que unos días después jugamos contra Junior y no pasamos de la mitad de la cancha. Éramos malos, malísimos, una banda de perros, no podíamos tirar una pared”, aseguró el ‘Pelusa’ sobre el partido que los sacudió y que, a su vez, se convirtió en uno de los hitos más importantes del equipo ‘Tiburón’.