Charly García en sus tiempos de juventud. A pesar del paso del tiempo, la leyenda del rock argentino sigue en la senda de la creación. Foto: Wikipedia.
El músico argentino renace (¿o no?) de las cenizas con La lógica del escorpión, quizás su último álbum producido en vida.
Días atrás salió al mercado el tan esperado disco de Charly García –después de 7 años de la publicación de Random–, titulado La lógica del escorpión. El álbum, según Charly, surge de Mr. Arkadin, una película de Orson Welles de 1955. En una escena del film, Arkadin, personaje que interpreta el mismo Welles, narra a la concurrencia la conocida fábula de el escorpión y la rana. Un breve relato que nos habla de la “no lógica” de ciertas conductas inesperadas guiadas por el instinto y el carácter.
Bien, es en plena pandemia cuando surge en García la idea de un disco (tal vez su testamento) que le permita ahondar supuestamente en los temas planteados por la fábula.
Años después, con un país inmerso en una crisis social y económica en la que el pueblo argentino parece ser la ranita confiada que trata de pasar a la otra orilla del estanque a bordo de un escorpión de apellido Milei, Garcia renace (¿o no?) de las cenizas con una producción que nos trae a viejos y conocidos colaboradores como David Lebón y Pedro Aznar (Serú Girán), el cada vez más vendible e inmasticable Fito Páez, un Spinetta fantasma extraído de un viejo demo y sus fieles y poderosas coristas: Hilda Lizarazu y Rosario Ortega, hija de ‘Palito’.
El disco apareció en las plataformas el pasado 11 de septiembre a las 20 horas y en una edición en vinilo de siete mil copias. La portada es maravillosa; obra de la artista argentina Renata Shussheim, que ya ha había trabajado con García en la tapa del disco Música del alma, el primer disco en vivo de la etapa solista de García. En la cubierta de La lógica un imponente escorpión dorado parece flotar en el espacio sideral, en una posición evidentemente amenazante, como diciendo: “Soy Charly, ni te acerques”.
Los fanáticos del genio, autor de obras maestras como ‘Clics modernos’, ‘Pubis angelical’, ‘Cómo conseguir chicas’, ‘La hija de la lágrima’ y Say no more’, cayeron postrados a sus pies. La red se inundó de fieles seguidores que afirmaban estar agradecidos con el universo por permitirles estar en la tierra aún vivos para escuchar lo que podría ser la ultima obra del genio. Otros lloraron hasta secarse oyendo una y otra vez las trece canciones que conforman este disco que desde ya lleva el titulo de clásico.
No puedo negarlo, soy un admirador de la obra de García. No un fan ciego o sordo que no palpa lo evidente. Prefiero Serú Girán y no soporto Sui Generis. Prefiero la obra solista de Charly, sus etapas más experimentales. Pero también al clásico de temas como ‘Fanky’, ‘Fantasy’ o ‘Yendo de la cama al living’. Pero hay que ser honestos: él ya no canta. Son muchos los momentos en La lógica del escorpión en los que lo que dice o balbucea es inentendible. Parece cantar, literalmente, desde una cripta. Muchas de estas nuevas canciones parecen maquetas no terminadas. Las versiones libres de temas de John Lennon o The Birds resultan básicas y sin pasión. Los aciertos llegan cuando Garcia se reversiona a sí mismo en temas como ‘Rómpela’ (‘Break it up’, Kill Gil , 2010) , ‘Juan Represión’ (de su época Sui Generis) o la maravillosa ‘Te recuerdo invierno’, también de sus días hippies junto a Nito Mestre, canción que nunca fue grabada en estudio y que el cantante incluyó en una versión en vivo y muy sucia de su álbum de 1995 Estaba en llamas cuando me acosté, el cual firmó bajo el seudónimo de Cassandra Lange.
No podemos asegurar que el disco es un desastre, hay joyas como ‘La pelicana y el androide’, de dónde exhuma a Spinetta de un viejo demo de 1984, cuando los dos genios soñaron hacer un disco juntos, asunto que no cuajó y dejó perlas como la composición a dos manos de ‘Rezo por vos’.
Creo que el error en el disco radica en no tener un hilo conductor. Si Charly nos plantea una fábula popular como génesis conceptual de su obra, debió desarrollarla.
Otro de los aciertos de este nuevo trabajo musical es ‘El club de los 27’ en donde García canta sin reparos: “Dios creo el universo y al Ku Klux Klan”. En esta canción “la hija de la lágrima”, como se autoproclamó García en 1994, nos dice que pronto estará con sus amigos Lennon y Cobain, mientras el tema finaliza con un contundente tiro de escopeta. Musicalmente el disco es una obra y la voz de Charly, diezmada o no, tiene todavía ánimos para invitarnos a romper la norma.
Creo que el error en el disco radica en no tener un hilo conductor. Si Charly nos plantea una fábula popular como génesis conceptual de su obra, debió desarrollarla. Desmenuzar al escorpión y la rana y poner sobre la mesa temas como el instinto animal que no dista del comportamiento humano. Asuntos como la confianza, la traición, la ingenuidad o la lealtad. Le faltó veneno a este escorpión y astucia a la rana. Pero como lo canta el mismo músico argentino: “ Lo que ves es lo que hay”.
Charly García es una reliquia. Es un vestigio de sí mismo. La terrible navaja gris de la que habla en su tema ‘Cuchillos’ (Say no more, 1997) le cortó la voz hace años. Su energía se esfumó con la rehabilitación, pero nos quedó un abuelo risueño sentado sobre una silla de geriátrico “cantando” frente a las multitudes, casi susurrando su espléndido pasado, o sea, el de la Argentina ensimismada, el de Latinoamérica bajo el yugo de las dictaduras. Un hombre que desde su propia tumba sonora los invita a rebelarse. Y eso es mucho.
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John Better
Poeta y escritor barranquillero autor, entre otros, de los libros China White (2006), Locas de Felicidad (2009) y las novelas A la caz(s)a del Chico Espantapájaros (2016) y Limbo (2020).