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Foto: Samuel Figueroa. Unsplash.

Autor de temas populares como ‘Lamento náufrago’ y ‘Entre palmeras’, el centenario compositor nacido en Soledad, Atlántico, fue reconocido con el Premio Nacional Vida y Obra, del Ministerio de Cultura. Recordamos su legado musical.

Su gran mérito no consiste en ser el compositor más longevo de la región Caribe colombiana, sino en haber construido una exquisita obra musical cuya letra y armonía destila la belleza, al punto de haber sido interpretada –y disfrutada– tanto por diferentes agrupaciones como por las nuevas generaciones.

Rafael Campo Miranda, nacido en Soledad, al sur de Barranquilla, el 7 de agosto de 1918, definió su derrotero gracias a las instrucciones personalizadas recibidas por los respetables creadores rítmicos Adolfo Mejía y Ángel María Camacho y Cano, después de haber estudiado música en la Escuela de Bellas Artes, bajo la égida de los maestros Pedro Biava, Guido Perla y Calixto González.

A sus 104 de edad, en medio de su lucidez mental, pero con las limitaciones físicas propias del implacable tiempo, el maestro Campo Miranda está retirado de toda actividad, pero su legado se mantiene intacto, con la certeza de ser parte del patrimonio sonoro de la cultura nacional.

El pasado 27 de septiembre el Ministerio de Cultura anunció que el maestro Campo Miranda fue escogido, entre 48 postulaciones, como ganador del Premio Vida y Obra por su carrera musical y creaciones que “han arraigado en el gusto de la población y en su memoria, trascendiendo épocas y fronteras territoriales en Colombia y Latinoamérica”.

 

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Rafael Campo Miranda musicalizó los días de muchos colombianos en buena parte del siglo XX. Su música y poética exaltaron al amor, el paisaje y la sensualidad del Caribe. Foto: Vanexa Romero. El Tiempo.

Con ‘Playa’, Rafael Campo Miranda inició su carrera musical, y con ella, Nelson Pinedo debutó con la Sonora Matancera, en los estudios de Radio Progreso, en 1953, cuando fue convocado para hacerle una suplencia a Daniel Santos.

Casado el 17 de abril de 1951 con la distinguida dama barranquillera María del Socorro Vives Trespalacios, de cuya unión nacieron tres hijos: Rafael, Margarita y Marta, Rafael Campo Miranda es autor de 67 canciones grabadas, registradas en Sayco, y posee además 25 obras inéditas. Sus composiciones musicales hacen parte desde hace décadas del cancionero popular costeño y, en concepto del jurado que otorgó la distinción, “es de innegable y evidente incidencia en la cultura colombiana y constituye un patrimonio inmaterial muy valioso, no solo por el volumen, sino por el aporte a la percepción del amor, el cuerpo y el cortejo”.

Contexto se une al homenaje del maestro Campo Miranda recordando cinco joyas de su autoría que han contribuido a la consolidación del patrimonio sonoro colombiano:

1. ‘Lamento náufrago’

Fruto de una experiencia vivida en junio de 1948, luego de un tórrido romance con una bella mujer llamada Adriana, a quien conoció una noche en el muelle de Puerto Colombia, nació ‘Lamento náufrago’. Él tenía 29 años y ella 34. Su musa era alta, morena y de una hermosura que impresionaba a primera vista, según las evocaciones del maestro.

“Todas las noches nos citábamos en la orilla del mar y luego nos íbamos al muelle. Allí le dábamos rienda suelta a nuestro amor. Mi ‘traga’ por esa mujer llegó a tal punto que le propuse matrimonio, pero ella me salió con evasivas. Solo me decía que viviéramos con intensidad el momento presente”, recuerda Rafael Campo Miranda.

Sin dar más explicaciones, una tarde cualquiera de aquel inolvidable junio, la mujer desapareció como por arte de magia. Rafael la buscó con desespero por los lugares en que solían verse, mas no encontró rastro de ella. En el hotel donde estaba alojada, El Esperia, le entregaron una carta que había escrito. La leyó en el acto.

En la misiva le expresó su gratitud por los instantes de felicidad vivida, y le pedía perdón al no poder corresponderle como él quería.

“Entiéndeme: entre tú y yo jamás podrá haber un vínculo serio. No te lo había dicho, pero quiero que sepas que soy una mujer ajena, con compromiso”.

