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El Teatro Colón, otrora una joya del Art déco, fue inaugurado en octubre de 1947. Tras casi 75 años de existencia sus paredes resisten el embate del tiempo pero no la indiferencia de la ciudad hacia su patrimonio arquitectónico. Fotos: Jesús Rico. Contexto.

Contexto realizó un recorrido por varias edificaciones emblemáticas que son parte de la historia de la ciudad. De un pasado de progreso a un futuro incierto, muchas están en alto grado de deterioro por el paso del tiempo y el abandono.

“Algunas cosas se hacen tan nuestras que las olvidamos”, dijo en alguna ocasión el poeta italo-argentino Antonio Porchia. Es quizá lo que sucede con muchas edificaciones que hacen parte del patrimonio arquitectónico de Barranquilla y que a pesar de su abandono reflejan el empuje y vanguardismo de una urbe reconocida desde sus inicios como polo de desarrollo del país.

Cientos de construcciones que décadas atrás hicieron parte de las vivencias y el imaginario de los barranquilleros, dejando una huella indeleble y evidenciando el crecimiento económico, social y cultural de la ciudad, hoy en día parecen salas al aire libre de un museo del olvido.

Contexto realizó un recorrido por diferentes puntos de la ciudad y se encontró con edificaciones abandonadas a su suerte. Estructuras que para algunos afean el paisaje de una ciudad que se levanta en medio de centros comerciales o modernas torres de edificios y cuya suerte parece haberse echado a perder.

 

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El Hotel Royal completa 15 años cerrado. El deterioro y abandono es visible en el que otrora fuese un complejo hotelero de lujo.

Hotel Royal

El 9 de diciembre de 1975 el Hotel Royal Lébolo abrió sus puertas al público barranquillero y extranjero. La firma Arquitectura Limitada fue la encargada de levantar la edificación de 15 pisos en la carrera 54, entre calles 68 y 70, un principio pensada en una torres de apartamentos.

Sin embargo, debido al déficit en la capacidad hotelera de la ciudad, la obra cambió su rumbo y se convertiría en uno de los mejores hoteles de la época. Su ocupación en sus primeros años de operación superaba el 90 % y era la sede preferida de todo tipo de eventos que se realizaban en Barranquilla.

En 1989 ocurriría un hecho que marcó su historia, al explotar una bomba en la entrada de sus instalaciones, dejando una persona muerta y una decena de heridos.
Debido a la llegada de prestigiosas cadenas de hoteles a la ciudad y a la crisis financiera de sus propietarios, el hotel cerró en 2006 y desde entonces se encuentra abandonado. No se conocen proyectos para su renovación o demolición.

 

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El edificio Avianca tuvo que ser cercado con láminas de aluminio, pues se había convertido en foco de inseguridad y guarida de habitantes de la calle.

Edificio Avianca

En 1980 se alzaba una imponente estructura en plena calle 72 con carrera 58 de Barranquilla. Se trataba del edificio Avianca, una edificación de tres plantas en pleno corazón del barrio El Prado.

Los barranquilleros se dirigían a esta edificación a comprar pasajes aéreos y enviar correos. Allí también funcionaba el Salón Cultural de la aerolínea, sus áreas administrativas y una sala de juntas. Fue el epicentro para la presentación de artistas locales y extranjeros, y se hacían exposiciones artísticas que eran parte de la vida cultural de la ciudad.

Hace 15 años, luego de que la empresa Avianca centralizara sus operaciones en Bogotá, la edificación cerró y fue cayendo en la ruina. Desde hace 4 años el edificio fue cercado con latas de aluminio porque se había convertido en foco de inseguridad para el sector.

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La fachada del edificio Barcel, símbolo del progreso de la Barranquilla de antaño, está deteriorada y su interior convertido en viejas bodegas.

Edificio Barcel

Frente al edificio La Napolitana, justo en la esquina suroriental de la carrera del Progreso y la calle San Blas, se alzó el edificio Barcel, llamado así por los apellidos  de sus propietarios, Blas Barletta y Antonio Celia. Allí, desde la década de 1930, funcionaba una compañía italiana de calzado que empezó operaciones a finales de 1920 en la zona industrial de la Aduana.

El Barcel era uno de los edificios inspirados en la arquitectura expuesta en la feria mundial de Chicago A Century of Progress Exposition. El edificio contaba con ventanales de aluminio, una innovación particular para los ventanales de hierro o principalmente de madera que se utilizaban en la ciudad antes de la década de los treinta.

La edificación, en cuyo primer piso funcionaba la Lunchería Americana, estaba hecha a la usanza de los nuevos edificios modernos, sin ningún tipo de elaboración de las fachadas, en la que prevalecía la pureza de la forma.

Casi 9 décadas después, el Barcel continúa de pie en una de las zonas más congestionadas del centro de la ciudad. Cuenta con un almacén de ropa en su primer piso y bodegas de almacenamiento. Su estado se ve deteriorado y, hasta el momento, no existe un plan para su restauración.

El Barcel era uno de los edificios inspirados en la arquitectura expuesta en la feria mundial de Chicago ‘A Century of Progress Exposition’. El edificio contaba con ventanales de aluminio, una innovación particular para los ventanales de hierro o principalmente de madera de la época.

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El Teatro Colón lleva años buscando ser arrendado. Su interior se subdividió en locales comerciales y su fachada fue recuperada.

Teatro Colón

En 1947 la apreciación cinematográfica era parte de la cotidianidad de la sociedad barranquillera, que ya contaba con teatros dedicados a la proyección de cintas cinematográficas como el Teatro Colombia, Rex, Apolo, o el Teatro Cisneros.

Archivos de prensa que datan de 1947 informaban de la próxima apertura de un nuevo teatro en la ciudad. Se trataba del Teatro Colón, una edificación de estilo Art Deco diseñada por el arquitecto cubano Manuel Carrerá, que se encontraba dentro de unas obras de urbanización que superaban el millón de pesos de la época.

Páginas del diario El Heraldo cuentan que su inauguración fue el 23 de octubre de 1947 y que el teatro contaba con una silletería de lujo, aire acondicionado, salones de té y heladería. Sus equipos transmisores y de sonido eran de la marca Western Electric. La primera función que se proyectó fue la película Aladino y la lámpara maravillosa.

Ubicado en la calle 44 con carrera 45, hoy en día el edificio, cuya fachada fue recuperada y su interior subdividido en varios locales, se encuentra abandonado y lleva años en arriendo.

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Algunas paredes y balcones de la Mansión Freund, lugar en el que funcionaba el Museo Romántico, se caen a pedazos en la actualidad. 

Mansión Freund

La mansión Freund, construida en 1920 en el exclusivo sector del barrio El Prado, fue una de las primeras mansiones de estilo republicano en Barranquilla. Pertenecía a Julius A. Freund, cónsul de Estados Unidos en Barranquilla y allí mismo funcionaba el consulado.

La casona, ubicada en la carrera 54 con calle 59 contaba con más de 770 metros cuadrados y en ella sobresalía un gran balcón de madera con barandilla y sobradillos en teja de barro y albardilla.

En 1984, las hermanas Carmen y Esther Freund Strunz, donaron la edificación para que allí funcionara el Museo Romántico de Barranquilla, una idea de Alfredo De la Espriella quien quería albergar, a través de diferentes piezas, la historia de la ciudad.

Hoy en día la mansión resiente el paso de los años y sus balcones deteriorados, sus lámparas oxidadas y ventanas rotas son muestra del total abandono de un sitio que por años albergó la memoria histórica de la ciudad.

Eduardo Patiño M.

Periodista de las secciones Ciudad y País de Contexto.