La explosión del consumo de la marihuana y drogas psicodélicas tuvo en el festival de Woodstock, en 1969, una vía de escape y expresión. Foto : Bill Eppridge / The LIFE Picture Collection.
Desde la elaboración de un vino con coca elogiado por el Papa en el Vaticano, hasta el consumo de marihuana en los años 20 del siglo pasado en el Caribe colombiano, una mirada a la historia de las drogas ayer y hoy.
En diciembre de 1956 los colombianos Rafael y Tomás Herrán Olózaga fueron capturados en La Habana con un cargamento de heroína y acusados de ser jefes de una red de narcotráfico. Rafael era químico y Tomás piloto. Estos hermanos, nacidos en 1912, venían de las élites payanesas y antioqueñas. Tenían un laboratorio en su villa de El Poblado, Medellín, en donde procesaban heroína y cocaína. Se les considera pioneros del narcotráfico en Colombia pues tenían contactos internacionales, capital y conocimiento de esa economía ilegal.1
Este caso nos permite ilustrar cómo el narcotráfico ha sido un fenómeno ligado a la historia del país hace muchísimo más tiempo del que suponíamos. Según la literatura más clásica sobre el tema, este fenómeno existe en Colombia desde los años 60 y 70 con la llamada bonanza marimbera, época en la que los carteles de la costa irrumpieron con fuerza en la vida económica y social de la región. Eran los tiempos en los que se inauguró la famosa ‘ventanilla siniestra’ del Banco de la República y se permitió el cambio legal de divisas sin ninguna restricción, haciendo que llovieran dólares por todo el país.
Una reciente investigación del profesor Eduardo Sáenz Rovner2 nos muestra otra cara de la moneda. Con muy diversas fuentes primarias Sáenz ilustra cómo desde los años 20 y 30 del siglo pasado en la costa Caribe y Medellín el consumo y tráfico de marihuana y de otros narcóticos eran hechos recurrentes. Según este autor: “En Colombia las autoridades ya tenían noticia de la existencia de cultivos de marihuana en 1925, lo mismo que de su consumo por marineros, estibadores y prostitutas en los puertos. Sin embargo, solo a partir de la presión contra la marihuana y su ilegalización reciente en Estados Unidos se tuvo un efecto similar en Colombia”.
La Revista de Higiene, órgano oficial del Ministerio de Trabajo, Higiene y Previsión Social, publicaba en septiembre de 1939 un artículo del especialista Lawrence Kolb titulado Marihuana, la hierba que enloquece. Un informe oficial de 1939 sobre la marihuana en la costa Caribe colombiana señaló que los cigarrillos de marihuana: “Se expenden generalmente en los lupanares o en los establecimientos frecuentados por los bajos fondos sociales. También en ‘fritangas’ y en ventas de guarapo”. En esa época era común el robo y tráfico de narcóticos para uso medicinal. En 1957 se reportó que marineros colombianos habían llevado marihuana a Nueva Orleans a bordo del buque Ciudad de Bogotá, de la Flota Mercante Grancolombiana3.
Un informe de 1939 sobre la marihuana en la costa Caribe señaló que los cigarrillos de marihuana: ‘Se expenden generalmente en los lupanares o en los establecimientos frecuentados por los bajos fondos sociales. También en fritangas’ y en ventas de guarapo’.
Fascinado por los efectos estimulantes y analgésicos de la cocaína, el químico Angelo Mariani creó en 1863 una curiosa bebida con vino de Burdeos y extracto de hojas de coca que conquistó a escritores, reyes, artistas y papas.
En contraste, durante el siglo XIX –cuando aún la ciencia no había descubierto sus efectos nefastos– el éxito terapéutico de la cocaína surgió con su inclusión en multitud de “elixires milagrosos”que se vendían por sus propiedades energizantes y vigorizantes. El más famoso de todos fue el desarrollado por el químico Angelo Mariani, quien elaboró un vino con extractos de hojas de coca, el “Vino Mariani”, un Burdeos elaborado a base de cocaína de gran estima en el Vaticano. Mariani fundó en 1863 la primera gran industria basada en la coca, e incluso recibió una condecoración por el Papa León XIII por sus méritos en pro de la Humanidad (BBC News, artículo publicado en 26/06/2020).
En las primeras décadas del siglo XX los fenómenos adictivos asociados al consumo de heroína y cocaína, llevaron a la Pure Food and Drug Act, de 1906, a restringir la elaboración de ambas sustancias. 1914 y 1924 fueron años en que la cocaína y la heroina fueron declaradas ilegales. Finalmente, en 1937, se publicó la Marihuana Tax Act, que prohibía el consumo de cannabis. En Estados Unidos el consumo de marihuana no se consideró un problema de salud pública sino hasta la década de 1930, pues inicialmente se percibía como una afición de grupos étnicos minoritarios, bohemios, músicos de jazz, marinos y otros elementos “marginales” de la sociedad.
Colombia y el dinero sucio de las drogas
Como bien lo anota Rafael Pardo, el origen de los grandes problemas para Colombia surgen desde la generación de los años sesenta, dado que en los Estados Unidos y Europa hubo una explosión en el consumo de marihuana, peyote y hachís, drogas predilectas de toda una generación que rechazaba el establishment y la guerra de Vietnam. La respuesta norteamericana, bajo la administración de Richard M. Nixon, fue presionar a países como Turquía, México y Jamaica a fin de que se disminuyera el cultivo y tráfico de amapola, opio, y marihuana. Luego los cultivos se trasladaron a Colombia, país que ya en 1975 era el mayor exportador de esta última.
Hoy nuestro país es el mayor productor de cocaína del mundo –en 2021 se sembraron más de 200.000 hectáreas–, y la lucha contra las drogas ha contribuido a aumentar nuestra dependencia política con Washington. Estrategias como el Plan Colombia, del cual recibimos 9.600 millones de dólares en 15 años, evidencian esta alianza. En Colombia el narcotráfico es el combustible que ha alimentado la violencia y la guerra durante más de cinco décadas y es evidente el negativo impacto del narcotráfico en la política, la economía y la cultura. El dinero fácil, la moral elástica y la corrupción se han alimentado de este flagelo que ha cobrado miles de vidas.
¿Un final cercano?
Al narcotráfico le llegará su hora tarde o temprano. Para ello resulta urgente repensar la estrategia global de lucha contra las drogas, pues el aumento recurrente de cultivos ilícitos y el fracaso de la lucha contra el narcotráfico nos han conducido a suponer que este fenómeno no tiene fin. Seguramente un nuevo gobierno demócrata en los Estados Unidos que trabaje junto con varios presidentes y expresidentes latinoamericanos en la generación de nuevas estrategias que combatan de manera más creativa y eficaz este cruel delito podría ser el principio del fin para el narcotrafico.
Referencias
1“Pioneros del narcotráfico”. Semana, 28/10/ 2019.
2Eduardo Sáenz Rovner. Conexión Colombia. La historia del narcotráfico entre los años 30 y 90, Planeta, 2021.
3Sáenz Rovner.
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Roberto González Arana
Ph.D en Historia del Instituto de Historia Universal, Academia de Ciencias de Rusia. Profesor Titular del Departamento de Historia y Ciencias Sociales, Universidad del Norte.