Al año siguiente de su fugaz romance, Rafael Campo recogió esa historia en un porro que bautizó ‘Recuerdos náufragos’. La letra la trabajó durante un lustro y a comienzos de 1956 se la llevó al músico Juancho Esquivel. Este le hizo los arreglos y meses después la grabó en Discos Tropical, de Emilio Fortou. El intérprete fue ‘Chichi’ Meyer.

Pero la canción, como diría el mismo Campo Miranda, no tuvo mayor trascendencia: “Ni siquiera llegó a la esquina”. Lo único bueno que pasó con ella fue que un amigo suyo llevó el disco a Venezuela y por esas casualidades de la vida fue escuchado por el músico y director orquestal Jesús ‘Chucho’ Sanoja Rivero.

A los pocos días, Rafael Campo Miranda recibió una llamada telefónica del propio ‘Chucho’ Sanoja, felicitándolo por la canción, quien de manera formal le pidió permiso para grabarla.

“Con todo respeto, maestro Rafael, le propongo quitarle ‘Recuerdos náufragos’ y ponerle ‘Lamento náufrago’. Le aseguro que…”. Rafael Campo Miranda no lo dejó continuar. Su respuesta fue contundente: “Maestro ‘Chucho’, haga lo que estime conveniente. Tiene mi autorización total”.

En vez de bombardino, Sanoja utilizó el corno, el cual fue ejecutado por Tomás Brandt. Chico ‘Sensación’ Salas se lució con su incomparable vocalización. El tema salió a la luz bajo la etiqueta de Discomoda a finales de 1956 y causó un verdadero revuelo. Se constituyó en el hit más sonado de la temporada y fue popular en el público de todas las edades.

A esa grabación le siguieron muchas versiones, entre las que se destacaron las de Carlos Argentino con la Sonora Matancera; Lucho Bermúdez y Jaime Llano González; la masa coral los Cosacos de Rusia, y Juan Carlos Coronel, entre otros.

 2. ‘Playa’

Fue la canción que abrió caminos. Con ella, Rafael Campo Miranda inició su carrera musical, y con ella, Nelson Pinedo debutó con la Sonora Matancera, en los estudios de Radio Progreso, en 1953, cuando fue convocado para hacerle una suplencia a Daniel Santos. Campo Miranda tenía 25 años cuando la compuso en 1943 y era estudiante de Solfeo y Armonía. En ritmo de porro, Pacho Galán, a la sazón, arreglista de Discos Odeón, sede Barranquilla, la maquilló y luego la envió a Buenos Aires, donde estaba la matriz de ese sello discográfico. Allí la grabó la imponente orquesta del pianista Eduardo Armani, en 1945, con la vocal de Marfil y Ébano. La canción tendría, después, numerosas versiones, entre las que sobresalió la de Osvaldo, con la Billos Caracas Boys, en 1977.

 3. ‘Nube viajera’

Con este porro se estrenó Rafael Campo Miranda en la composición. Fue su primera obra. La escribió en 1940, poco antes de celebrar su cumpleaños número 22. La mantuvo inédita durante casi tres décadas. La grabó originalmente en 1969 Gil Echeverría, hermano mayor de Adolfo Echeverría, con la Orquesta de Pacho Galán, pero la popularizó el venezolano Nelson Henríquez, con la vocalización de Chico Salas, en 1973.

4. ‘Pájaro amarillo’

El maestro Campo Miranda no duda en aseverar que, desde el punto de vista monetario, el merengue ‘Pájaro amarillo’ constituye su obra cumbre. Lo compuso en los albores del decenio de los 60 y obtuvo relevante trascendencia en la versión del trío Bovea y sus vallenatos, cantando Alberto Fernández. Formó parte de la banda sonora de dos producciones cinematográficas: El agente 00 Sexy y El mundo de los aventureros.

 5. ‘Entre palmeras’

En orden cronológico, ‘Entre palmeras’ fue la tercera creación de Campo Miranda. La compuso en 1948 en ritmo de porro, inspirado en un paisaje del balneario de Salgar, y fue llevada al acetato tres años después por Pacho Galán, quien hizo los arreglos, y más tarde por Nelson Pinedo, secundado por la orquesta del cubano Luis Santi. La versión que pegó fue la que grabó a mediados de los 50 el también barranquillero Luis Carlos Meyer con la orquesta del mexicano Rafael de Paz.

 

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Fausto Pérez Villarreal

Barranquilla (1965). Comunicador Social-Periodista, profesor de la Universidad Sergio Arboleda sedes Barranquilla y Santa Marta. Dos veces ganador del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. En 2014 fue finalista del Premio Internacional de Puerto Rico, entregado en Madrid.